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Iglesia

Iglesia: Sede vacante y Jubileo, hoy como en 1700

El Jubileo de 1700 también estuvo marcado por la muerte de un Pontífice. En efecto, Inocencio XII murió el 27 de septiembre, antes de que finalizara el Año Santo que había proclamado.
3 de mayo, 2025 - 14:58
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Escudo de la Sede Vacante del 1700 Foto.  Biblioteca Apostólica Vaticana
Escudo de la Sede Vacante del 1700 Foto. Biblioteca Apostólica Vaticana

La Paz, 3 de mayo (ANF).-  Hay muchas similitudes entre la sede vacante que vive la Iglesia en estos días y la de 1700. También entonces se celebraba un Jubileo: fue convocado por Inocencio XII que, enfermo de podagra -una enfermedad reumática-, no asistió al rito de la apertura de la Puerta Santa en la Navidad de 1699 y murió a los 85 años el 27 de septiembre siguiente.

Fue enterrado en la Basílica Vaticana, pero la elección de su sucesor Clemente XI tuvo que esperar hasta el 23 de noviembre.

El Espíritu Santo y la esperanza de no quedar huérfano

En recuerdo de aquellos casi dos meses en que la Cátedra de Pedro estuvo vacante, se acuñó una moneda que se conserva en la colección de medallas de la Biblioteca Apostólica Vaticana. El reverso representa la paloma del Espíritu Santo con el versículo en latín tomado del Evangelio de San Juan: Non vos relinquam orphanos, o «No os dejaré huérfanos» (Jn 14,18).

«Es una referencia a la muerte de Inocencio XII, pero también un claro mensaje de esperanza para el Cónclave que se abriría poco después», explica a Vatican News Eleonora Giampiccolo, directora del Departamento de Numismática de la Biblioteca Vaticana.

Inocencio XII y la opción por los pobres

«Orphanos se refiere a los cristianos que se quedaron sin la guía espiritual de Inocencio XII, conocido como el "padre de los pobres" y por ello muy parecido al Papa Francisco». De hecho, este Pontífice es recordado por su preocupación por los pobres y marginados: «Durante su pontificado había iniciado obras para ayudar a los huérfanos y a los sin techo. Se piensa en el instituto que creó en el Palacio de Letrán o en el Complejo de San Michele a Ripa Grande, donde se alojaba a los jóvenes huérfanos de Roma, a los que también se instruía en el aprendizaje de un oficio».

Un recuerdo de la decisión de Inocencio XII de dedicar todos sus bienes a la causa de los pobres tras su muerte, señala Eleonora Giampiccolo, es la elección de Francisco de donar lo que poseía para la rehabilitación de los presos.

El Espíritu Santo sobre el Cónclave

«La paloma del Espíritu Santo -continúa la estudiosa de la numismática- se convierte en una representación típica de la Sede Vacante a partir del siglo XVII: es una expresión de la guía divina que debe dirigir la elección del nuevo Papa». Al pie de esta representación, en el reverso de la moneda se lee «Anno Iubil»: a diferencia del Jubileo iniciado por Francisco la pasada Nochebuena, el rito de apertura del Año Santo 1700, con los tradicionales tres golpes de martillo, no fue realizado por Inocencio XII, gravemente enfermo.

La Puerta Santa no abierta por el Papa

Los cardenales tuvieron dificultades para nombrar un sustituto. Se reunieron el camarlengo, el vicecanciller y el decano del colegio cardenalicio. Debido al precario estado de salud de este último, la elección recayó en el vicedecano, el cardenal de Bouillon. «Fue él quien abrió la Puerta Santa en la Nochebuena de 1699 -observa el director-. Cuando se emitió la medalla anual de 1700, el grabador no quiso representar al cardenal que había atravesado el muro en lugar del Papa, sino que optó por representar la Puerta Santa ya abierta y atravesada por una procesión de fieles».

Los mensajes confiados a las monedas

El poder comunicativo de las monedas y medallas conservadas en el Departamento Numismático de la Biblioteca Vaticana era poderoso: 

«Eran medios de comunicación fundamentales. Las imágenes que se representaban en ellas podían ser entendidas incluso por quienes no sabían leer», confirma. «La moneda es también un medio de intercambio, mientras que la medalla es ante todo un documento, un medio de comunicación. Se convierte en un documento para nosotros, la posteridad, que la estudiamos».

El Papa da su vida por la Iglesia

Emblemática de la cercanía de Inocencio XII a los pobres es otra medalla. El anverso representa el busto del Pontífice, mientras que el reverso representa a la Caridad acudiendo en ayuda de los pobres: «La leyenda alude a una herencia. Se trata de una cita del texto del Eclesiástico en la que se dice que la descendencia de los justos permanecerá para siempre». El amor del Papa Pignatelli por sus hijos, por la Iglesia, queda finalmente conmemorado por una última medalla, más grande, que Eleonora Giampiccolo nos muestra antes de despedirse: «Fue realizada por una mujer, Beatrice Amerani, que pertenecía a una de las familias de grabadores más importantes de la ceca papal. Su reverso muestra al pelícano abriéndose el pecho del que brota sangre para alimentar a sus crías». La iconografía representa tradicionalmente el sacrificio de Cristo y su amor por la humanidad.

Fuente: Vatican News
 

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