MIGUEL MANZANERA, S.J.
Un tema todavía no del todo resuelto por los estudiosos de la Biblia se refiere a Jesús. ¿Tuvo o no tuvo hermanos carnales? Los evangelios sinópticos parecen afirmarlo: “Tú madre y tus hermanos te buscan” (Mt 12, 47; Mc 3, 31-35; Lc 8, 19-21). Incluso mencionan los nombres de cuatro hermanos varones: “¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, Joset, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas entre nosotros?” (Mt 13, 55s).
Uno de los documentos más antiguos que informan sobre este punto es el “Protoevangelio de Santiago”, escrito anterior al siglo IV, que, si bien no está reconocido oficialmente por la Iglesia Católica, ofrece datos que se han aceptado por la Iglesia, como por ejemplo la presentación de la Virgen María en el Templo de Jerusalén a los tres años. El capítulo IX describe cómo María, al cumplir doce años, por razón de la impureza legal debía dejar el Templo de Jerusalén en el que había vivido desde los tres años (Lv 15, 19). Para protegerla el sumo sacerdote Zacarías convocó a los viudos del pueblo a presentarse con sus varas para orar y ver a cuál de ellos Dios elegía para desposar a María, respetando su virginidad. Entre ellos acudió José, el artesano, y precisamente de su vara salió una paloma que comenzó a volar sobre su cabeza.
Zacarías interpretó que era la señal esperada y le dijo: “A ti te ha cabido en suerte recibir bajo custodia a la virgen del Señor”. José le replicó “Tengo hijos y soy anciano, mientras que ella es una niña; no quisiera ser objeto de risa por parte de los hijos de Israel”. Sin embargo el sacerdote le indicó que si no la aceptaba sería castigado por Dios. Por eso José, lleno de temor, la recibió bajo su protección y la llevó a su casa mientras que él volvió a sus construcciones.
La finalidad de buscar un custodio de la virginidad de María cuadra con la castidad perpetua que vivió María. Varios Padres de la Iglesia, entre ellos San Hilario (+ 368), San Epifanio (+403) y San Gregorio Niseno (+ 394), también afirmaron la viudez y la edad avanzada de José cuando contrajo matrimonio con María.
Sin embargo San Jerónimo (+420), el traductor de la Biblia al latín, ofreció otra explicación, según la cual los “hermanos y hermanas de Jesús” en realidad serían parientes cercanos, por ejemplo primos. Como fundamento de esa opinión indicaba que en arameo, la lengua hablada por Jesús, en la que se escribió originalmente el evangelio con caracteres hebreos, el término “hermanos” incluía también a parientes próximos (Gn 13, 8; 14, 16). Pero luego, esa palabra al ser traducida al griego “adelfos” y al latín “frater”, pasó a designar únicamente a los hermanos carnales. Por eso los llamados “hermanos y hermanas de Jesús” incluirían también a sus parientes, por ejemplo primos. Esta explicación de san Jerónimo tuvo amplia aceptación en la Iglesia Católica.
Sin embargo a nuestro parecer consideramos más correcta, al menos parcialmente, la primera hipótesis de que todos o algunos “hermanos y hermanas de Jesús” pudiesen ser sus hermanastros, o sea hijos e hijas de José en su anterior matrimonio, que luego al casarse con la Virgen María vivieron también con ella. El hecho de que José, cuando se casó con María, fuese viudo y de avanzada edad no empaña para nada su santidad ni tampoco la de María. Al contrario le añade a José el designio divino de ser custodio de la virginidad de María.
Notemos, por ejemplo, cómo el evangelio de Lucas subraya la santidad de los ancianos Simeón y de la viuda Ana que profetizaron grandes cosas sobre el niño Jesús cuando éste fue llevado por sus padres para su presentación (Lc 2, 25-38). Incluso la edad avanzada de José al casarse con María concuerda mejor con el hecho de su muerte antes de que Jesús comenzase su vida pública teniendo unos 33 años.
Tanto la iglesia católica y la anglicana, como las iglesias ortodoxas afirman que la Virgen María no tuvo más hijos que Jesús. Si bien el evangelio de Lucas afirma que María dio a luz a su hijo primogénito (Lc 2, 7), no significa que tuviera más hijos. Por respeto a la elección de Dios obviamente María vivió el don de la virginidad fecunda y por lo tanto ella y su esposo José se abstuvieron de tener relaciones conyugales, respetando el misterio de Dios en ellos.
Concluimos indicando que conocer los lazos biológicos de Jesús puede ayudar a comprender mejor su identidad genealógica tanto humana como divina y en definitiva su misión. Pero mucho más importantes que los vínculos carnales son los vínculos que brotan del parentesco espiritual: “Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumpla la voluntad de Dios ése es mi hermano y mi hermana” (Mt 12, 50).