
En el discurso de la falsa izquierda, desde Cuba, pasando por Nicaragua, Venezuela hasta Bolivia, el repertorio es conocido. Todos los males de estos regímenes son atribuidos al imperio, a la derecha y al capitalismo. Sin embargo, la frase del título, que endilga la responsabilidad de la inflación y la subida del dólar a la derecha, es de antología. Pasara a los anales de la historia, pues la afirmación, frente a la teoría económica, es un descomunal exabrupto.
Pues bien, antes de examinar lo que refiere la teoría económica sobre las causas y motivos de la inflación, considero de suma importancia respaldar mi afirmación de que la izquierda que gobierna, en estos cuatro países del socialismo del siglo XXI, es absolutamente falsa.
En ese sentido, por más polémico que parezca el asunto, debemos subrayar los valores que ideológicamente proclama la izquierda, como la justicia social, la comunidad, la solidaridad y la igualdad, acompañadas con la verdad y la razón. Siendo la igualdad una utopía, la disminución de las desigualdades, como nos decía Norberto Bobbio, sería la verdadera razón de la izquierda.
La izquierda, entonces, no es una bandera con la que “una manga de delincuentes” engaña y roba la plata del pueblo. Vean la falsedad, predican la sobriedad mientras que, con la plata del pueblo, viven en la opulencia y con descomunales privilegios. Son los nuevos ricos, insensibles a pobreza y al aumento de las desigualdades. Con el discurso de izquierda, estos estafadores, al margen de tomar el poder y disfrutar de sus prerrogativas, pretenden todavía, para preservar sus privilegios y permanecer impunes, mantenerse de por vida en el poder. Son falsos, en todo el sentido de la palabra.
Dicho esto, volvamos ahora al tema, a la afirmación de la frase del título. Ignoro si se trató de un discurso estratégicamente diseñado, a tono con la línea internacional, o, un chiste de mal gusto. Sin embargo, por su carácter absolutamente ilógico y pintoresco, causo asombro y dejo “boquiabierto” a más de una persona.
La inflación en Bolivia, entre otras cosas, tiene origen en el déficit fiscal. Se gasta más de lo que ingresa. Ese es el problema de fondo. Si consideramos que el déficit fiscal actualmente bordea el 12% del Producto Interno Bruto (PIB), este alcanzaría la escalofriante cifra 5.400 millones de dólares. Ese es el monto que el gobierno debe gestionar, de cualquier forma, en promedio por año, para equilibrar sus cuentas.
Del 2015 al 2023, el déficit fiscal promedio fue de 8% anual. Son diez años de déficit continuo. En una primera etapa, el déficit fue financiado con las Reservas Internacionales Netas (RIN). De 15.000 millones de dólares, el 2015, estas se redujeron, el 2024, a casi nada en divisas. Solo quedan 22 toneladas de oro, que no pueden vender, pero podrían empeñar.
Luego, para seguir manteniendo y financiando el déficit, apelaron al crédito externo. Al 2024, la deuda, interna y externa, supera los 36.000 millones de dólares. Cada boliviano debe en promedio de 3.000 dólares.
Agotadas las fuentes de financiamiento, vale la pena preguntarse ¿Cómo el gobierno obtiene esa millonaria cifra para sostener el déficit?
En las circunstancias mencionadas, el único financiador que queda es el Banco Central. Según, un último informe de la Fundación Milenio, el 70% del déficit fiscal está siendo financiado por el Banco Central. Este, al no tener reservas, necesariamente debe acudir a la impresión inorgánica de moneda.
Si revisamos los manuales de economía, estos nos dirán que, financiar el déficit fiscal con impresión de billetes inorgánicos, inevitablemente genera inflación. Los países que han acudido a este fatal expediente, han terminado destrozando sus economías. Primero con inflación, luego con hiperinflación. Y, como ya se puede sentir, la inflación vuelve más pobres a los pobres. La hiperinflación, a su vez, condena a millones de pobres a la miseria.
La inflación, por lo tanto, más allá de otros factores como el climático y el mercado externo, tiene origen en esa perniciosa practica populista: gastar lo que no se tiene. Y, como lo hacen siempre, se les hace imposible salir de ese circulo vicioso, cuyo final inexorable es la quiebra. Por más duro que sea, para detener la inflación, necesariamente se debe dejar de gastar lo que no se tiene.
Como se puede observar, culpar a la derecha por la inflación, resulta extremadamente cínico.
Así mismo, la subida del dólar en el mercado paralelo se explica, fundamentalmente, por ese principio de economía que es como una “ley de hierro”: cuando un bien o un producto escasea, la tendencia inevitable es la subida de su precio.
En Bolivia, desde la drástica reducción de los ingresos del gas, que el 2014 alcanzaron a los 6.000 millones de dólares y hoy ni siquiera llegan a los 2.000; escasean los dólares. Lo poco que queda, por apenas, alcanza para los pagos del servicio de la deuda externa. A veces, incluso, para honrar sin retrasos estos pagos, se recorta la compra de combustible. El día en que se deje de pagar o exista retrasos, nos declararan en default (quiebra). Las calificadoras internacionales dan cuenta de que estamos cerca de aquello.
Mientras las divisas sean escasas o no existan, según las “leyes” de la economía, el precio del dólar seguirá subiendo. Endilgar a la derecha por este fenómeno es inadmisible.
Como mencione, la frase del título, es un exabrupto de antología.
El autor es profesor de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Mayor de San Simón