AGUSTÍN ECHALAR ASCARRUNZ
Aunque estoy seguro que ese no fue un invento de los ochenta, la primera vez que me enteré de un periodismo “under cover” fue cuando leí el reportaje sobre Mc Donalds hecho por un reportero de Spiegel en Alemania, que se empleó por unos meses en un restaurante de la famosa cadena, para conocer verdaderamente de primera mano lo que sucedía en ese tipo de establecimientos, que resultan tan poco chic tanto para los ricos del mundo como para la izquierda radical.
La idea es fantástica, pero requiere obviamente de un serio compromiso de partes, en este caso fue, tanto de la revista Spiegel, como del reportero en cuestión. Hacerse pasar por un trabajador de esa cadena durante tanto tiempo, no puede haber sido fácil.
La renuncia intempestiva de Gringo Gonzales a la primera senaturía por el departamento y a la presidencia de la cámara alta, me hizo de pronto pensar en ese escenario. El paso de Gonzales por el tercer cargo de mayor jerarquía del Estado Plurinacional, ¿no habría sido en realidad de un ejercicio periodístico de gran nivel para descubrir la verdadera urdimbre del poder en tiempos de Evo?
Quedé fascinado ante la idea, imaginandome a un reportero de lujo, arriesgándose enormemente, entrando en las fauces del lobo, y haciéndose odiar por lo menos por el 51 % del país, todo para lograr la mejor historia periodística de los últimos tiempos.
Sentí una cierta simpatía por quien ha perdido puntos desde hace mucho tiempo, pero que de alguna manera da la imagen de ser distinto a los demás. Pensé que parte de su firma había sido ese su guiño a la austeridad, algo que sin lugar a dudas solo podía ser visto como una desmarcada en tiempos de aviones y torres lujosas (no les gusta que le llamen palacio a la EvoTower).
Y claro, a menos que en algún momento aparezca ese reportaje, lo mío no es otra cosa que una fata morgana, y estamos en una situación un tanto prosaica dentro de la vida política del país. Renunciar a la Presidencia del Senado por razones personales, y no decir cuales son estas, no es muy honorable que digamos, de hecho el Presidente, nos ha dado a entender que se trataría de miedos, de temores, (que no tienen personas como la Presidenta de diputados por ejemplo, a pesar de circular socialmente en esferas tradicionalmente reaccionarias), los que hubieran hecho tomar esta decisión al Gringo evista.
La renuncia del tercer hombre del Estado sería en cualquier parte del mundo una verdadera crisis, y estaría acompañada de una explicación verdaderamente creible, y no de un escueto, “asuntos familiares”, que en realidad se puede traducir con “no me da la gana de decir porqué”.
El anuncio de un nuevo cargo que estaría esperando al ex presidente del Senado, es en realidad un insulto para él mismo, o puede ser visto, como algo peor, como un arreglo interno, no transparente, de las cuotas de poder dentro del partido de gobierno, con eventual exilio dorado de por medio, o en su defecto con un cargo importante, pero de poder reducido.
Podría también existir la sospecha, de que alguien en el gobierno haya visto que detrás del gringo, puede ocultarse un Lenin, uno moreno por supuesto, y claro, sería muy peligroso dejar la presidencia del país, aunque solo sea por seis meses a alguien que quisiera enderezar las cosas.
De cualquier manera, la renuncia de esta semana no deja de ser una enorme incógnita, y da espacio para enormes especulaciones, algunas inclusive descabelladas, pero eso es lo que sucede cuando no se actúa en forma transparente. Gringo Gonzales les debe una explicación más exhaustiva a sus electores, (entre los que no me cuento), aunque a estos posiblemente eso no les interese.
Agustín Echalar es operador de turismo.