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Opinión

CONSTRUIR UNA DEMOCRACIA REAL, ESTABLE Y MADURA

14 de Noviembre, 2012
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MIGUEL MANZANERA, S.J.

El Cardenal Julio Terrazas en su discurso de despedida como Presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana el pasado 10 de noviembre, se refería a los acontecimientos específicamente religiosos que celebra la Iglesia Católica en el “Año de la Fe”. Dentro de esa perspectiva expuso también algunos hechos que atentan a la dignidad, a la libertad y a la vida misma de los bolivianos: pobreza, manipulación de amplios sectores de la población, expansión del narcotráfico en la juventud y utilización arbitraria de la justicia para amedrentar a personas opositoras sin respetar el principio fundamental de la presunción de inocencia. Como consecuencia pidió “actitudes de servicio clarividente y oportuno” para avanzar “por el arduo camino en la construcción de una democracia real, estable y madura”.

Hay que subrayar esta petición del Cardenal. A diferencia de las dictaduras del pasado, una característica de los actuales gobiernos autoritarios tratan de recubrirse bajo un manto democrático. En otras épocas los golpes de estado, impuestos incluso con violencia y muertes, se legitimaban lisa y llanamente con la toma del poder. Sus líderes se proclamaban gobernantes y anulaban o suspendían las instituciones democráticas, simbolizadas en el cierre del parlamento, y creaban organismos de gobierno nombrados por ellos mismos. No tenían ningún rubor en asumir todos los poderes alegando la situación de emergencia o de extrema necesidad.

En cambio hoy en día ha crecido una condena generalizada hacia los gobiernos dictatoriales. Por eso éstos despliegan una estrategia para asumir de forma gradual y “democrática” el poder total. El actual gobierno de Bolivia consiguió electoralmente el control del poder legislativo con la mayoría de dos tercios. Sin tener que negociar con la oposición ha promulgado leyes algunas de las cuales transgreden los principios fundamentales del derecho como ser la irretroactividad, la presunción de inocencia y el debido proceso. Tal es el caso de la Ley sobre Autonomías que admite la imputación contra una autoridad para iniciar el proceso de destitución sin tener una sentencia.

También se han seleccionado candidatos afines a la línea partidista oficialista para ocupar puestos claves en el poder electoral, en la fiscalía general y en los tribunales superiores de justicia. Con ello el gobierno ha encontrado una vía fácil para amedrentar y silenciar a los opositores políticos, incluyendo a los medios de comunicación, mediante procesos penales o civiles, encarcelamientos preventivos y acusaciones con efectos de destitución.

Otro ejemplo de esta perversión de la democracia ha sido la acusación del delito de desacato a la autoridad como arma política para intimidar a los opositores. Este delito ya ha sido abolido a nivel internacional por la jurisprudencia del Corte Internacional de Derechos Humanos de la OEA. Finalmente ha sido también anulado por el Tribunal Constitucional Boliviano, aunque algunos miembros de gobierno pretenden sustituirlo por figuras afines.

Es ilustrativo el proceso judicial iniciado por el gobierno contra la Agencia de Noticias Fides y los periódicos Pagina Siete y El Diario, , desconociendo el fuero propio de los periodistas, establecido en la vigente Ley de Imprenta. Se les acusa de incitación al racismo por haber publicado casi literalmente el discurso que pronunció el mismo Presidente Evo Morales a sus partidarios en Tiwanaku. Afortunadamente ha habido una repulsa contra estas instrumentalizaciones de la democracia.

Si esta estrategia no se rectifica es previsible que el actual gobierno de Bolivia pase a la historia como una “democracia dictatorial”. Tarde o temprano será rechazada por una mayoría de la población que valora la democracia real, basada en la independencia de los tres poderes clásicos, ejecutivo, legislativo y judicial y en el respeto de todos los derechos humanos fundamentales en los ámbitos personales, familiares, sociales, religiosos y políticos.

Por todo ello se comprende mejor el llamado del Cardenal Julio Terrazas dentro de la nueva evangelización a “construir una democracia real, estable y madura”, dentro del plan salvífico de Dios: “Es el Señor, que nos llama y envía a anunciar a ‘tiempo y destiempo’ el Evangelio de la Vida y del amor. […] Tarea ardua la que nos espera, pero no olvidemos que el Señor de la historia sigue acompañando a su Iglesia con la fuerza y acción de su Espíritu. Que María nuestra Madre, nos asista en estos días de trabajo intenso para guiar a nuestras Iglesias peregrina en Bolivia. Gracias”. Recojamos ese legado profético de nuestro benemérito Cardenal.

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