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Nacional Sociedad

¿Es o no es verdad?

AK3146 r ccc abonado YYYY LP 31- 31, V, 95. ¿Es o no es verdad? LA INDIGESTION DE UN MONITO Por José Gramunt de Moragas, S.J. Les contaré la historieta de un monito que murió empacha- do de leche. Aviso: a las personas aprensivas se les reco- mienda abstenerse de leerme. Hace ya muchos años, un amigo se trajo en el bolsillo del saco a un monito del Oriente. Al poco de llegar a La Paz, el pobre cuadrúmano falleció. La causa de su muerte no podía ser el hambre pues mi amigo le había venido alimen- tando con maternal cuidado, amamantándole con varios bibe- rones de leche. Resultaron demasiados por lo que enseguida explicaré. Mi amigo era aficionado a la taxidermia. Abrió al monito en canal y descubrió con gran sorpresa que todo el sistema digestivo, desde el esófago, al estómago e intesti- nos, era una especie de requesón cuajado. El pequeño simio había muerto por un atosigamiento de leche. Usted sabe que la imaginación es la 'loca de la casa'. Pues así operó en mí aquella imagen del pequeño simio que me quedó grabada en la memoria. Cada vez que me encuentro aprisionado en las calles de la ciudad por el embotella- miento de vehículos, se me viene el recuerdo el sistema intestinal del difunto. El sistema vial se ha vuelto reque- són y no se va ni para adelante ni para atrás, pese a los movimientos peristálticos y espasmódicos de conductores apresurados y prepotentes, peatones suicidas y policías gesticulantes y malhumorados. Las autoridades paceñas de tránsito han decidido aplicar un laxante a la ciudad para dar fluidez a la circulación rodada: paradas fijas para buses, micros, y minis, señaliza- ción, cebrados en los cruces para preservar la integridad física de los peatones (`qué feo nombre: 'pedestrians' en inglés, 'pedoni' en italiano!), educación vial del público por los medios de comunicación, sincronización de los semá- foros y otras disposiciones que ya debieron ser aplicadas antes de que se produjera la oclusión intestinal del centro urbano. Por lo visto, el servicio de Tránsido ha practicado una taxidermia simulada al cuerpo casi-difunto de la circulación vehicular urbana. Y ha resuelto poner todos sus cono- cimientos, su instrumental y su farmacopea para salvarnos de la mortal indigestión. `Mis felicitaciones! Sin embargo, el aumento sostenido de vehículos que ingre- san en el centro de nuestras ciudades exige ya otras previ- siones, como las que han tenido que ser aplicadas en otras partes del mundo. Este es un serio problema de urbanismo que supera la extensión de este artículo, pero que debe ser previsto por quienes planifican las ciudades. Volviento a nuestro tema, si cada uno de los conductores de vehículos no asumimos nuestra propia autodisciplina (nunca mejor aplicado el prefijo "auto"), nuestras calles y avenidas terminarán como el sistema digestivo del monito muerto. Preguntaré si la receta prescrita por Tránsito incluye también a los taxis y a esos otros 'aurigas' del servicio público que uno llama por teléfono y, entre ellos se comuni- can por radio. ¿Los 'taxímanos' van a 'auto-regularse' con ejemplar disciplina ciudadana? A ver si con el nuevo tratamiento gastrointestinal salva- mos a la ciudad al mismísimo borde del colapso. ----- 31-05-95 12:10 XXXX
31 de mayo, 1995 - 13:23
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31, V, 95. ¿Es o no es verdad? LA INDIGESTION DE UN MONITO Por José Gramunt de Moragas, S.J. Les contaré la historieta de un monito que murió empacha-do de leche. Aviso: a las personas aprensivas se les reco-mienda abstenerse de leerme. Hace ya muchos años, un amigo se trajo en el bolsillo del saco a un monito del Oriente. Al poco de llegar a La Paz, el pobre cuadrúmano falleció. La causa de su muerte no podía ser el hambre pues mi amigo le había venido alimen- tando con maternal cuidado, amamantándole con varios bibe-rones de leche. Resultaron demasiados por lo que enseguida explicaré. Mi amigo era aficionado a la taxidermia. Abrió al monito en canal y descubrió con gran sorpresa que todo el sistema digestivo, desde el esófago, al estómago e intesti-nos, era una especie de requesón cuajado. El pequeño simio había muerto por un atosigamiento de leche. Usted sabe que la imaginación es la 'loca de la casa'. Pues así operó en mí aquella imagen del pequeño simio que me quedó grabada en la memoria. Cada vez que me encuentro aprisionado en las calles de la ciudad por el embotella-miento de vehículos, se me viene el recuerdo el sistema intestinal del difunto. El sistema vial se ha vuelto reque-són y no se va ni para adelante ni para atrás, pese a los movimientos peristálticos y espasmódicos de conductores apresurados y prepotentes, peatones suicidas y policías gesticulantes y malhumorados. Las autoridades paceñas de tránsito han decidido aplicar un laxante a la ciudad para dar fluidez a la circulación rodada: paradas fijas para buses, micros, y minis, señaliza-ción, cebrados en los cruces para preservar la integridad física de los peatones (`qué feo nombre: 'pedestrians' en inglés, 'pedoni' en italiano!), educación vial del público por los medios de comunicación, sincronización de los semá-foros y otras disposiciones que ya debieron ser aplicadas antes de que se produjera la oclusión intestinal del centro urbano. Por lo visto, el servicio de Tránsido ha practicado una taxidermia simulada al cuerpo casi-difunto de la circulación vehicular urbana. Y ha resuelto poner todos sus cono-cimientos, su instrumental y su farmacopea para salvarnos de la mortal indigestión. `Mis felicitaciones! Sin embargo, el aumento sostenido de vehículos que ingre-san en el centro de nuestras ciudades exige ya otras previ-siones, como las que han tenido que ser aplicadas en otras partes del mundo. Este es un serio problema de urbanismo que supera la extensión de este artículo, pero que debe ser previsto por quienes planifican las ciudades. Volviento a nuestro tema, si cada uno de los conductores de vehículos no asumimos nuestra propia autodisciplina (nunca mejor aplicado el prefijo "auto"), nuestras calles y avenidas terminarán como el sistema digestivo del monito muerto. Preguntaré si la receta prescrita por Tránsito incluye también a los taxis y a esos otros 'aurigas' del servicio público que uno llama por teléfono y, entre ellos se comuni-can por radio. ¿Los 'taxímanos' van a 'auto-regularse' con ejemplar disciplina ciudadana? A ver si con el nuevo tratamiento gastrointestinal salva-mos a la ciudad al mismísimo borde del colapso. ----- 31-05-95 12:10XXXX
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