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Nacional Sociedad

Planeta Vivo 2022: La deforestación y el uso de suelo principales causas de pérdida de biodiversidad en Bolivia

América Latina y El Caribe en alerta roja por pérdida de biodiversidad acelerada
15 de Octubre, 2022
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Vista aérea de un campo de maíz y un bosque bajo la neblina de humo de incendios forestales. Foto: WWF

La Paz, 15 de octubre de 2022 (ANF). – La situación de la biodiversidad a nivel mundial es crítica revela el informe Planeta Vivo 2022, estudio elaborado por la organización WWF (iniciales en inglés del Fondo Mundial para la Naturaleza. Sin embargo, la situación es aún más preocupante para América Latina y El Caribe por el impacto negativo de las actividades humanas en la naturaleza que desencadena en la pérdida acelerada de biodiversidad en un 94 %. En Bolivia la deforestación y el cambio de uso de suelo son las principales causas que afectan la naturaleza.

¿Por qué se pierde la biodiversidad? El informe identifica cinco impulsores claves de la pérdida de la biodiversidad que son:

Los cambios en el uso del mar y la tierra: considerado el mayor impulsor para la pérdida por la forma en que las personas usan la tierra y el mar y la forma en la que se cultiva los alimentos, las cosechas de materiales como madera o minerales del fondo del océano.

La explotación directa de organismos: la sobreexplotación de plantas y animales, a través de la caza o la caza furtiva es una de las razones del daño a la biodiversidad, además de la sobrepesca.

El cambio climático: está teniendo un impacto dramático en el entorno natural. Según el estudio, algunas especies se están extinguiendo, mientras que otras tienen que trasladarse debido a los cambios en la temperatura del aire, los patrones climáticos y el nivel del mar.

La contaminación: se presenta de muchas formas, desde nitrógeno y amoníaco, causados por una agricultura intensa, hasta microplásticos que se encuentran en las partes más profundas del océano. Los puntos críticos de contaminación son más prominentes en Europa, donde representan una amenaza para los anfibios terrestres, los mamíferos y las aves.

Las especies alóctonas invasoras: son aquellas que llegan a lugares donde históricamente no vivían y superan a la biodiversidad local por recursos como la luz solar y el agua. Esto hace que las especies nativas se extingan, provocando un cambio en la composición del ecosistema natural.

El Informe monitorea a casi 32,000 poblaciones de 5,230 especies del planeta. El parámetro de medición es el Índice Planeta Vivo (IPV), el cual hace un seguimiento de la abundancia en poblaciones de mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios entre 1970 y 2018.

Pérdida de biodiversidad en Bolivia

En el último reporte publicado por el Instituto Mundial de Recursos, Bolivia está en el tercer lugar de los países con mayor pérdida de bosques primarios en 2021, con 291.379 hectáreas deforestadas durante ese año, marcando un récord histórico para el país.

En la Amazonía boliviana, uno de los paisajes con mayor biodiversidad en el mundo, se encuentra uno de los 24 frentes de deforestación identificados a nivel global, una zona con una concentración significativa de puntos críticos de deforestación, donde grandes áreas de bosque remanente están amenazadas. Sólo en este lugar, entre 2000 y 2018, se han perdido al menos el 11% de los bosques.

La ganadería, la agricultura en gran y pequeña escala, la infraestructura de transporte y los incendios forestales, son algunos de los conductores de la deforestación, siendo los tres primeros los que generan mayor impacto y están en aumento.

Los bosques degradados y fragmentados son más propensos a los incendios, que a su vez afectan de manera directa al clima y a la pérdida de biodiversidad. El impacto se observa en distintas especies como el Jaguar (Panthera Onca) y el Bufeo (Inia boliviensis) ambos clasificados en situación vulnerable en el Libro Rojo de la Fauna Silvestre de Vertebrados de Bolivia, lo que significa que, si no desaparecen los factores de amenaza, podrían entrar a la categoría de especie “En Peligro” en un futuro próximo.

“Los datos que presenta el Informe Planeta Vivo, son una fotografía de la situación actual de la naturaleza y los desafíos que enfrentamos para revertir la curva de la pérdida de la biodiversidad. Pero también, son un recordatorio de que en nuestras manos está la posibilidad de hacer un cambio y tomar acciones urgentes para proteger la vida en nuestro planeta. Aprender de las comunidades indígenas, escuchar la voz de los jóvenes, inspirar al sector privado e innovar buscando soluciones basadas en la naturaleza puede llevarnos a cumplir la meta de que las personas y la naturaleza prosperen juntos, este año es clave para decisiones comprometidas y ambiciosas en el marco de la convención para la Biodiversidad y la agenda por el planeta al 2030”, afirma  Samuel Sangüeza Pardo, representante de WWF en Bolivia.

América Latina, entre las zonas prioritarias del planeta

El Informe subraya que las tendencias de abundancia de fauna silvestre varían según regiones, siendo las tropicales las que están sufriendo un mayor declive. Asimismo, las nuevas técnicas de análisis cartográfico sugieren que hay zonas que tienen una alta probabilidad de impacto en la vida silvestre por amenazas como la agricultura o la tala y por su alta riqueza en especies.

Tmabién destaca la situación en la Amazonía, el bosque tropical más grande y con mayor diversidad biológica y cultural del mundo, cuya cuenca se encuentra degradada en un 17%. Advierte que el 26% de la Amazonía presenta un estado de perturbación avanzada, lo cual supone degradación de los bosques, incendios recurrentes y deforestación.

Se trata de un nivel continuo de destrucción con repercusiones devastadoras en el ámbito local e implicaciones negativas para la estabilidad climática del planeta, pues almacena entre 150 y 200,000 millones de toneladas de carbono.

Por otro lado, puntualiza que el 27% de la Amazonía corresponde a territorios indígenas y en ellos se encuentran las menores tasas de deforestación. Es el hogar de más de 500 grupos de pueblos originarios, incluyendo a 66 grupos en aislamiento voluntario y contacto inicial.

De ahí que se acentúe la necesidad de visibilizar el liderazgo de pueblos originarios y comunidades locales, pues sus enfoques de conservación sitúan las relaciones de reciprocidad personas-espacios en el centro de las prácticas culturales y cuidado. Además incluye saberes científicos y ecológicos que se transmiten de generación en generación relevantes para evitar desastres naturales.

“El rugir, el cantar del tigre se podía escuchar cerca de la comunidad hace tres años atrás, ahora ya no. Comparando con mi niñez, soy testigo de una gran diferencia. Los animales que circulaban por la comunidad hoy ya no están. Esta falta también la sentimos en los ríos. La pesca para el consumo de nuestras familias es más difícil, cada vez debemos ir más lejos. Las especies de árboles también han ido desapareciendo. Ser dueños de nuestro territorio nos permite seguir con nuestras actividades y ser protectores de los bosques. Deseamos que sigan surgiendo actividades productivas amigables con el ambiente para poder conservar y aprovechar las bondades de la naturaleza”, revela Flor Delicia Ramos, presidenta de la Asociación de Mujeres en la comunidad indígena Santo Corazón, ubicada en el área Natural de Manejo Integrado San Matías, una de las áreas protegidas más grandes de Bolivia.

En cuanto a especies, las poblaciones de agua dulce muestran un mayor descenso general en el ámbito mundial con un 83%. Por ejemplo, una de las poblaciones evaluadas del delfín rosado del Amazonas sufrió una disminución del 65% debido al aumento de la pesca selectiva, así como a las presiones impuestas por el rápido crecimiento de la población humana.

La mitad de los corales del planeta se ha perdido y ello tiene un impacto negativo en cadena, pues albergan a un cuarto de todas las especies marinas y dan soporte a una compleja cadena trófica que incluye a los humanos. Mientras que la abundancia mundial de 18 de las 31 especies de tiburones y rayas oceánicas se ha reducido un 71% en los últimos cincuenta años.

El derecho a un medio ambiente sano

En más de 80 países, donde se ha reconocido el derecho a un medio ambiente saludable, ha resultado en leyes y políticas ambientales más firmes, una mejor implementación y observancia, una mayor participación del público y, lo más importante de todo, un mejor rendimiento ambiental. Se subraya que es un catalizador de cambios sistémicos y que la ciudadanía lo ha usado para proteger a las especies amenazadas y los ecosistemas en peligro.

“Imaginar un futuro en el que puedan prosperar tanto las personas como la naturaleza debe incluir nuevos enfoques que integren la equidad, la justicia y los efectos del cambio climático. Significa escuchar las voces de todas las personas y centrarse en las poblaciones más vulnerables y desfavorecidas, así como hacer cumplir restricciones y normativas para proteger especies y espacios en peligro, regular a las industrias extractivas o exigir a empresas que cumplan las diligencias debidas en materia de derechos humanos y medio ambiente”, remarca María José Villanueva, Directora de Conservación de WWF México.

El Informe sostiene que la doble crisis ambiental se puede mitigar con el aumento de los esfuerzos de conservación y restauración, la producción y el consumo de alimentos de forma más sostenible, y la rápida y profunda descarbonización de todos los sectores. Los 89 autores que participaron en la redacción del texto piden a los responsables políticos que transformen las economías para que los recursos naturales se valoren adecuadamente.

“El informe deja claro que los sectores públicos y privados, así como el público deben cambiar los valores y normas que definen nuestra relación con la naturaleza porque éstos tienen un sesgo que conduce a la degradación, mediante prácticas destructivas que dañan los océanos, selvas y humedales del mundo. Urge un enfoque transformador que también tome en cuenta otros factores que contribuyen a la pérdida de la biodiversidad y que incluyen los financieros, como la especulación; los económicos, como centrarse en el crecimiento del PIB; los socioculturales, como los actuales patrones de producción y consumo; o aquellos relacionados con una gobernanza deficiente”, puntualiza Jordi Surkin, Coordinador de Conservación de WWF en Latinoamérica. 

El informe alerta sobre el crudo panorama del estado de la biodiversidad y exhorta a los gobiernos, las empresas y al público a tomar medidas transformadoras que reviertan su destrucción. Asimismo, subraya que el mundo enfrenta una doble emergencia inducida por el hombre, la crisis climática y la pérdida de biodiversidad, que amenazan el bienestar de la humanidad.

“De la misma forma que es necesario disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, es urgente revertir la pérdida de biodiversidad y el declive y degradación de los ecosistemas. El Informe nos da información esencial para restablecer nuestra rota relación con el mundo natural y muestra lo apremiante que es integrar principios de justicia ambiental y social en el centro de los cambios. En el marco de la próxima conferencia de biodiversidad COP15 de la ONU, es prioritario impulsar un plan global que, como el Acuerdo de París, tenga como meta revertir las pérdidas y mejorar la salud de las poblaciones silvestres y los ecosistemas”, exhorta Luis Germán Naranjo, Director de Conservación de WWF Colombia.

/ANF/

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    Informe Planeta Vivo 2022