FRANCESCO ZARATTI
Agobiadas por la crisis que está sufriendo la mayor empresa pública del país y desorientadas ante el “cambio de época” del mercado regional del gas, las actuales autoridades han sacado del sombrero, adornado con su gastada retorica, el conejo de la “internacionalización” de YPFB.
En efecto, hasta ahora YPFB ha participado del negocio del gas exclusivamente en territorio nacional: el gas, la urea y el GLP de exportación se entregan en la frontera. Sin embargo, emprender negocios en otros países es algo que YPFB debería haber hecho hace diez años, cuando las condiciones eran favorables para sentar presencia en países limítrofes y asegurar mercados y futuro para el sector. Se podía haber participado comprando acciones de termoeléctricas del Brasil o de Refinor de Argentina, con la cual – como denuncié oportunamente- se prefirió hacer turbios negociados antes que poner en práctica estrategias de largo alcance en beneficio del país.
Por lo visto, para el actual Gobierno “internacionalizar” YPFB implica, en primer lugar, firmar un sinnúmero de cartas de intenciones -viajes y eventos mediáticos de por medio- que casi siempre quedan archivadas en elegantes carpetas de cuero.
Un ejemplo son las intenciones reveladas a raíz del reciente gabinete binacional Perú-Bolivia; tres disparates a los que lo mejor que les puede pasar es que se queden en el papel. Me refiero a la red con LNG en el lado peruano del Desaguadero, la construcción de una engarrafadora de GLP en Puno y, sobre todo, la exportación de LNG por un puerto peruano, un proyecto rechazado, hace 20 años, por Evo Morales y sus aliados, pero anhelado hoy cuando no se tiene el gas, ni el financiamiento para la infraestructura, ni el mercado.
Un nuevo escenario se abre debido a la reingeniería en curso de Petrobras, que consiste en la obligación de salir de las actividades de transporte y distribución del gas y reducir drásticamente su rol de importador. También en Brasil, el monopolio ha tenido como consecuencia un costo escandaloso del gas al consumidor, injustificable dadas las nuevas condiciones del mercado regional, inundado de gas del Presal, de Vaca Muerta y de un LNG cada vez más barato. El objetivo principal de los cambios es fomentar el uso masivo de gas en hogares, vehículos e industrias. Consecuentemente, a contramano de lo que se comenta, Brasil requerirá volúmenes crecientes de gas, incluso de Bolivia si se dan las condiciones.
Ante esa situación, sería un error tremendo por parte de YPFB adquirir activos de esas actividades abandonadas por Petrobras, como pretende una alta autoridad adicta a deportes extremos. No se trata de invertir dinero (que YPFB ya no tiene) para hacerse de “fierros” para cobrar tarifas de no se sabe qué gas, sino de asociarse con distribuidores locales, especialmente de los Estados fronterizos, para asegurar mercados estables y duraderos para el gas que sí podemos ofrecer, a Petrobras y a otros clientes.
De hecho, internacionalizar YPFB implica descartar las malas prácticas e imitar las buenas de las empresas estatales de la región. Aprender de PDVSA a no usar la empresa como oficina de empleo de militantes y caja chica de proyectos faraónicos. Aprender de Ecopetrol a democratizar la empresa, abriendo el paquete accionario a los ciudadanos para que apoyen y fiscalicen la gestión de una empresa que es del pueblo y no de un partido o un gobierno. Aprender de Petrobras la exigencia irrenunciable de la transparencia institucional, de la guerra a la corrupción y de las alianzas público-privadas.
En suma, internacionalizar YPFB significa abandonar la lacra del estatismo secante y remontar la grave crisis en la que la han sumido la improvisación y la ineptitud.
Francesco Zaratti es físico
Twitter: @fzaratti