
En la física atómica las antipartículas se caracterizan por tener algunas propiedades idénticas y otras opuestas a las respectivas partículas. Por ejemplo, el positrón es la antipartícula del electrón; tiene la misma masa y el mismo espín, pero carga positiva. Una característica importante de las antipartículas es que son incompatibles: cuando un positrón choca con un electrón ambos se aniquilan, transformando su masa en energía de radiación, según predijo Albert Einstein (E=mc2).
Lo anterior pone un problema: en el universo hay más partículas que antipartículas, caso contrario habría aniquilación y no existiría la materia. De hecho, explicar cómo se originó ese desequilibrio es hoy uno de los grandes desafíos de la Física.
Ahora bien, algunas imágenes de la Física suelen ser utilizadas metafóricamente en otras disciplinas e incluso en la vida común y, en efecto, esta introducción viene al caso de mi relación con un ilustre físico boliviano, Oscar Saavedra San Martín, quien falleció hace un mes, el 8 de abril en Turín, Italia, a la edad de 78 años.
Mi amistad con Oscar Saavedra se basaba en nuestra condición de “antipartículas” sobre el común denominador del servicio a la ciencia: el nació en Bolivia y migró a Italia; yo nací en Italia y migré a Bolivia. El hizo carrera universitaria en Turín, yo en La Paz, ambos durante más de 40 años. Él se casó con una mujer italiana, yo con boliviana y, a su fallecimiento, reincidí. Él se relacionó, en su actividad científica, con laboratorios bolivianos (Rayos Cósmicos y Física de la Atmósfera, ambos en Chacaltaya), yo con laboratorios e institutos de Italia y otros países europeos. Él presumía ser agnóstico, yo creyente.
Sin embargo, al encontrarnos no quedamos aniquilados; al contrario, nos complementamos, alcanzando resultados exitosos. Oscar Saavedra valoraba sus orígenes bolivianas y sus estudios en el San Calixto con el profesor Jaime Escalante. Desde su posición de profesor asociado promovió múltiples proyectos de cooperación entre la UMSA y la Universidad de Turín, segundado por las respectivas autoridades académicas.
Gracias a la perseverancia de Oscar decenas de graduados de la UMSA hicieron su posgrado en Italia. Algunos se han quedado como investigadores, la mayoría ha regresado para construir la masa crítica de científicos que requiere Bolivia. Al margen de lo mucho que hizo para promocionar a la Estación de Rayos Cósmicos de Chacaltaya, doy testimonio de que, mientras estuve a cargo del Laboratorio de Física de la Atmósfera (1995-2013), recibí el aliento y la colaboración de Oscar en muchas oportunidades para relacionar nuestro laboratorio con otros centros europeos de excelencia. En suma, el título de “Doctor honoris causa” que recibió de la UMSA (2001) nunca fue mejor otorgado, por motivaciones estrictamente científicas y académicas, a diferencia de lo que suele suceder hoy.
En mis frecuentes viajes a Europa solía recibir constantes invitaciones de Oscar y Giusy, su amada esposa, a visitarles. Durante mi corta estadía en Italia en agosto pasado, sentí que debía ir a visitarlo, junto a mi esposa, debido también a algunos rumores en torno a su salud. En un emotivo reencuentro nos abrazamos en el aeropuerto y pasamos tres inolvidables días en su casa de campo, recorriendo la paradisíaca región de “Le Langhe”, entre Turín y el mar de Génova. Efectivamente su salud estaba deteriorada, por causas que él suponía y otras que no conocía aún, las cuales acabaron con su vida ocho meses después.
En el momento de despedirnos con un abrazo prolongado sabíamos que íbamos camino, por separado, a una natural aniquilación, pero con la esperanza de volvernos a abrazar, transfigurados, en la eternidad.
Francesco Zaratti es físico
Twitter: @fzaratti