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Opinión

UN FLAUTISTA PARA EXALTACIÓN

5 de Octubre, 2016
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FÁTIMA LÓPEZ BURGOS
Los habitantes de Exaltación, Beni, un municipio rural de la provincia Yacuma, tras ser declarada zona de desastre por efecto de los incendios y la sequía, amanecieron con otra novedad: Una plaga de ratones había invadido esta tranquila población de no más de 12.462 habitantes cuya principal actividad económica es la ganadería y la agricultura de subsistencia.

Ante la emergencia y desatención de las autoridades de salud, decidieron resolver el problema por cuenta propia con acciones rápidas, efectivas y de bajo costo.

Los entusiastas pobladores iniciaron una inusual campaña de boca a boca que luego llegó a los medios. La campaña “Dona un gato a Exaltación” busca lograr la donación de gatos de todas las razas y colores para que puedan hacer frente a los aguerridos roedores y comérselos de un bocado.

Propuesta ingeniosa que molestó a Ariana Campero, ministra de Salud quien  señaló que desde su despacho brindará apoyo a esa población aclarando que la plaga  de ratones que invadió Exaltación, son ratones ecológicos, sólo consumen frutas y por tanto no serían potenciales transmisores de la fiebre hemorrágica o el temido Hantavirus.

Rumbo al río

Sobre la base de esa valiosa información me puse a pensar que si la ciudad alemana de Hamelín, en siglos pasados, al verse invadida por ratones decidió contratar un flautista para que con su música pegajosa los condujera al río para que se ahogaran, ese mismo ejemplo pudiera ser imitado por la lejana Exaltación.

En Exaltación para alegría de los pobladores, confluyen las aguas navegables del río Yacuma,  Rapulo,  y otros; por tanto, el flautista tendría un trabajo liviano y con buenos resultados, las ratas serían disipadas rápidamente.

Este remedio provocador  podría convertirse en un efecto boomerang para la población que habría eliminado los ratones, pero habría convertido a Exaltación en una pequeña Gatilandia desratizada.

Se sabe que los gatos transmiten más de 10 enfermedades, entre ellas la toxoplasmosis, rabia, parásitos, alergias respiratorias y la fibrosis pulmonar que médicamente afectó al escritor mexicano Carlos Monsiváis y lo llevó a la tumba; sus restos descansan en una urna en forma de gato. 

El escritor compartía su vida junto a más de 20 felinos y su amor desmedido por ellos lo llevó a fundar la asociación civil Gatos Olvidados. Experto en el arte bautismal, llamaba a sus mascotas con nombres sugestivos como: Catástrofe, Evasiva, Posmoderna, Voto de castidad, mientras su preferida era Miss Oginia en honor a una gata que salvó de morir de la eutanasia.

La ministra de Salud tiene un gran problema a resolver, ojala el remedio no resulte peor que la enfermedad.

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