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Economía

Los ganaderos de Beni amplían las áreas de las estancias y las quemas lo certifican

Históricamente, las leyes promulgadas por los gobiernos favorecieron a intereses de los ganaderos; en dos décadas, cuadruplicó la cifra de estancias ganaderas en el municipio de Exaltación del departamento de Beni. Con el nuevo Plan de Uso de Suelos (PLUS) departamental, un instrumento técnico aprobado por ley que regula el uso de suelo, los ganaderos apuntan a ampliar aún más las tierras dedicadas a la ganadería.
28 de Marzo, 2022
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Foto. La Brava Digital

Texto publicado en la revista digital La Brava

La Paz, 28 de marzo (ANF).- Estancias con miles de hectáreas de sabanas secas, donde pasta el ganado de la raza Nelore, aquella de pelaje blanco, es lo que se observa de izquierda a derecha, en el viaje de tres horas en moto, la única forma de llegar a la comunidad Rancho Ginebra, la más cercana del Exaltación, municipio con tradición histórica en ganadería en Beni, Bolivia. Un siglo atrás, en estas tierras benianas habitaba la etnia indígena cayubaba. Se estima que, cada año, del total del ganado bovino, un 50% tiene un ternero y éste necesita otras cinco hectáreas para su crianza.

Es un jueves de octubre de 2021, la temperatura supera los 30°C y la resolana, sumado a la tierra arcillosa blanca que se levanta del suelo, quema los pies y las manos, y la forma de combatir este clima es con una botella de agua de vertiente y el viento que sopla en el recorrido a Rancho Ginebra, cuyas tierras colindan con la de un brasileño, y es una de las 26 comunidades de Exaltación. Este municipio, en cinco años seguidos, lidera la cifra de hectáreas quemadas en el departamento de Beni.

Exaltación, segunda sección municipal de la provincia Yacuma,­ es conocida como la tierra de los cayubabas, uno de los 18 pueblos indígenas que habita en Beni y cuenta con una superficie de 17.193 kilómetros cuadrados. Fue fundada en 1704, como Exaltación de la Santa Cruz, por el padre Fay Antonio Garriga, según el Plan de Desarrollo Municipal de Exaltación (2001); 11 años antes, en 1693, Agustín Zapata, otro cura, visitó siete aldeas de los cayubabas donde vio que trocaban cuchillos, hachas y machetes, por maíz, maní y yuca. En cada una de las aldeas había unas 1.800 personas. 

Los datos oficiales de la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT), dependiente del Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras, muestran que, en seis años (2013-2017, 2020) Exaltación es el municipio con cifra más alta de hectáreas quemadas en Beni con un acumulado de 3.015.016 hectáreas (ha) (23%) del total de 13.177.973 ha dañadas por incendio en esta región.

La jefa nacional de la Unidad de Monitoreo Informático y Geoespacial (Umigde) la ABT, Rissel Flores, aclara que la institución no cuenta con registros anteriores al 2013, pero dice que se tiene conocimiento de que en 2010 y 2016 hubo más quemas en Beni, en el caso de Exaltación se reportaron 614.372 ha, en 2016; mientras que en 2018 y 2019, los registros son menores a nivel departamento.

Inmensos sabanales es lo que caracteriza a las tierras benianas y es la superficie quemada. Los incendios se dan en los primeros meses del año y se repite entre agosto y septiembre, apunta Flores.

Según la Memoria Técnica. Actualización del Mapa de Bosque, gestión 2016, del Ministerio de Medio Ambiente y Aguas (MMAyA), gran parte de Beni está conformada por bosques sabanales inundables y los bosques amazónicos rodean las fronteras con Pando, Santa Cruz, La Paz y Cochabamba.

De acuerdo con Ángel Claure, auxiliar en la Colección Boliviana de Fauna, del Instituto de Ecología de la Carrera de Biología de la Facultad de Ciencias Puras y Naturales, de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), en estos tres años (2019-2021) se quemaron casi 14 millones de hectáreas en Bolivia, lo que equivale a un 12% de la superficie del país, el fin, ampliar la frontera agropecuaria.

Para octubre 2020, la Autoridad de Bosques y Tierra (ABT) —institución responsable de hacer cumplir leyes y normas técnicas de conservación de los bosques y tierras de Bolivia— sumaba 600 procesos administrativos sancionadores iniciados y 39 procesos penales contra personas que provocaron los incendios. Ese mismo año, esta entidad reportó un total de Bs 1.802.739 de sanción por 2.562.542 hectáreas quemadas de manera ilegal en cinco municipios del departamento de Beni.

Claure apunta que los departamentos más afectados por quemas son Santa Cruz y Beni. En el primero, la afectación de la quema es un 50% de la superficie boscosa y el otro 50% no boscosa; en Beni pasa algo diferente e interesante, un 90% de la superficie es no boscosa, lo que hay son sabanas inundables con tres formaciones: la sabana como tal, zonas pantanosas e islas de boscosas. Son consideradas como el segundo pulmón del planeta. Estos datos parecen ser irrelevante para las personas, ya que, es más llamativo hablar de bosque.

“La mayor parte de los incendios que se da en las sabanas es, obviamente, para mayores pasturas y estas es para alimentar a la ganadería o para colocar algún cultivo ya sea de soja va a ser utilizado, generalmente, para alimentar al ganado, entonces, prácticamente, el objetivo de estas quemas parece ser que es el incremento de la frontera agrícola y ganadera”, afirma Claure.

Para el presidente de la Federación de Ganaderos de Beni (Fegabeni), Hernán Julio Nogales, la quema es parte de los usos y costumbres de esta región, cuyo fin de renovar la pastura y así proveer de alimentos de calidad para el animal. Afirma que en países del primer mundo la quema es, incluso, para el control de parásitos. “Si bien no está bien vista, se tiene que hacer en la época del año en el que no corramos el riesgo de iniciar incendios (…)”.

Hay leyes que patrocinan a los ganaderos

Después que se fundó Exaltación, pasaron 138 años para la creación del departamento de Beni, noviembre de 1842, año en que se propicia la “llegada, lenta, pero sostenida, de la población blanco-mestiza, que, mediante la colonización de espacios, aparentemente, vacíos de sociedad fue apropiándose de los recursos económicos y de los territorios descubiertos, convirtiendo esas tierras baldías en propiedad de facto”, dice la investigadora Anna Guiteras, en su tesis de doctorado, Para una historia de Beni. Un estudio socioeconómico, político e ideológico de la Amazonía boliviana, siglos XIX-XX.

Actualmente, esas tierras “baldías” son estancias de ganaderos. En la ruta de Exaltación a Rancho Ginebra están las fincas: El Cerro, Waterloo, Triunfo, Bayuri y Ginebra, cuya extensión de hectáreas es incalculable a los ojos de cualquier foráneo, pero no para el presidente de la Subcentral del territorio indígena Cayubaba, Roddy Chávez, quien recuerda que la mayoría de las estancias “tiene el tope de 5.000 hectáreas, no pasan más, porque el INRA (Instituto Nacional de Reforma Agraria) no lo permite”.

En 2001, en Exaltación había 109 estancias ganaderas (306.656 hectáreas) en manos de 74 personas, de acuerdo con el Plan de Desarrollo Municipal de Exaltación. Por ejemplo, la familia Abularach registra en ese año, cuatro estancias ganaderas que sumaban 16.869 ha: Elizabeth Abularach, dos estancias, Nebraska (5.012 ha) y Santa Gloria (2.820 ha); Silvia Roca de Abularach, Benjamin (2.927 ha); Hermanos Abularach Yuja, San Bartolo (5.927 ha).  

Eltner A. Fleischeresser, otro ganadero, reporta cuatro estancias: Las Delicias (2.645 ha), Las Delicias (720 ha), Santa Inés (5.438 ha) y Unión (1.173 ha); Durbal J. Guardia A. tiene la estancia Mano Abierta (7.861 ha); Petrona Antelo, las estancias Holanda (6.222 ha) y San José (7.704 ha); y Carlos Pinto C., seis estancias: Veracruz (6.034 ha), Estrella de Navidad (2.896 ha), El Naranjito (2.570), Ginebra (3.421 ha), Nueva Esperanza (4.648 ha) y San Carlos (4.648 ha).

Tras dos décadas, el número de estancias se cuadruplicó. Según Albert Magne, responsable de Sanidad del Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag) de Exaltación, en la actualidad, hay 445 unidades productivas (estancias) y 612 productores, una cifra alta para el funcionario, quien afirma que hace una década eran 300 haciendas.

Para este incremento de fincas ganaderas fue determinante la producción de animales con el nacimiento de nuevas crías, ya que, por ejemplo, si se tiene 300 vacas, al año nacen 150 terneros, no es dato exacto, pero la parición es de 50%, dice Magne. 

En la actualidad, el Senasag de Exaltación reporta 314.000 cabezas de ganado, de las 600 que tiene la provincia Yacuma, considerada la capital ganadera de Beni.

La producción de ganado es extensiva en Beni, es decir que, para una “unidad animal”, sea vaca o toro, se requiere cinco hectáreas. “Para que viva, para que no tenga inconveniente, para que no tenga estrés, para que tenga el pasto suficiente, pero también deben tener agua de lo contrario es un estrés bastante y produce pérdida de peso”, justifica Magne.

Según normativa nacional, cada productor puede tener hasta 5.000 hectáreas para unas 1.000 cabezas de ganado. La Constitución Política del Estado (CPE), de 2009, establece que la superficie máxima en ningún caso podrá exceder de cinco mil hectáreas.

Pero, además, hay otras leyes que fueron promulgadas, entre 2013 y 2019, conocidas como las normas “incendiarias”, que legalizan y promueven la expansión de la frontera agropecuaria de manera directa e indirecta, entre ellas están: Ley 337, de apoyo a la producción de alimentos y restitución de bosques; Ley 740, de ampliación del plazo de verificación de la Función Económica Social;  Ley 741, de autorización de desmonte hasta 20 hectáreas para pequeñas propiedades y propiedades comunitarias o colectivas para actividades agrícolas y pecuarias; Ley 1171, de uso y manejo racional de quemas; el Decreto Supremo 3973, de modificación del Decreto Supremo 26075, que autoriza el desmonte para actividad agropecuaria en Santa Cruz y Beni.

A estas anteriores normativas se suma una en específico para Beni, el Plan de Uso de Suelos (PLUS) de 2019.

Según este PLUS, la provincia Yacuma está dentro de la subcategoría tierra de uso agropecuario extensivo estacional, pues se inunda en época de lluvia, lo que favorece para la actividad agropecuaria extensiva.

“Si bien antes había categorías que se establecían como usos forestales, el nuevo PLUS amplía el uso de suelo y, obviamente, a partir de ahí tendremos mayor incremento de superficie quemada en Beni y es lo que dice parte de las cifras de hectáreas quemadas”, asegura la técnica de la ABT.

Para Nogales, el Plus define las áreas para la ganadería extensiva e intensiva; zonifica espacios de, donde se puede desarrollar la agricultura y ubica los sectores de reservas. Pero advierte que, para un mejor desarrollo de la ganadería, es necesario introducir tecnología e inversión económica. 

De acuerdo con el mapa del PLUS de 1999, las imágenes muestran que más del 50% de las tierras de Exaltación estaba en la categoría “ganadería de uso limitado” (amarillo pastel), mientras que la categoría “ganadería extensiva” ocupaba, a simple vista, un 30%, concentrada en la frontera con el municipio de Santa Ana y en las riberas del río Mamoré (amarillo intenso); en tanto, el área forestal era de un 20% (verde ligero).

Después de dos décadas, el PLUS 2019, Beni tiene otra zonificación de sus tierras, en el caso específico de Exaltación, las categorías: agropecuaria extensiva, agropecuaria extensiva bajo manejo y la agropecuaria extensiva estacional ocupan un espacio de 70% en el mapa (rojo intenso; el área protegida, toma posesión de un 20% (celeste); y el 10% está dividido entre las “venas” de áreas de protección y uso agrosilvopastoril, y forestal múltiple.   

Los ganaderos fueron uno de los sectores, junto con los agroindustriales, que impulsaron la elaboración y aprobación del PLUS, el cual fue cuestionado por otros de los actores, debido a que el mismo no fue consensuado ni socializado por lo que consideran que es atentatoria contra el medio ambiente y pueblos indígenas, lo que para el investigador y biólogo Vincent Vos es una norma que da “libertades riesgosas” que permite “tumbar” bosques, dotar de tierras y construir caminos.   

En las dos horas de viaje a Rancho Ginebra sobre un camino traqueteado no apto para vehículo de cuatro ruedas y en la tercera hora de recorrido por una ruta ripiada rojiza, se ve con asombro los huesos intactos de una vaca muerta en plena vía, una veintena de cocodrilos escurridizos de hasta dos metros y una decena de jochis (chancho de monte) que se refrescan en aguas concentras sobre el trayecto.

Comunarios, ni a favor ni en contra del PLUS

Ya son las 20.30, y Farí Abaraco, subalcalde de la comunidad Rancho Ginebra, llega cansado tras una faena en su chacra. Se sienta en una banca que está puesta debajo de un árbol, y la charla inicia bajo el reflector de un foco encendido por un generador de energía eléctrica.

El nombre de Rancho Ginebra se debe a su cercanía al Lago Ginebra, que es parte de Los Grandes Lagos Tectónicos de Exaltación, declarada área protegida subnacional, pero también porque en su creación había pequeños ranchos. Lo cierto es que nació con la categoría de campo de pastoreo y categoría de humedales, dice Jesús Alfredo Algarañaz, secretario de Recursos Naturales de la comunidad.

Esta comunidad tiene 66 familias que se dedican a la producción de arroz, maíz, plátano, yuca y piña; pero también al ganado que no pasan más de 100 cabezas.

Sobre el alcalde pesan los problemas de energía eléctrica, agua, salud, educación, caminos y tierras, y vio en el PLUS una esperanza de mejores días para su gente con la producción en cantidad de 200 hectáreas de arroz para este año, pero no se dio.  

“Teníamos una lista de personas que quieren trabajar sobre la agricultura intensiva, pero vino un ingeniero que nos dijo que tenemos que verificar el tipo de suelo, nuestro lugar es ripioso (…) necesitamos intervención en la tierra (…)”, se lamenta.

Las personas de esta comunidad aún mantienen el hacha y el machete para sus cultivos. Está lejos la idea de aplicar una ganadería extensiva, pues necesitarían más hectáreas, suelos para pasto y agua para el ganado, que actualmente lo llevan al Lago o se abastecen de dos pozas financiadas por el subgobernador del municipio de Santa Ana que están en las “últimas”, dice el subalcalde.

En tanto, las familias habilitan norias, pozos excavados, de hasta ocho metros de profundidad en sus terrenos.

Todas las demandas de servicios fueron solicitadas ante el actual alcalde de Exaltación Gonzalo Hurtado, pero no hubo respuesta, dice el subalcalde. “Estuvimos el 30 de septiembre, pero nos dijo que no hay dinero”.

La única “ayuda” que llegó a Rancho Ginebra fue de Roberto Caldas, un brasileño que tienen estancias ganaderas cerca a la comunidad, él habilitó una carretera ripiada que enlaza con el camino que va a Exaltación, pero también pasa por las comunidades Bienvenido, Villa Lourdes, Las Abras y conecta con Puerto Siles y Guayaramerín.

“(El brasileño) dijo a la comunidad si le podíamos dar el paso para hacer esta carretera y todos firmamos, de esa manera tenemos esa carreta, antes no podíamos salir a ningún lado en tiempo de lluvia, ahora, en tiempo de agua más salimos a Guayaramerín”, rememora Abaraco.  

Caldas es considerado como el ganadero más “pudiente” del lugar, a él, los comunarios le venden vaquillas y torillos, pero hace cuatro años, cuando llegó su actual esposa del brasileño, que ahora administra sus fincas, un intermediario compra los animales. Martín López, el intermediario, es quien adquiere ganado de toda la provincia Yacuma y le trae al brasileño.

“Uy, el brasilero es, pues, de todo este lugar, el más pudiente que existe, él es que compra ganado a todos, alrededor de aquí, hace unos tres años tenía otro mayordomo, él nos compraba a buen precio, un torillo pagaba 25 dólares y de dos años para arriba pagaba por kilaje, a 17 bolivianos el kilo de torillo”, recuerda el subalcalde.

Cuenta que el brasileño saca toros a Santa Cruz, en cada viaje hay de ocho a 10 camiones con ganado, que pasan por Rancho Ginebra, siguen por Puerto Siles, Guayaramerín, San Ramón, San Joaquín y llegan a Trinidad para después continuar al departamento de Santa Cruz.

Según el Senasag de Exaltación hay al menos tres ganaderos brasileños que se dedican a la producción de animales.  

Pero los comunarios no solo comercializan vaquillas y torillos, también tierras. “Toda persona que tiene su lugar, quiere venderlo para conseguir otro lugar más cerca del pueblo, entonces, y como ellos (ganaderos) tienen plata y ofrecen una buena cantidad buena, lo compran ellos”.

Respecto al PLUS, Algarañaz explica que en la comunidad Rancho Ginebra no fue aplicada aún, de ser así, deberá acomodarse a las necesidades de su gente por lo que no están ni a favor ni en contra de la normativa. “El pedido desde la comunidad es que el PLUS si bien, viene a favorecer, que sea de forma adecuada sin (…)  que no implique ningún riesgo a futuro de la reserva natural”.

Para Algarañaz la presencia de un ganadero brasileño “incomoda” porque un extranjero que esté en tierra brasilera no tiene derecho a nada, solo a pagar un techo y lo demás está prohibido. “Yo no sé hasta dónde ha llegado para otorgarle (al brasileño) tanto permiso, ya que, incluso, hacen ‘desmatamientos’ (deforestaciones) excesivos”, cuestiona. 

Algarañaz se refiere a que con el desmonte hecho por terceros han ocasionado la muerte de medio hábitat de aves y de animales silvestres, que eran su medio de subsistencia. “Son hartísimas hectáreas que han bajado con el desmonte, entonces, es un perjuicio al medio ambiente y a la vida silvestre y, eso, es algo del que nos sentimos incómodos”.

Amanece en Rancho Ginebra, donde su gente despierta con el trinar de las aves y volverá a su rutina de trabajo en sus pequeñas fincas. Es posible que en las primeras horas se informen de lo que ocurre en el país a través de sus celulares, siempre y cuando existe una buena señal, pues, no escuchan radio ni televisión.

Al equipo de La Brava toca retornar y el viaje es más refrescante porque aún no sale el sol, pero, para el ternero que nació en el pasto amarillento, a las 06.00, a unos metros del camino de Exaltación, le esperan días de estrés por la falta de agua y las altas temperaturas.   

Foto portada y material multimedia: Rocío Condori.

Editor invitado: Alfredo Meza.

*Este reportaje se realizó en el marco de la Convocatoria para apoyar Periodismo de Investigación en Bolivia, organizado por el Consorcio para Apoyar el Periodismo Regional en América Latina (CAPIR).

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