Ir al contenido principal
 

Nacional Sociedad

¿Es o no es verdad?

AA2258 r ccc abonado YYYY LP 09- 9, VII, 94. ¿Es o no es verdad? SANCHO, CON LA IGLESIA HEMOS TOPADO Por José Gramunt de Moragas, S.J. El Señor Presidente ha ofrecido altos puestos de Gobier- no, ministerios incluidos, al venerable clero. Al primer mandatario le han molestado las críticas que con cierta frecuencia formulan los obispos y algunas organizaciones de Iglesia contra la marcha política y económica del país. Y ha saltado con temperamental "pues gobiernen ellos, a ver si lo hace mejor". Menos mal que los ilustres prelados no han respondido proponiendo a Don Gonzalo Sánchez de Lozada para cardenal de la curia vaticana. Es frecuente que los obispos, cada uno por su lado o en documentos conjuntos, enjuicien algunas veces a la sociedad política, en particular en temas de justicia, derechos huma- nos, situación de los más pobres, etc. Al final de las asambleas episcopales suelen emitir un documento en el que, además de los temas específicamente religiosos, expresan su opinión sobre la marcha del país, incluida la política y la economía. Y como el Gobierno no es un modelo de perfección, particularmente en remediar la pobreza y corregir las muchas injusticias que cargan sobre las espaldas del pueblo senci- llo, los señores prelados tienen buena tela que cortar. Esas declaraciones eclesiásticas sobre cuestiones tempo- rales se han dado siempre en Bolivia. Incluso durante la dictadura de García Meza. Entonces, la conferencia episco- pal dió el primer clarinazo para movilizar los ánimos contra aquel sistema. Publicó una carta pastoral conjunta, titula- da, DIGNIDAD Y LIBERTAD, en la que se denunciaban con valen- tía y rigor los abusos de aquel Gobierno y se proclamaba la doctrina social de la Iglesia, opuesta radicalmente a la dictadura. Aquel documento molestó a los gobernantes de aquel tiempo pero tuvieron que encajarlo porque en él se decían verdades como montañas. Los obispos, cumpliendo con su misión de proclamar la verdad y gracias a la autoridad moral de que goza la Iglesia entre el pueblo boliviano, pudieron decir lo que nadie se atrevía a proclamar el público por temor a duras represalias. En otras oportunidades, ya en tiempos democráticos, los obispos y algunas instituciones eclesiásticas han prodigado sus opiniones en documentos públicos que no siempre han agradado a los sucesivos gobernantes. Lo más común ha sido que los aludidos se hacían los sordos: o por aquella expre- sión del Quijote, "Sancho, con la Iglesia hemos topado" o por la otra que se atribuye a Musolini", "carne de cura es indigesta". En resumidas cuentas, los gobernantes procura- ban esquivar el golpe y declarar púlicamente su respeto por lo que decían los representantes de la Iglesia, aunque, por dentro se sintieran molestos. Pero hete aquí algunas opiniones del episcopado han pica- do el amor propio de Sánchez de Lozada, en lo que él más estima que son sus buenas intenciones como Presidente y la trascendencia de la obra que lleva a cabo su Gobierno para sacar al país del atraso y de la pobreza. Alguna alma piadosa ha querido interpretar las críticas eclesiástica como dirigidas, no al Gobierno sino al sistema. Pero esta es una versión benigna, conciliadora y también descafeinada. Cuando se critica a un sistema, automática- mente se dispara al Gobierno que lo adopta o que lo aplica deficientemente. Esperemos que el enojo presidencial pasará y que ni los obispos harán Gobierno ni Don Gonzalo será cardenal. ----- 09-07-94 12:10 XXXX
9 de Julio, 1994
Compartir en:
9, VII, 94. ¿Es o no es verdad? SANCHO, CON LA IGLESIA HEMOS TOPADO Por José Gramunt de Moragas, S.J. El Señor Presidente ha ofrecido altos puestos de Gobier-no, ministerios incluidos, al venerable clero. Al primer mandatario le han molestado las críticas que con cierta frecuencia formulan los obispos y algunas organizaciones de Iglesia contra la marcha política y económica del país. Y ha saltado con temperamental "pues gobiernen ellos, a ver si lo hace mejor". Menos mal que los ilustres prelados no han respondido proponiendo a Don Gonzalo Sánchez de Lozada paracardenal de la curia vaticana. Es frecuente que los obispos, cada uno por su lado o en documentos conjuntos, enjuicien algunas veces a la sociedad política, en particular en temas de justicia, derechos huma-nos, situación de los más pobres, etc. Al final de las asambleas episcopales suelen emitir un documento en el que, además de los temas específicamente religiosos, expresan su opinión sobre la marcha del país, incluida la política y la economía. Y como el Gobierno no es un modelo de perfección, particularmente en remediar la pobreza y corregir las muchas injusticias que cargan sobre las espaldas del pueblo senci-llo, los señores prelados tienen buena tela que cortar. Esas declaraciones eclesiásticas sobre cuestiones tempo-rales se han dado siempre en Bolivia. Incluso durante la dictadura de García Meza. Entonces, la conferencia episco-pal dió el primer clarinazo para movilizar los ánimos contra aquel sistema. Publicó una carta pastoral conjunta, titula-da, DIGNIDAD Y LIBERTAD, en la que se denunciaban con valen-tía y rigor los abusos de aquel Gobierno y se proclamaba la doctrina social de la Iglesia, opuesta radicalmente a la dictadura. Aquel documento molestó a los gobernantes de aquel tiempo pero tuvieron que encajarlo porque en él se decían verdades como montañas. Los obispos, cumpliendo con su misión de proclamar la verdad y gracias a la autoridad moral de que goza la Iglesia entre el pueblo boliviano, pudieron decir lo que nadie se atrevía a proclamar el público por temor a duras represalias. En otras oportunidades, ya en tiempos democráticos, los obispos y algunas instituciones eclesiásticas han prodigado sus opiniones en documentos públicos que no siempre han agradado a los sucesivos gobernantes. Lo más común ha sido que los aludidos se hacían los sordos: o por aquella expre-sión del Quijote, "Sancho, con la Iglesia hemos topado" o por la otra que se atribuye a Musolini", "carne de cura es indigesta". En resumidas cuentas, los gobernantes procura-ban esquivar el golpe y declarar púlicamente su respeto por lo que decían los representantes de la Iglesia, aunque, por dentro se sintieran molestos. Pero hete aquí algunas opiniones del episcopado han pica-do el amor propio de Sánchez de Lozada, en lo que él más estima que son sus buenas intenciones como Presidente y la trascendencia de la obra que lleva a cabo su Gobierno para sacar al país del atraso y de la pobreza. Alguna alma piadosa ha querido interpretar las críticas eclesiástica como dirigidas, no al Gobierno sino al sistema. Pero esta es una versión benigna, conciliadora y también descafeinada. Cuando se critica a un sistema, automática-mente se dispara al Gobierno que lo adopta o que lo aplica deficientemente. Esperemos que el enojo presidencial pasará y que ni los obispos harán Gobierno ni Don Gonzalo será cardenal. ----- 09-07-94 12:10XXXX

Etiquetas