
Los XI Juegos Suramericanos aún no han empezado pero su Comité Organizador (CODESUR) ya ha repartido millonarios premios a las empresas que han competido y ganado los jugosos contratos. Infelizmente, esa competencia se ha visto contaminada por la rerere-confirmada presencia del Presidente Evo en reuniones previas a las licitaciones, aspecto que, a decir de amigos juristas, viola normas legales y principios básicos de ética.
Para la oposición, la presencia de Evo influyó en la contratación de empresas vinculadas con el oficialismo, mientras que desde el Gobierno sólo se ha recibido confusas y contradictorias justificaciones de la intromisión presidencial y se ha rechazado posibles amaños.
Como no quiero ser tildado de “enemigo del deporte”, me inclino por aplicar la navaja de Ockham, que consiste en buscar la explicación más simple de ese hecho irregular. A parte del detalle “insignificante” del parentesco de un gerente-ex ministro con el Vicepresidente, la explicación no sería otra que el deseo del primer mandatario de agilizar la realización exitosa de las obras que, desde la asignación de esos Juegos a Bolivia (¡el año 2013!), llevan un absurdo retraso.
De hecho, se sabe que en Bolivia un conflicto social o político suele prolongarse durante semanas y meses, tiempo durante el cual distintas autoridades del Gobierno intentan vanamente desactivarlo, hasta que, “en última instancia”, el mismo Presidente convoca (pero no siempre, como saben bien los discapacitados) a una reunión de partes y el conflicto se soluciona sobre tablas. Pues: ¿por qué no empezar del final? El primer día de un conflicto Evo convoca a las partes y les impone la misma solución que les impondría un mes después, ahorrando heridos, muertos y daños económicos.
Veo principalmente dos razones por las cuales el Presidente interviene para solucionar los conflictos: su autoridad “monárquica” que le permite escuchar a todos y decidir como él quiere y la crasa ineficiencia de sus colaboradores, capos para atizar conflictos pero unos perfectos inútiles para solucionarlos. El reciente conflicto del campo Incahuasi me sugiere una tercera razón: las peleas intestinas del MAS que llevan a unos a deshacer lo que otros van tejiendo para sus fines.
Con estos antecedentes, se me ocurre que Evo Morales podría contribuir a resolver también, “a su manera”, los graves conflictos que amenazan la paz mundial. Veamos algunos ejemplos.
Siria: Evo podría solucionar esa guerra impulsando un Dakar (el rally de la amistad de los pueblos) que vaya de Líbano a Egipto cruzando Siria, Irak, Irán, Jordania e Israel.
Cataluña: Un experto en autonomías e hincha del Real Madrid en España y del Barcelona en Europa, es garantía de neutralidad y creatividad para hallar soluciones a ese centenario conflicto.
Corea del Norte-USA: La presencia del titular del Museo de Orinoca podría contribuir al éxito de la cumbre de Singapur, entregando sendas medallas Coca-de-oro y dos corderos “propiciatorios” a Kim Jong Un y a Donald Trump.
Venezuela: En agradecimiento por los millones de dólares que Hugo Chávez regaló al programa Evo-cumple para realizar trascendentales obras como el Centro de Alto Rendimiento de Huarina, el primer inquilino del falacio podría convencer a Maduro de trasladar su residencia y sus negocios cerca del aeropuerto de Chimoré.
Nicaragua: Fiel a su compromiso con la vida y con la juventud que lucha por la libertad y el respeto de la voluntad popular, el líder del MAS podría brindar fiscales para investigar las muertes de manifestantes y traerse al impresentable Daniel Ortega y a su digna esposa de regreso en el avión presidencial.
Sólo falta que nuestros inefables embajadores hagan su trabajo.
Francesco Zaratti es físico
Twitter: @fzaratti