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Opinión

Venezuela: Viernes negro en pleno carnaval

11 de Febrero, 2013
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HAROLD OLMOS

 

 

El gobierno venezolano anunció este viernes una devaluación del 31.75% del bolívar,  una medida drástica para compensar el elevado déficit público llamada a repercutir en todos los segmentos de la economía y las finanzas del rico país petrolero.
La medida era esperada ante la presión creciente por dólares para las importaciones; Venezuela compra del exterior gran parte de los alimentos que consume, al igual que el grueso de los insumos que mueven su industria.  Fue anunciada por el ministro de Finanzas, Jorge Giordani, quien dijo que la había autorizado el presidente Hugo Chávez desde La Habana, donde convalece de una cirugía de cáncer que le aplicaron médicos cubanos y venezolanos hace casi dos meses.
Las autoridades negaron que el encarecimiento del dólar estadounidense, que desde el miércoles pasará a costar 6.30 bolívares, vaya a causar una mayor inflación, que anualizada al pasadoenero llegó a 22,2%, una de las tasas más altas del mundo. Hasta el viernes la cotización oficial era 4.30 bolívares por dólar. La devaluación desató críticas al interinato indefinido de Nicolás Maduro, a quien la oposición congregada en la Mesa de Unidad acusó de haber “escondido”  a la población la realidad financiera y económica venezolana.
Una devaluación  es traumática en la mayoría de las sociedades, pues supone un encarecimiento del costo de la vida.  Dependerá de la  habilidad de las autoridades venezolanas en suministrar oportunamente los dólares que requiere su economía para evitar que el trauma se traslade a las calles.
Febrero ha sido un mes de grandes noticias en Venezuela. El 18 de febrero de hace 30 años, el social cristiano Luis Herrera Campins dispuso una devaluación también mayúscula.  El bolívar, que entonces era una de las pocas monedas de libre convertibilidad (al lado de un grupo selecto de monedas) pasó a ser regido por una canasta de cotizaciones, inclusive una para el pago de la deuda externa que sofocaba las finanzas del país.
Pero fue la eliminación parcial de los subsidios a los carburantes la que, en febrero 1989, precipitó una riada social, con multitudes que tomaron las calles y saquearon el comercio, especialmente el de Caracas. Se habló entonces de varias centenas de muertos en los disturbios consiguientes. El ejército fue llamado a intervenir y de la reimposición del orden emergió una figura que luego denominaría la escena política venezolana: el teniente coronel Hugo Chávez Frías. La suspensión de los subsidios mantenía el valor de la gasolina en Venezuela como el más bajo del mundo, pues se trataba de ajustes mínimos. Pero los venezolanos no estaban dispuestos a tolerar cualquier modificación y dieron lugar al movimiento que la historia registró como “el caracazo”. En ese entonces, los precios del petróleo habían caído precipitadamente y los ingresos del país se habían encogido. En comparación, los precios del petróleo se encuentran en niveles superiores a 100 dólares, una marca que hace una década habría sido vista como fantasía.
En febrero de 2003, tras una maciza huelga petrolera, el gobierno de Chávez implantó el control de cambios. Al año siguiente, el 9 de febrero, decretó otra una devaluación. En conjunto en diez años ha habido cinco devaluaciones monetarias.
Los precios actuales de los combustibles permanecerán inalterados pero nadie se atreve a afirmar que no habrá una mayor presión sobre ellos.
El anuncio trajo de inmediato un comentario lapidario del opositor y gobernador de Miranda, Henrique Capriles, quien en su cuenta twitter escribió: “El petróleo a $US 106 y meten una devaluación. Se gastaron la plata en campaña, corrupción, regalos en el exterior! ¡Gobierno mentiroso!”
Curiosamente (o comprensiblemente), el anuncio no fue hecho por cadena nacional sino vía una conferencia de prensa del Ministro Giordani, flanqueado por el Presidente del Banco Central, Nelson Merentes.
No es posible anticipar el “efecto contagio” de esta devaluación ni sus repercusiones internas. Vale, sin embargo, el dicho árabe: Cuando viernes la casa de tu vecino arder, pon tus barbas en remojo.

 

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