
La Paz, 18 de mayo (ANF).- Este 18 de mayo, en una ceremonia solemne, el Papa León XIV dio el inicio oficial a su Pontificado. En su primera homilía como Sucesor del Apóstol Pedro, delineó el enfoque de ministerio: construir una Iglesia cimentada en el amor de Dios, signo de unidad para el mundo y fermento de concordia para la humanidad.
León XIV se presentó con estas palabras: “Fui elegido sin mérito alguno y, con temor y temblor, vengo a vosotros como hermano que quiere ser servidor de vuestra fe y alegría”.
Recordó la misión confiada por Jesús a Pedro: ser “pescador de hombres” para salvar a la humanidad del mal y de la muerte. Sobre esto subrayó que esta tarea sólo es posible porque Pedro, y con él toda la Iglesia, ha experimentado el amor infinito e incondicional de Dios, incluso en la hora del pecado y del fracaso.
“Amor y unidad: éstas son las dos dimensiones de la misión confiada a Pedro”, afirmó.
León XIV citó a San Agustín para describir su visión de la Iglesia como una comunidad reconciliada: “La Iglesia está formada por todos los que están en armonía con sus hermanos y aman al prójimo”.
Desde esa perspectiva, expresó su profundo deseo de que la Iglesia sea cada vez más un signo visible de comunión, reconciliación y fraternidad, especialmente en un mundo marcado por el odio, la violencia y las desigualdades.
“Queremos ser, dentro de esta masa, una pequeña levadura de unidad... Queremos decir al mundo, con humildad y con alegría: ¡Mirad a Cristo! ¡Acercaos a Él!”, exhortó.
El nuevo Pontífice reiteró su compromiso con una Iglesia misionera, abierta al mundo y atenta a los signos de los tiempos, que no se encierre en sí misma ni se sienta superior, sino que abrace a todos con el amor de Dios.
“Esta es la hora del amor”, exclamó. “Con la luz y la fuerza del Espíritu Santo, construyamos una Iglesia que anuncie la Palabra, que se deje interpelar por la historia y que se convierta en fermento de concordia para la humanidad”.
Finalmente, durante el rezo del Regina Caeli, León XIV evocó la memoria de su predecesor, el Papa Francisco: “Durante la Misa sentí fuertemente su presencia espiritual, que desde el cielo nos acompaña”. Además, dirigió una súplica por la paz en las regiones martirizadas por la guerra: Gaza, Myanmar y Ucrania.
Concluyó su mensaje confiando su ministerio a la Virgen María:
“Desde la barca de Pedro contemplemos a María, Estrella del mar, signo de esperanza. Imploremos por su intercesión el don de la paz, el auxilio para los que sufren y la gracia de ser testigos del Resucitado”.
Insignias episcopales “petrinas”
En el rito de inicio del Pontificado, al que asistieron autoridades civiles y religiosas , además de miles de fieles, el Papa recibió las insignias “petrinas”, en un gesto con significado eclesial. Es decir, tres cardenales de los distintos órdenes (diaconal, presbiteral y episcopal) se acercaron al nuevo Pontífice: el cardenal Mario Zenari le impuso el Palio (ornamento litúrgico que evoca al Buen Pastor), y el cardenal Luis Antonio Tagle le entregó el Anillo del Pescador, sello que autentica una misión que fue confiada a Pedro.
Después, doce representantes del Pueblo de Dios -procedentes de diversas partes del mundo, entre ellos el Prepósito General de la Compañía de Jesús, Arturo Sosa, s.j., rindieron al Papa el tradicional rito de obediencia, como símbolo de comunión con el nuevo Pastor universal.
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