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Economía

Megahidroeléctricas: de la resistencia local a la articulación transfronteriza

Fernanda Castro, de la Nación Mapuche Pewenche de Chile; el kayakista estadounidense Weston Boyles, fundador de Ríos to Rivers y Álex Villca de la Contiocap de Bolivia navegaron por el río Beni para visitar en situ el estrecho de El Bala y El Chepete, donde se pretende realizar megaproyectos hidroeléctricos.
27 de Mayo, 2019
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Fernanda Castro, de la Nación Mapuche Pewenche de Chile; el kayakista estadounidense Weston Boyles, fundador de Ríos to Rivers y Álex Villca de Contiocap. Foto: ANF
Fernanda Castro, de la Nación Mapuche Pewenche de Chile; el kayakista estadounidense Weston Boyles, fundador de Ríos to Rivers y Álex Villca de Contiocap. Foto: ANF
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La Paz, 27 mayo (ANF).- Más de 9mil personas desplazadas de Antioquía, Colombia por el rebalse de la represa de Hidroituango el 2018, otras dos centenas de personas desaparecidas por la inundación provocada por la represa de Brumadinho, Brasil en enero de este año, además de una megahidroeléctrica a punto de ser destruida en el estrecho de Colorado, Estados Unidos, son solo tres antecedentes de una articulación transfronteriza en contra de las hidroeléctricas que toma cuerpo.

La resistencia y lucha contra las megahidroeléctricas Chepete y Bala en la Amazonía boliviana ha trascendido fronteras, y hoy varios activistas articulan su llegada a territorio nacional para protagonizar un acto simbólico de rechazo por las represas que estima costarán más de $us 7.000 millones e inundarán aproximadamente 771 kilómetros de territorio amazónico, según estimaciones de Geodata. 

La activista Fernanda Castro, de la Nación Mapuche Pewenche de Chile; el kayakista estadounidense Weston Boyles, fundador de Ríos to Rivers y Álex Villca, vocero de la Coordinadora Nacional de Pueblos Indígenas para la Defensa de los Territorios y Áreas Protegidas (Contiocap), Álex Villca se trasladaron al norte paceño para visitar in situ las áreas donde se pretende construir las hidroeléctricas.

Castro explica que su comunidad Pewenche vive a orillas del río Bio Bio, y que desde el año 1990 se encuentran en permanente resistencia debido a la construcción de tres centrales hidroeléctricas. 

“Estas centrales fueron construidas en medio de múltiples faltas de respeto y muchas fallas inhumanas hacia nuestra cultural, hacia dos comunidades del pueblo que provocó la relocalización de más de 50 familias que ahora viven en terrenos con escasez de agua, no tienen tierra para sembrar. Antes vivían en medio de la riqueza de la naturaleza, de bosques con mucha agua”, relata a ANF. 


La joven mapuche señala que las principales fuentes ecológicas son el turismo, la agricultura y la ganadería, pero el vivir con las represas en medio de su territorio ha generado muchas dificultades.

“Tenemos la amenaza de una carretera hídrica que consiste en sacar agua de otro río y llevarla al norte del país, siendo que donde vivimos en verano tenemos sequías, porque tenemos muchos terrenos forestales con pinos y eucaliptos que son árboles muy consumidores de agua”, detalla.

Luego de visitar la Amazonía boliviana se confiesa sorprendida por la presencia de gigantes dragas chinas en los ríos Kaka y Beni, en la explotación ilegal del oro. 

“Es impresionante lo que hemos visto, y más porque he leído el discurso de Evo Morales porque se cree desde afuera que está protegiendo la naturaleza y da mucha frustración saber que no es así, van anular actividades económicas porque viven de la pesca, del ecoturismo (…). En Mayaya no tienen idea que se hacen estudios para las represas y creen que les va hacer una consulta”, señala.

La activista afirma que bajo promesas de desarrollo llegó a su comunidad la empresa española Andesa, pero al poco tiempo ya estaba haciendo estudios de impacto ambiental, sacando rocas del río y empezando la construcción de las represas sin consultar a ninguna población.

“Hubo la construcción de la carretera con impactos ambientales, pero la gente estaba feliz al principio porque ofrecieron empleos y hospitales, después vino una segunda construcción en 1993, una mega-hidroeléctrica de 15 kilómetros de ancho por 102 metros de alto que provocó la relocalización de dos comunidades, la inundación de un cementerio ancestral y de sitios arqueológicos”, afirma.

“Soy representante de una organización de mujeres, Niñas del Río, donde nos reunimos, protestamos y acompañamos a nuestra gente en diferentes causas sobre la defensa de nuestro territorio, organizamos festival de diciembre Río Vive, donde hablamos de estas problemáticas e invitamos a otras personas a ser parte de nuestra lucha”, explica.

De este modo es que conoció a Weston Boyles con el que se dieron a la tarea de capacitar a jóvenes de diferentes países sobre la importancia de proteger la naturaleza y acompañar a las comunidades en estas problemáticas.

“El mundo debe pensar sobre las consecuencias de las megarepresas; me di cuenta que, a través de intercambios los jóvenes pueden aprender de otras personas. Durante siete años hemos realizado intercambios entre Estados Unidos, Chile, Argentina y ahora Bolivia (…). Este año se organizó en Chile para conocer la gravedad de la realidad del río Bio Bio donde se construyeron tres megarepresas”, señala el activista estadounidense. 

Boyles considera que los jóvenes son interlocutores sin fronteras de las amenazas que representan las megarepresas, que van desde eliminar actividades turísticas, ocasionar inundaciones y generar pobreza. “Mi río está siendo afectado y no llega al mar, el río Colorado termina antes de llegar al mar, y eso es muy triste”, asegura.

El kayakista asegura que en contrasentido de lo que se piensa en algunos países como Bolivia, las megarepresas no son una solución al tema energético, pues la corriente mundial apuesta hoy por la energía solar y la energía eólica, y que hoy en día, las grandes represas son demolidas antes de cumplir su “vida útil”.

“En Estados Unidos demolerán el 2021 cuatro megarepresas y no es porque han cumplido su vida útil, sino porque están causando tanto daño al medioambiente y a los pueblos indígenas que tienen que removerlas (…). Se tiene que invertir tanta plata en su mantenimiento, lo que demuestra que no son la solución económica”, afirma.

El activista después de conocer el Parque Nacional Madidi, afirma que Bolivia podría tomar la senda del ecoturismo, de apostar por sus áreas protegidas y las energías renovables, que se constituyen en verdaderas oportunidades para las comunidades campesinas e indígenas que habitan estas zonas.

Por su parte el líder indígena, Álex Villca destaca el movimiento internacional en torno a la resistencia a las megahidroeléctricas y la defensa de los territorios. “Hay experiencias en el mundo donde pueblos indígenas, organizaciones de la sociedad civil se han unificado en estas luchas para cuidar el medioambiente y creo que nos llena de esperanza a los pueblos indígenas que habitamos Bolivia”, afirma.

En análisis de Villca, en el país todavía se está a tiempo de frenar la “terrible devastación” de flora y fauna por las numerosas represas en construcción y otras en proyecto, que provocarían rebalses inmensos.

“Las experiencias de articulación, las luchas conjuntas las estamos construyendo de a poco, ya hicimos acercamiento con el Movimiento de Afectados por las Represas del Brasil (MAP por sus siglas en portugués) que han visitado la cuenca del río Beni, sus testimonios de vida son muy importantes porque ya han vivido los impactos, las afectaciones, el hecho que hubieran sido relocalizados, este despojo de sus territorios ancestrales”, señala.

También destaca el acercamiento con los representantes del movimiento de Defensa de los Territorios y Afectados por las Represas "Ríos Vivos" de Colombia que visitaron Rositas y la cuenca del río Beni.

“Ahora están los hermanos Mapuche que habitan en la central y sur de Chile y habitan también el territorio argentino, llevan 20 años de resistir a estos embates y muchos de ellos intentan construir resistencias que traspasen las fronteras, eso estamos haciendo”, explica.

/JMC/ 

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