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Opinión

POSTURAS OPUESTAS SOBRE EL TIPNIS

16 de Septiembre, 2011
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WINSTON ESTREMADOIRO

La escena noticiera es aún más colorida vista a través de los titulares, unos quizá más constreñidos que otros por sus directores, que a su vez responden a líneas editoriales donde la raya es como la de Pizarro en Tumbes: por aquí está la riqueza del avisaje estatal; por allá está la pobreza del periodismo libre de ataduras. Reí a carcajadas ante la rasgada de vestiduras de fariseos gobiernistas, sobre los contactos telefónicos de la embajada estadounidense e indígenas en caminata de pacífica protesta por la carretera que como lanzazo mortal atraviesa el Tipnis, acrónimo de un nombre que lo dice todo: Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro-Sécure.

Mientras los diarios de a peso sedaban la conciencia popular con la vedette argentina que se hizo montar con un caballo, ningún tema de equitación, créanme, arreciaban los encabezados. Unos difundían que la “Embajada de EEUU admite contactos con dirigentes”. Quizá sospechaban que los indígenas pedían fusiles M-18 para contrarrestar los Kalashnikov de los cocaleros, hoy entrenados, ¡qué ironía!, por militares de la unidad que diera el golpe de gracia a la guerrilla del Ché.

Los marchistas, la Asamblea de Derechos Humanos, la oposición y, cuándo no, los analistas, expresaban “fuertes críticas al Gobierno por control telefónico”. Me late que si hubo petitorios, los caminantes requerían curitas para ampollas, y charque y chivé que son el chicharrón y maíz tostado de travesías largas en la pampa. Los atrincherados en el bunker de la Avenida Arce solo querían datos gratuitos, ya que quizá ni permiso tienen para enviar chicle. Los titulares disímiles son ejemplos útiles en algún seminario sobre sesgo periodístico en la prensa.

Las posturas opuestas se hicieron evidentes hasta en los columnistas. Lado a lado, bueno, arriba y abajo, estuvieron dos opiniones respetables: José Gramunt de Moragas y Ramiro Prudencio Lizón. El uno afirmando que el problema de fondo es “la invasión de cocaleros, madereros y otra fauna de malhechores”, creo que refiriéndose a los pichicateros. Estoy de acuerdo.

El otro planteaba ocurrencias de cóctel diplomático. Que romper el Tipnis es sinónimo de progreso, cuando años de asesoramiento y ayuda belga no han servido para desarrollar el Rin boliviano, la hidrovía Ichilo-Mamoré, un medio de transporte más barato. ¿Hay barcos sacapalos y señalización en mil kilómetros de río? ¿Grúas de traspaso de contenedores en Puerto Villarroel, Trinidad y Guayaramerín? No se les ocurre a los altiplánicos refinar en Vinto el estaño de aluvión de Rondonia, traído por agua por la hidrovía Ichilo-Mamoré, pero surcan la hidrovía Paraguay-Paraná gabarras de transporte de polvo ferroso del Mutún a una acería en Paraguay, ¡que lo único de hierro que tiene es el temple!

Qué sin camino “esas pobres gentes” continuarán “viviendo primitivamente, sin buena educación, sin atención a la salud, y sobre todo, sin acceso a la vida moderna”. ¿Es que las “primeras naciones” de Canadá solo han conservado greñas, collares y tótems, y sufren sin educación, salud y vida moderna? La versión nuestra es Territorio Comunitario de Origen (TCO). ¿Sabrá que los indígenas del Tipnis han sido arrinconados a regiones de refugio, aprensados entre los carayanas al norte, que les explotan de peones, y los cocaleros al sur, que les degradan a tumbar monte por una lata de alcohol?

Qué cuestiona si los indígenas del Tipnis “protegen la fauna y la flora”, porque “permiten la tala de árboles”: ¿al influjo de quiénes? Llega al ridículo con el “ejemplo de África”, donde “los pobladores están dando fin a todos los animales salvajes porque necesitan utilizar la tierra para alimentarse y desarrollarse.” Deben servirle de ejemplo la hambruna saheliana por la deforestación, y los negros sidáticos devenidos de comerse hasta los monos. En Bolivia, ¿será para alimentarse con los réditos de la pichicata, como en el vecino Chapare, y desarrollar fiebre hemorrágica después de exterminar a los felinos salvajes y proliferar los ratones, como en San Joaquín?

Como dice el Chavo, sin querer queriendo, quizá el único que ha dado en el clavo ha sido el Vice Ministro de Descolonización. Con el racismo al revés tan común hoy, criticó a ministros “k’aras” (blancos) que “no comprendían la lógica” de los indígenas de tierras bajas. Reconoció que “los aymaras y los quechuas tienen una lógica de economía en cualquier lugar del país, pero hay otra lógica de los indígenas de tierras bajas de sobrevivir y no les interesa producir (para el comercio). Es su forma de ser”.

A fines de los años 70 del siglo pasado, visité Santísima Trinidad en época seca que permitía el tránsito de vehículos todo terreno. ¡Qué gente buena y humilde en un paraíso de ríos esmeraldinos y selvas tupidas, llenos de peces los unos y moteadas de árboles gigantes las otras! Bajo la luz mortecina de un lampión, con quieto orgullo mostraron partituras jesuíticas de música del barroco mestizo, que ojala no se haya llevado el río en inundación posterior que arrasó con sus chozas de tacuara, barro y palma. ¿Quedará ese edén cuando los cocaleros tumben la floresta y los pichicateros contaminen las aguas?

Bolivia es un país multicultural, sin duda. Pero mal gobiernan los demagogos andinocentristas y los sociólogos mal nutridos en la lucha de clases. Yo diría que necesita antropólogos que valoren los pueblos a través del estudio de sus modos de vida, sin desdén de variantes culturales. 

 www.winstonestremadoiro.com   [email protected]

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