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Opinión

27 de agosto de 2021 09:35

Prohibido ser 'buenudo'

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Confieso no poseer la clarividencia de un buen analista. Casi siempre mis pronósticos ‘le pelan al gajo’, que es como en mis pagos ilustramos los yerros prediciendo desenlaces de alguna tormenta política. Se parecen a los negros nubarrones, truenos y refucilos que quitan el sueño a ciertos politicastros a los que el aguacero del escarnio público parece inminente, y le caen menos gotas que en la rociadera de agua bendita de alguna montonera religiosa por ahí.

Cavilé “Eso pensaba hasta ayer nomas”, como compuso mi finado tío Ambrosio. Reflexioné al enterarme de la creciente presión internacional para aliviar a la ‘Condesa de Montetrini’, que enferma y entre rejas enfrenta a la saña gobiernista. Esta vez predigo que la liberarán, que se trató de tatuar la cara de Evo en las muñecas, y que haberse auto-infligido las heridas fue exceso de un ‘pelopincho’ al que no le prendió la ‘permanente’ para encrespar sus greñas.

La astucia originaria es similar a la del ex mandamás estadounidense que libero de condenas a sus culpables compinches, parecido que ilustra la diferencia entre ser ‘bueno’ y ser ‘cojudo’. Bolivia parece potencia mundial al hacer oídos sordos a la media docena de organismos internacionales que es un disparate. Sea lo que fuere, me trae a la memoria el mito de que la tragedia medioambiental no afecta al país. Que los inmensos incendios forestales son producto de millonarios cruceños aliados con menonitas sembrando soya. Que nuevos cocales del Tipnis son para mantener despiertos a los choferes azonzados por emanaciones digestivas en camino a Arica. Que deshielos de glaciares se deben a escaladoras bolivianas de pollera del Huayna Potosí o del Illimani. Que descontentos con ambulancias aéreas para pasear ex mandatarios, comprarán no uno, sino una decena de aviones y helicópteros para carnavalear hogueras medioambientales. Que rellenarán el Lago Poopó con agua de manantiales del Silala, que los chilenos llaman ‘río’ y caudaloso como el Amazonas en el desierto de Atacama.

Me canso, ganso, en reiterar que el elefante se parece a la pulga, observación que puede ganarme un Nobel. La renuencia en vacunarse, no porque la aguja pinchadora sea como para un paquidermo, sino porque la vacuna es una cocción de Belcebú o “Bidenbú”, que es lo mismo para los adoradores del peinado de salón de Trump.

Maestros en tergiversar las cosas, ahora resulta que la derrota en Afganistán se disfraza de avionadas de gringos y muchas afganas resistentes a que tapen sus bellos ojos, para no hablar de otros atributos. En nuestro país, tapujan el atraso de vacunas para todos con el sonsonete de que ya no hay en Rusia o China, olvidando mencionar que las nuestras son de caridad porque rifaron la plata de años de bonanza para comprarlas, en museos donde el diablo perdió el poncho (que en el caso de Evo serían ruanas imperiales, no quechuas, porque los Incas habían ‘peluqueado’ a los aymara).

No quiero ni pensar en la controversia de que será necesaria una tercera dosis de las vacunas, si la segunda no alcanza para todos en Bolivia. Me solazaba en el reporte de la calidad del aire en el mundo, que anoticiaba un “muy bueno” para la sede de Gobierno. Desperté de mi ilusión con que la calidad del aire que respiramos en Cochabamba bajó de “malo” a “muy malo”, yo que admiraba el tono de celeste del cielo calacaleño. Pronto tendremos que usar mascarillas anti-gases, como en las trincheras de Flandes, para subsistir; pero me alegró que mataremos dos pájaros de un tiro: protección contra el Coronavirus y para respirar aire sano. ¿Alcanzarán los mamotretos anti-gases? Bueno, al menos es peor que los varones soporten dormir con una dama de ruleros en el pelo y ungüento de palta en la cara. 

Debemos tener paciencia para esperar que lleguen los vientos de octubre, me dicen. La macana es que no termina agosto. Flaco consuelo para los vejetes como yo, es que encima de ser del “grupo de riesgo” no podamos apelar a pildoritas moradas por la hipertensión, o a carísimas sobaqueras infladoras como algún galán de telenovela. Alguno me dice que probó envolver con “masking tape” una varilla de acero a su floja herramienta, pero fue acusado de atentado medioambiental. “Solo era un batracio”, arguyó, pero su pareja le sindicó de intento de “vaginacidio”. ‘Seguriola’ que es, me cuentan que ahora se compró un revólver calibre 38. ¡Qué caray!

Lo que cuento del comentarista que ‘le peló al gajo’ recuerda que no es lo mismo ser buenito que cojudito, algo que habría que recordarle a ‘Joe’ Biden.

Winston Estremadoiro

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