1, VI, 94. ¿Es o no es verdad? LOS 100 DEL PATIBULO Por José Gramunt de Moragas, S.J. ¿Figura Ud. en la lista de encubridores de García Meza? ¿Es cierto que Ud. compró un día un caballo, vendido por 'el dictador' o por cualquier chalán en una feria de acémilas (que nadie se dé por aludido)? Apresúrese a repasar esaslistas porque, a lo mejor, allí está su nombre, por mucho que no lo hubiera podido imaginar. Que hubo cómplices, encubridores, deudos, amiguetes, compinches y demás ralea, los hubo. El dictador necesitó de muchas argucias, de muchas connivencias y de muchas personas para escapar a la persecución de la Justicia. E, incluso cabe sospechar que algunos más de los que no figuran en esa fatídica lista deberían estar en ella. Dada la ligereza con que se citan nombres y apellidos y con que la Fiscalía Gene-ral de la República los filtró a la prensa sin la debida comprobación, todo puedo suceder: que algunos encubridoreshayan escapado a la pesquisa y que otros probos ciudadanos sean incluídos entre los protectores del prófugo de la Justicia. Tanta ligereza e irresponsabilidad conspira contra la credibilidad de la información oficial. Ya nadie sabe cuánto hay en ella de verdad o de mentira. Y, aún peor, arroja sospechas sobre gente inocente. ¿Y quén se limpia el lodo, por lo menos de la duda, luego de que se le ha emba-rrado por medio del arma arrojadiza de la prensa? El inocente perderá su tiempo y su sueño, incluso su dinero, gastándolo en desmentidos públicos que deberá pagar a los periódicos, para quitarse de encima la mancha. Lo menos que se puede pedir a los organismos encargados de la investigación de unos actos supuestamente delictivos es la discreción. Y esto no atenta contra la publicidad de la justicia. Pues, mientras la investigación no cuente más que con indicios vagos, imprecisos, hipotéticos, no debe ser publicitada. Lanzarlos a los cuatro vientos es una impruden-cia por lo que acabo de comentar sobre la duda y el lodo. Pero, a partir del momento en que la sospecha se transforma en un cargo contra una persona que, se presupone, tiene el derecho a la defensa, sólo entonces procede la publicidad. Porque es entonces cuanto se puede cotejar lo que era sospecha de culpabilidad con los datos que la con-firmen o la invaliden. He leído que la entidad que se atribuye en exclusiva la defensa de los derechos humanos coincide con mi suspicacia - no señalo a nadie con nombre y apellido - sobre la posible existencia de otros encubridores que no figuran en la lista de los '100 del patíbulo'. Y que habrá que profundizar lainvestigación para reflotarlos de su anonimato, si es queexisten. De acuerdo. Pero me pregunto por qué, si de losderechos humanos se trata, no se ha invocado el derecho detodo ciudadano a la presunción de inocencia, mientras no sepruebe lo contrario. ¿Un pequeño descuido? Por todo lo dicho, llego a la triste conclusión de que 'el dictador' sigue ejerciendo su nefasto papel de perturbar la vida de muchos bolivianos inocentes. Que revele los nom-bres de algunos culpables no es cosa que deba preocupar, sino todo lo contrario: así el extraditable prestará un buen servicio a la justicia. `Sorprendente! Pero lo que llega al colmo del sarcasmo es que ahora tenga quien le colabore bajo el pretexto de una investiga-ción que pone en el mismo nivel a culpables e inocentes. ¿Hasta cuándo 'el dictador' seguirá quitanto el sueño de los justos? ------ 01-06-94 12:26XXXX
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