Opinión
20 de mayo de 2023 07:00Solo por el gustito español de ser héroes
En 1971, el III Congreso Nacional del PCB hace, bajo la batuta de Jorge Kolle, su balance sobre la guerrilla del Che. Allí afirma que, si el partido hubiera llevado a la práctica un verdadero apoyo militar y paramilitar a la guerrilla, eso no habría variado su curso final. Y Kolle remata: “Probablemente habría habido más combatientes y, consiguientemente, más héroes revolucionarios...”, pero nada habría cambiado sustancialmente.
Ese gustito por los héroes revolucionarios, por la vanidad, irrita al PCB de 1971, al igual que el apoyo de Lechín y, quién lo diría, el soporte inicial de Paz Estenssoro a la guerrilla. “Pose demagógica y oportunista” les dice el PCB, subrayando que Paz se retractó de su precipitado voto oral a favor de la guerrilla.
Ese orgullito de ser héroes, ¿les venía por vía española al guerrillero argentino, a los guerrilleros cubanos, peruanos y bolivianos? Hay quien, en otro contexto, pudo asegurarlo: Nikita Khrushchev. En un documento revelado por Cuba en 2002, relativo a la crisis de los misiles, se resume la charla en diciembre de 1962 entre el comunista cubano Carlos Rafael Rodríguez y el premier soviético. El contexto es el de las recriminaciones de este último por la posición cubana, rebelde y ofendida, ante la URSS, luego de la crisis de los misiles. Khrushchev enmarca la postura cubana en los mismos términos que años después lo haría el secretario general del PCB en Bolivia con la guerrilla: “Por supuesto que ustedes son orgullosos, pues ustedes pueden morir como héroes, están preparados para hacerlo, pero eso no resuelve sus problemas…La gente no quiere morir, quiere vivir. No podemos darle un programa para morir”.
A propósito de la letra de unas canciones rusas, “nosotros también hablamos acerca de morir heroicamente, pero eso está bien para las canciones”, añade Khrushchev. Y por la fluida verbosidad cubana, aduce que ellos, los soviéticos, llevaban 45 años blasfemando contra los imperialistas, “pero sería muy fácil si eso fuera todo lo que tuviéramos que hacer” (este es también un regaño de Khrushchev, sin saberlo, a los gobernantes bolivianos de sesenta años después).
En eso, viene la conexión española. Khrushchev le expresa a Carlos Rafael: “Ustedes tienen sangre española, son orgullosos, hablan de principios…”. Y después Khrushchev le da su propia lectura de lo que es el marxismo-leninismo, que confunde con el manual del buen estratega: “Medir las fuerzas del enemigo, saber cómo distinguir las fuerzas apropiadas, y solo entonces pelear”. Khrushchev no lo sabía, pero sus palabras se ajustarían muy bien a la guerrilla encabezada por el Che en Bolivia pocos años después.
El que sí lo sabía era Jorge Kolle. En su balance para el Congreso del partido de 1971, apunta que la correlación de fuerzas era completamente desfavorable a la lucha armada. “El movimiento guerrillero no tenía la posibilidad cierta de generar el apoyo del pueblo”. Luego, Kolle ajusta cuentas con Cuba: el aparato urbano de la guerrilla fue montado a espaldas del Partido. La guerrilla fue dejada sin apoyo ni de la Isla. Sin embargo, el Partido ayudó al aparato urbano de la guerrilla con alojamientos de seguridad, depósitos y lugares adecuados para la instalación de trasmisores, aunque los recursos del aparato urbano fueran superiores a los partidarios. Finalmente, el último contingente guerrillero fue salvado “solo gracias al resuelto trabajo de nuestro Partido, fundamentalmente”.
Al Che Guevara, Kolle le recuerda póstumamente que el fracaso tiene su causa en la forma de organización de la guerrilla “y en las condiciones políticas y sociales que rodearon su desenvolvimiento”. ¿O no era cierto que el Che había escrito que las circunstancias favorables en que se desenvuelva la conducta del pueblo eran vitales? “La lucha heroica no provocó la movilización de las masas” le enrostra Kolle a un Che difunto, con palabras similares a las de Khrushchev a los cubanos. Como Khrushchev le dijo a Carlos Rafael Rodríguez: “… en ese momento era necesario hacer las cosas con más sensibilidad. Ustedes se han comportado de algún modo como gallos de pelea.”
Gonzalo Mendieta Romero es abogado
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