Una llamada de mi hija, intrigada por la controversia en torno a los “secretos” de la base aérea norteamericana “Área 51”, me obligó a revisar la información actualizada en torno al gastado tema de los OVNIS.
El Área 51 es una base aérea aislada que cubre una superficie equivalente al Salar de Uyuni. Está ubicada en una zona destinada a pruebas nucleares en el desierto de Nevada. Al comienzo, las condiciones de vida en el Área 51 eran tan poco atractivas que sus creadores la llamaron Rancho Paraíso o Tierra de los Sueños, parecido al futuro que nos pintan los candidatos anticonstitucionales (más cerca de un Maduro que de un futuro).
Construida en los años ’50, en el contexto de la guerra fría, con el fin de probar aviones espía supersónicos, el Área 51, debido a su inaccesibilidad y al máximo hermetismo impuesto a sus 1500 residentes, se ha convertido en el caldo de cultivo ideal de teorías conspirativas y esotéricas.
Los técnicos tenían prohibido mencionar, incluso a sus parejas, qué trabajo realizaban; se encubrían diciendo que reparaban televisores; al igual que nuestro Presidente cuando dice que gobierna el país, mientras en realidad juega fútbol, discursea y se la pasa volando.
De hecho, gran parte de los famosos avistamientos de OVNIS en los EEUU se relacionan hoy con los casi tres mil vuelos supersónicos de los aviones espía U-2 y similares, realmente “objetos desconocidos” para pilotos y pasajeros de aerolíneas comerciales.
La “inversión” de más de 20 M$ del Gobierno de los EE. UU. en investigar los OVNIS es en realidad un gasto insulso, similar a las “inversiones” del Gobierno de Evo en elefantes blancos. En efecto, a la fecha no existe la más mínima evidencia de un objeto “extraterrestre” no natural, menos aún de seres extra planetarios. La famosa “paradoja de Fermi” y el “postulado de Gell-Mann” llevan a inferir que la falta de evidencia es, en este caso, evidencia de falta. Personalmente apuesto a que la NASA hallará evidencias de la existencia de alíenos antes que el candidato anticonstitucional acepte participar en un debate o en entrevistas serias.
La fama de esa base, que es reavivada periódicamente – como los incendios en nuestros bosques- por “revelaciones” remuneradas en proporción al morbo de la gente por esos temas, ha vuelto a los titulares a raíz de una broma estudiantil hecha por Facebook, mediante la cual se invitaba a invadir el Área 51 para develar los presuntos secretos allí guardados. Eso sucedió en julio pasado y, aunque no se ha registrado un incremento relevante del frívolo turismo que suele haber en las cercanías de esa base, hubo advertencias y amenazas de la seguridad militar, hecho que, desde luego, logra retroalimentar las teorías conspirativas.
Una de las teorías más extravagantes afirma que los alíenos están ya entre nosotros, en todo lado, pero encubiertos, mimetizados como si fueran humanos comunes y corrientes, actuando, sin embargo, en función de intereses anti civilizatorios. También en Bolivia, ¿por qué no?
Pensándolo bien, esa teoría no es tan descabellada si miramos atentamente a nuestro alrededor.
Pensándolo bien, no parecen humanos los fiscales, jueces y magistrados que administran la (in)justicia como lo hacen ellos. Incluso se sospecha de colonias de alíenos.
Pensándolo bien, un Tribunal Supremo Electoral, tan parcializado y funcional al oficialismo como es el nuestro, debe haber sido traído de algún rincón oscuro del universo.
Pensándolo bien, los guerreros digitales que salen de las alcantarillas oficialistas usan armas y estrategias más propias de sucias guerras galácticas que de contiendas electorales terrícolas.
Pensándolo bien, esos alíenos se escudan detrás de una minoría; 35%, quizás.
Francesco Zaratti es físico
Twitter: @fzaratti