MIGUEL MANZANERA, S.J.
¿Qué relación hay entre estas dos advocaciones marianas bolivianas, Virgen de Copacabana y Virgen de Urkupiña? En este breve ensayo expondremos una explicación que relaciona ambas advocaciones. El origen de la “Virgen de Copacabana” está históricamente bien documentado. En Copacabana, localidad a orillas de lago Titicaca, nació hacia 1555 Francisco Tito Yupanqui, hijo de un noble incaico. Fervoroso devoto de la Virgen María confeccionó juntamente con su hermano, Felipe de León, una imagen en barro de la Virgen Candelaria que fue puesta en el altar del templo. Pero al nuevo párroco no le gustó la imagen y la puso en la sacristía.
Dolido por esta decisión Tito viajó a la Villa Imperial de Potosí, ciudad célebre por sus minas de plata, donde también se enseñaba el arte de modelar imágenes. Allí Tito confeccionó una Virgen Candelaria de una vara de altura (0,85 ms). Después de muchas vicisitudes Tito logró que la imagen fuese entronizada en el templo de Copacabana, siendo conocida con esta advocación. Muchas personas acudían a venerarla y a pedirle curaciones de enfermedades que la Virgen concedía profusamente. Tito dedicó el resto de su vida a honrar a la Virgen María y modeló varias réplicas de la imagen original.
La advocación “Candelaria” hace referencia a una escena bíblica, narrada en el Evangelio (Lc 2,25-35). La Virgen María con el niño Jesús en sus brazos, acompañada de José su esposo, acudieron al Templo de Jerusalén. Allí el anciano Simeón se alegró al ver al niño Jesús, calificándole como la Luz enviada por Dios para iluminar a los pueblos.
De esta escena evangélica surgió la devoción a la Virgen de la Candelaria, así llamada por llevar en su mano izquierda al niño Jesús, mientras que en la derecha porta una candela. Esta fiesta se celebra en la Iglesia Católica el 2 de febrero, día en que concluye el tiempo de Navidad. La Virgen de Copacabana adquirió una enorme difusión, no sólo en Bolivia, el Alto Perú, sino también en otros países latinoamericanos y españoles. El 1° de agosto de 1925 las autoridades civiles y eclesiásticas en Bolivia la coronaron y la declararon “Reina Nacional”.
En cambio la advocación Virgen de Urkupiña, aunque en las últimas décadas ha adquirido un crecimiento extraordinario, no tiene un origen históricamente comprobado. Los relatos sobre su origen son leyendas piadosas. Sin embargo, ha adquirido una veneración popular extraordinaria y muchísimos peregrinos de Bolivia y del extranjero cada año acuden a venerarla en el Santuario de Nuestra Señora de Urcupiña, en Quillacollo, población cercana a Cochabamba, capital del departamento del mismo nombre. Su fiesta se celebra el 15 de agosto, coincidente con la Asunción de la Virgen María, pero ya durante todo ese mes muchos peregrinos, calculados en centenares de miles, acuden a venerarla.
A nuestro juicio el relato más convincente sobre el origen de la Virgen de Urkupiña, se basa en una vinculación histórica sorprendente entre las dos advocaciones marianas de Copacabana y Urkupíña. Esta relación ha sido investigada por Marcelo Arduz Ruiz, fervoroso devoto mariano y erudito investigador, al cual nos remitimos.
Como hemos indicado muchos peregrinos iban a Copacabana a rezar a la Virgen de Copacabana. Uno de ellos se llamaba Sebastián Martín (1574-1600), indígena originario de una localidad del altiplano peruano, actualmente perteneciente a la Diócesis de Abancay. En uno de sus viajes por el Altiplano sufrió una caída y quedó malherido ya que varias astillas se clavaron en su cuerpo y se le gangrenó un brazo. En esa penosa situación se le apareció en sueños la Virgen María, quien, hablándole en lengua quechua, le indicó que fuese a Copacabana y que allí sanaría.
Lleno de fe, Sebastián se puso en camino y con mucha fatiga llegó a Copacabana. Allí, postrándose a los pies de la Virgen le pidió la sanación y quedó curado de manera milagrosa. Lleno de gratitud, se propuso dedicar el resto de su vida a difundir la devoción a la Virgen y tomó el nombre de “Quimicho”, que en quechua antiguo significa “portador” o “conductor”. Quimicho viajaba por el Altiplano llevando una copia más pequeña de la imagen de la Virgen, realizada por Tito Yupanqui. Fue primero a Cocharcas, cerca de su lugar natal en Perú. Allí construyó una pequeña capilla que al poco tiempo resultó ser insuficiente para albergar el creciente número de devotos. Entonces Quimicho decidió recaudar el dinero necesario para construir un templo más grande.
Para ello le pidió a Tito Yupanqui modelar una imagen portátil de la Virgen de la Candelaria. Lleno de alegría, Quimicho la puso en una caja que llevaba a hombros sobre sus espaldas. Así visitó La Paz, Oruro, Potosí y La Plata, hoy Sucre, y llegó a las cercanías de Cochabamba. Allí fue recibido cordialmente en el convento de los religiosos agustinos, de donde salía para recolectar dinero para la construcción del templo a la Virgen en su país.
Pero cuando se disponía a retornar a su ciudad natal, Quimicho cayó gravemente enfermo, siendo atendido por los agustinos, a quienes encargó la custodia de la imagen y del dinero que había recolectado. Después de su piadosa muerte, una delegación peruana vino al convento para llevar el cadáver de Quimicho, juntamente con las limosnas que había recogido. Gracias a ese dinero los devotos de Cocharcas pudieron construir en honor a la Virgen un hermoso templo, donde también reposan los restos mortales del singular peregrino.
La imagen de la Virgen de Copacabana quedó depositada en el convento agustino, pero algunas veces desaparecía de ese lugar. El rector del convento agustino preguntaba dónde se hallaba la imagen, hasta que llegó un indígena que repetía en quechua “Orko-piña” (“Está en el cerro”). Los religiosos entendieron que la Virgen deseaba que su imagen quedase en ese lugar. Allí se construyó una pequeña capilla.
Más tarde, ya en la primera mitad del siglo XX, la población en Quillacollo se reubicó en un terreno menos pantanoso y allí se construyó el templo de San Ildefonso, donde se puso la imagen de la Virgen con el nombre de Urkupiña, celebrándose su fiesta el 15 de agosto, coincidente con la Asunción de la Virgen. En 1994 fue declarada por el Gobierno de Bolivia “Fiesta de la Integración”. En octubre de 2013 la Asamblea Legislativa de Cochabamba aprobó la ley que declara a la Festividad de la Virgen María de Urkupiña como 'Patrimonio Cultural Intangible de Cochabamba'.
Miguel Manzanera, S.J.