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Opinión

De elecciones y candidaturas

29 de Julio, 2019
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AGUSTÍN ECHALAR ASCARRUNZ

La forma de una sola reelección del presidente de un país, al estilo de la constitución norteamericana siempre me ha parecido la más acertada, puede ser vista en realidad como un período de ocho años de gobierno, que contiene en media gestión, a los cuatro años, un referéndum que permite la culminación de esos ocho años, o el retiro del cargo del presidente que no estuviera a las alturas de las expectativas de sus electores. Lo bueno es que luego de los ocho años, el candidato no tiene ninguna posibilidad de repostularse. Este mecanismo tiene entre otras cosas la ventaja de que convierte a los expresidentes en personas honorables, que dejarán de tener cálculos políticos a la hora de aportar con su experiencia, y de alguna manera también los blinda de triquiñuelas legales que pudieran ser iniciadas contra ellos para anularlos como potenciales contenedores políticos en unas futuras elecciones. Por lo demás las segundas vueltas salvo contadas excepciones, han demostrado ser tarde o temprano desastrosas, en primer lugar para el candidato mismo, vale recordar a Goni, en Bolivia, o a Alán García en el Perú, que más allá del éxito de su gestión, esta lo llevó a una triste muerte.

En el caso de Bolivia, el período más largo que tuvimos de democracia, vale decir desde el año 1982 hasta el año 2003, la fórmula de no reelegir al presidente en funciones, tenía posiblemente la desventaja de que cinco años son un espacio de tiempo demasiado pequeño, peor cuatro, pero indudablemente encerraba una cierta sabiduría, porque ese período de tiempo no  permite a los gobernantes acostumbrarse tanto al poder, que olvidan que este en democracia debe ser efímero. Vale recordar, que la reelección que se instituyó en el Perú con Fujimori, lo llevó a este a aspirar a ser elegido por una tercera vez, y que Evo, ha repetido esa receta de una manera pasmosamente idéntica en el 2015, aunque ahora en el 2020, pretende superar a quien pudiera ser su más cercano ejemplo.

La tragedia con Evo es que esta vez los trucos y las ilegalidades han sido tantas para lograr participar en una reelección, a la que bajo ningún punto de vista tiene derecho, y no lo tendría aunque su gobierno hubiera sido como él machaconamente recalca que fue el mejor de la historia de todos los tiempos, que en realidad ha caído en la más absoluta ilegalidad.

Ese es obviamente uno de los motivos por los que seguramente tiene temor de debatir con los otros candidatos a la presidencia, un ejercicio elemental en un sistema democrático que anteponga ideas a símbolos. Por lo demás este acto ilegal, asociado a otros, algunos inclusive de lesa humanidad, cometidos durante su gobierno, podría quitarle el sueño, al menos si no estuviera endiosado, y convencido de que no solo merece todo el poder posible, sino de que jamás será juzgado por sus actos.

Mientras tanto, tenemos ante nosotros una campaña de una desigualdad en cuanto a poder expresar ideas, y tener presencia pública de los candidatos, que es brutal, a un lado, todo el aparto estatal, diseñado desde hace años para exaltar la imagen del actual presidente, y gastando millonadas en eso, y con un jefe de campaña, me refiero al ministro de comunicaciones, tambien pagado con el dinero de los ciudadanos. Cabe preguntarse en que medida, el inteligente, charmoso y carismático ministro Canelas está cumpliendo con sus funciones de ministro de comunicaciones al atacar tan frontalmente a los otros candidatos. Y aquí volvemos a replantearnos el problema que conlleva una reelección, aunque solo sea “una”. 

Obviamente en estas elecciones se juega ante todo la pregunta de si un ciudadano díscolo, e infatuado, alejado de la realidad, puede salirse con la suya pisoteando la constitución que fue promulgada durante su mismo gobierno.

Agustín Echalar es operador de turismo

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