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Nacional Sociedad

El mensaje del Beato Juan Pablo II es ante todo de fe en Dios de amor

Afirma el Nuncio Apostólico, quien presidió la solemne Eucaristía de celebración de la beatificación del Papa.
1 de Mayo, 2011
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Juan Pablo II siempre manifestó su amor a Cristo. (Foto: cambio21.cl)
Juan Pablo II siempre manifestó su amor a Cristo. (Foto: cambio21.cl)

La Paz, 01 may (ANF).- El corazón de la vida y la muerte del Beato Juan Pablo II   es el amor, la fe en Dios de la vida, mensaje y certeza que ya cuando era un niño manifestó en un poema a su madre muerta y luego se hace patente en el transcurrir de sus días y de la enfermedad que le aquejó, señala el Nuncio Apostólico, monseñor Giambattista  Diquattro.

“Una convicción profunda del Beato Juan Pablo II era que siguiendo a Dios hecho carne se gana todo, nada se pierde de lo que hay de verdadero y de bello en nuestra condición humana y con el viviente en el Espíritu todos podemos hacernos peregrinos” hacia el día  del ocaso de la muerte cuando el mundo entero será la patria de Dios.

Las expresiones del Nuncio Apostólico fueron realizadas en la homilía de la solemne Eucaristía que este domingo, 1 de mayo, presidió en la Catedral de Nuestra Señora de la Paz, en la concelebración con ocho Obispos de la jurisdicción eclesiástica, además de  la participación de decenas de sacerdotes y presbíteros.

EL INCONDICIONAL

El Beato Juan Pablo II “ha demostrado a la humanidad”, en una época de inquieta modernidad e insurgente posmodernidad, “cómo el Dios cristiano no es un rival del hombre. Por el contrario es un Dios cercano, amigo de los hombres, fuente de sentido y de belleza”.

“Dios es realmente el redentor del hombre”, así tituló su primera encíclica, en el marco de una historia “marcada hecha de carne y de sangre, de pasión, de lagrimas y de alegrías a las cuales sentíase profundamente ligado con los gestos y los silencios con las palabras y con las obras que le Beato demostró.

“Él ha anunciado así el Evangelio”, de la caridad,  del amor, de la caridad, que “va  más allá de toda medida de fuerzas humanas y que sin embargo, es posible y bella,  realizadora y verdadera porque ha venido a habitar entre nosotros, a amarnos hasta el sacrifico de su pueblo crucificado para hacernos capaces de amar”.

UN BOTÓN BASTA DE…

“Sobre tu tumba blanca asoman las flores blancas de la vida. Sobre tu tumba blanca resplandece una luminosa quietud, como si algo nos elevara y confortase nuestra esperanza”, escribió el niño Karol Wojtyla, dedicándola a su madre, muerta cuando él tenía   9 años,” son palabras llenas de amor, son la voz de una dulcísima esperanza”.

Justamente, “estas palabras nos ayudan a ir al corazón del mensaje de la vida y la muerte de Juan Pablo II han dejado al mundo”, puntualizó el Nuncio Apostólico al asegurar que “es ante todo un mensaje de fe en Dios, de amor a todo lo que es humano”

“Sí el abandono a Dios extraordinariamente amado ha sido el alma inspiradora de todas sus opciones,  el esplendor de su alma inmersa en el amado se traslucía en todos sus gestos manifestando su amor a Cristo y a la vida incluso a través de la silenciosa elocuencia de su cuerpo crucificado por la enfermedad”.

“Puede llorar a la madre muerta con los acentos de acongojada ternura”, esa poesía  “manifiesta solamente quien considera el espectáculo de esta vida terrena no como un vació de nada destinado a la nada, sino como reflejo y una anticipación de la eternidad”, remarcó monseñor Diquattro.

CARGA DE ESPERANZA

Karol Wojtyla, el “Papa Viajero”, “el Grande”, “ha sabido anunciar” a  los “náufragos de la ideología como a los solitarios navegantes del nihilismo post-ideológico y de las aventuras de la incomunicabilidad aficionadora” la “esperanza posible, la que no defrauda y no defraudará nunca”.

“Él ha sabido enseñarnos a organizar la esperanza, a sacar algo del mañana de Dios en el presente de los hombres”, además “anticipando algo la Jerusalén prometida y esperada”.

“Sin esta carga de esperanza el Papa polaco no habría podido ayudar de manera tan decisiva a la transición de los bloques contrapuestos, de la ideología a la civilización post-ideológica ni habría podido atraer, como lo ha hecho, a inmensas multitudes de jóvenes invitándolos a mirar a Cristo como fuente de fe, de vida y de futuro”.

“Hasta en los años de decaimiento físico” Juan Pablo II “ha gritado al mundo la belleza de Dios y la verdad, la única verdad posible, la verdad en Cristo, proponiéndolo sin temor como horizonte sobre el cual resaltar las opciones de todos y de cada uno”.  //JTI//

 

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