Actividad minera en cercanías del Madidi. Foto. ANF
La Paz, 9 de febrero (ANF).- La expansión de la minería ilegal a lo largo de la cuenca del Amazonas es un problema latente que no se ha detenido a pesar de la pandemia de Covid-19 y que se desarrolla bajo el amparo de entidades y autoridades. Los daños devastadores de la explotación aurífera se evidencian en las aguas turbias, producto del movimiento de la maquinaria, desechos y uso de mercurio.
En un escenario donde suman las denuncias de actividades mineras dentro de territorios indígenas, reservas y áreas protegidas en regiones amazónicas como es el Madidi, también se acrecientan las demandas de protección, controles e intervenciones frente a los daños que generan estas actividades, como la contaminación de las aguas.
“El área protegida más mega diversa del mundo, Madidi, nos convoca a su defensa nacional - internacional. La biodiversidad, ríos, agua, montañas, bosques, paisajes, medicinas, pueblos indígenas, son devorados en la Amazonía por la minería aurífera como política de gobierno”, manifestó la líder indígena y representante de la Coordinadora Nacional de Defensa de los Territorios Indígenas Originarios Campesinos y Áreas Protegidas (Contiocap), Ruth Alipaz.
En julio de 2021, en un recorrido que realizó ANF a lo largo de los ríos Kaka y Beni se pudo evidenciar la permanente actividad de explotación aurífera con enormes dragas chinas y colombianas y fuertes movimientos de tierra, piedras y desechos hacia los afluentes, esto enturbia de manera evidente estas aguas.
Pobladores del lugar aseguraron que el cambio en la pureza del agua fue notorio, junto con la pérdida de peces, que son parte de la alimentación básica de indígenas y campesinos de la zona.
“La Amazonía expuesta. Pero los daños por la minería aurífera se van expendiendo, ya que ese mercurio va desde La Paz a través de los diferentes ríos y ahora se consume también en Beni y Pando”, detalló el investigador en temas mineros, Héctor Córdova.
El panorama es similar en otros países
Este hecho también se replica en otros países que conforman la cuenca del Amazonas, como Colombia.
Una investigación detalla que en 2020 se encontraron cerca de 100 sitios de minería ilegal de oro a lo largo de los ríos Caquetá, Putumayo y Cotuhé, según la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG) en Colombia.
Y a lo largo de esas fuentes hídricas, es clara la contaminación, alteración del color del agua, y de la presencia del mercurio utilizado para separar el oro de los sedimentos que contamina las fuentes de agua y envenena la vida silvestre.
A esta afectación por la minería, se suma el reciente reporte desde Brasil sobre la contaminación de las aguas en Alter do Chao, una de las principales zonas biodiversas del estado amazónico de Pará.
“Ambientalistas y habitantes de Alter do Chao, situado en el municipio de Santarém, a orillas del río Tapajós, afirman que este fenómeno del agua más turbia es debido en buena parte al ‘garimpo’, la minería ilegal que se practica a unos 300 kilómetros de este lugar, en regiones del Medio y Alto Tapajós”, reporta el portal de El Ciudadano.
La parte amazónica de Perú no es la excepción, porque ya en el 2016 la agencia Mongabay describió que en el municipio de Río Santiago se evidenció el funcionamiento de diez dragas en el cauce de la quebrada, 24 horas del día, “con dos turnos de trabajo de 12 horas. Allí, los barriles vacíos de mercurio son el marco de un bosque deforestado que se extiende a lo largo de 20 hectáreas”.
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