
No puedo dejar de mencionar la extraordinaria fotografía de Trump y Zelenski sentados conversando uno frente al otro en una sillas tapizadas en color rojo sin ningún protocolo en medio de un escenario lujoso rodeados de mármoles y estatuas en la basílica de San Pedro durante el funeral del Papa Francisco. ¿Sería un legado más del Santo Padre? ¿Sería un mensaje enviado desde el cielo? ¿Ésta podría ser una quimera? Tal vez, no para los católicos creyentes que queremos ver terminada la guerra.
Tras la improvisada conversación, ambos comentaron que fue fructífera en aras de terminar la guerra entre Rusia y Ucrania.
Recordemos que el anterior encuentro entre los mandatarios en la Casa Blanca fue lamentable ya que el presidente de EEUU humilló al de Ucrania delante la prensa mundial.
Respecto a la otra guerra, que es entre Palestina e Israel, el Santo Padre afirmó que no es una guerra si no terrorismo e insistió que la paz solo llegará a través de la creación de dos Estados.
¿Y esto, a qué viene? A que los ciudadanos del mundo vemos y escuchamos a diario los horrores que ocurren en las dos guerras que hay en curso, y, como en toda guerra -que es absurda- sólo han traído muerte y dolor y no hay visos de que se llegue a acuerdos de paz.
El Papa ha dejado un legado extraordinario. Transformó la iglesia, denunció actos irregulares y de corrupción, y enfrentó casos complicados.
Hace 12 años, cuando salió humo blanco del Vaticano y anunciaron que un jesuita argentino había sido elegido Papa, echamos el grito al cielo de alegría porque era la primera vez que se escogía a un latinoamericano que sería el líder de 1.400 millones de fieles.
Jorge Bergoglio escogió llamarse Francisco, por San Francisco de Asís, el monje conocido por ayudar a los pobres y marginados. No sólo abogó por los pobres sino vivió una vida sencilla, austera y humilde. Un ejemplo claro es que prefirió vivir en la casa de Santa Marta en lugar del Palacio Vaticano.
Desde el inicio, su trayectoria como sacerdote fue extraordinaria. Trabajó en la villas miseria en Buenos Aires y salvó a 100 personas durante la Guerra sucia en Argentina cuando los militares tomaron el poder entre la década de los 70 y 80.
Abogó por los refugiados inmigrantes ya que tu familia vivió algo parecido. Sus abuelos apenas lograron salvarse de un naufragio cuando inmigraron a Argentina. Por eso, cuando fue a la isla de Lesbos, llevó
a Roma en el avión papal a tres familias musulmanas.
Promovió el diálogo intercultural y religioso en un encuentro entre líderes de las iglesias judías, musulmanas y católicas en Tierra Santa. Allí exigió no utilizar el nombre de Dios para justificar la violencia.
Dicen que la diplomacia vaticana, es la más seria del mundo. El Pontífice fue promotor del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre EE.UU. y Cuba cuando el gobierno de Barak Obama, tras 61 años de rompimiento.
Enfrentó temas estridentes que han manchado la imagen de la Iglesia Católica y muchos católicos han dejado de ir a misa. Un ejemplo es el caso de los abusos sexuales por parte de sacerdotes, probablemente una de las peores vergüenzas que ha sufrido la iglesia. Para el efecto, destituyó a varios involucrados, promulgó leyes y empatizó con las víctimas.
En torno a las relaciones homosexuales, autorizó su bendición porque son personas que suelen sufrir el rechazo de la sociedad. En torno a la comunidad lgtbiq+ (que hoy se expone tanto) expresó que “son hijos de Dios”.
Condenó el aborto que se ha convertido en un tema hasta en las campañas presenciales. Ocurre que si una madre no quiere tener a su hijo, hay otra mujer que puede adoptarlo.
El Santo Padre fue criticado por los conservadores por recibir al oscuro dictador venezolano Nicolás Maduro, a la presidenta de Argentina Cristina Kirchner, involucrada es casos de corrupción, a Lula cuando no era presidente, quien estuvo preso por casos de corrupción, y a Evo Morales.
Cuando vino a Bolivia, Morales le regaló un crucifijo tallado en madera sobre la hoz y el martillo. Vimos como El Papa quedó desconcertado.
El Santo Padre, también cumplía el rol de Jefe de Estado y perdonaba a todos, como Jesús, que perdonó hasta a quienes lo crucificaban.
No permitió que reine la corrupción en el Vaticano. Descubrió que el poderoso purpurado Angelo Becciu estaba involucrado en irregularidades financieras. Fue juzgado por un tribunal penal de la Santa Sede y condenado a ser inhabilitado de forma perpetua para ejercer cargos en el Vaticano.
Dicho cardenal insistió en ser candidato a Papa y entrar al cónclave que se llevará a cabo esta semana. El Pontífice, sin embargo, dejó dos cartas que le prohíben participar y afortunadamente no lo hará.
El miércoles próximo comienza el cónclave más secreto del mundo. Lo más probable es que de los 133 cardenales que tienen que votar, resulte elegido un seguidor de Francisco ya que durante su papado, eligió al 81% de los postulantes.
Sin duda, el Papa Francisco, fue un hombre de Dios.
La autora es escritora