Ir al contenido principal
 

Nacional Sociedad

EDITORIALES PERIODICOS

vIERNES 14 DE ENERO 2011
14 de Enero, 2011
Compartir en:

Viernes 14 de enero 2011
---------------------------------------------------------------------------

A más cocales, más droga y narcotráfico (EL DIAIRO)
El anterior año seguramente empezó con la intención de disminuir la acción de las drogas en el mundo; una esperanza de todos los pueblos, pero que jamás se concreta en realidades. Al comenzar la presente gestión, corresponde que nuestro Gobierno, si realmente quiere cambiar lo malo que haya en el país, asuma el compromiso de disminuir radicalmente el cultivo de coca; no hacerlo implicaría que, pese a todos los propósitos, estaríamos dominados por el narcotráfico que crece imparablemente.

La transnacional de las drogas es la empresa más rica, mejor organizada y con poderes absolutos en el mundo entero; su accionar abarca a todos los países y cuenta con clientela segura, así como con comercializadores que ganan por dos canales: dinero y droga, ésta para que sea vendida en el vasto mundo de consumidores.

Muchas veces en nuestro país han surgido los propósitos de combatir – seria, honesta, enérgica y responsablemente – tanto al cultivo de coca como la fabricación y comercialización de cocaína; sin embargo, esos fueron los anuncios y propósitos que no se cumplieron porque a las buenas intenciones de los gobiernos, el narcotráfico responde con acciones que son infinitamente más seguras y concretas que implican aumentar cuantitativa y cualitativamente el accionar de quienes trabajan en el inmenso campo de las drogas ilícitas.

Anuncios sobre campañas de interdicción, prevención, educación, etc., son incontables; pero los hechos colman y superan superabundantemente la realidad que viven los pueblos del orbe porque la demanda es muy superior a la producción y la oferta. Para los países consumidores – que generalmente son los más ricos y desarrollados – los culpables del incremento de la drogadicción en el mundo son los “países productores”, peregrina y absurda acusación que cae por su propio peso, ya que sólo una mayor demanda del producto puede determinar mayor producción.

Quienes sostienen la culpabilidad de los productores, lo único que hacen es tratar de disimular o minimizar sus propios pecados y creen que con destinar determinadas cantidades de dinero – o cooperando logísticamente – ellos “han cumplido su cuota parte”. Son tan ciegos – hasta el extremo de pensarse que están hipnotizados por las drogas que permiten circulación masiva en sus territorios – que no quieren entender que los países productores de pasta base (“crack”), cocaína cristalizada, opiáceos de toda clase y centenares de productos lanzados al mercado inclusive por la farmacopea legal, tienen “clientela segura”, mientras que la producción de las “más peligrosas”, como son la cocaína, el “cielo chino”, y otras de gran poder, se debe a la pobreza, a que los pobres del mundo no encuentran fuentes de riqueza que generen empleo.

Esos países poderosos en grado extremo en lo económico y tecnológico, saben que no es con ayudas que evitarán al narcotráfico sino con la creación de riqueza en las naciones productoras, con inversiones que les reporten utilidades con las que aumentarían sus ganancias. Para nuestro Gobierno no queda otro camino que reducir al máximo los cultivos de coca y no basarse en el uso “tradicional”, que es bien sabido ha disminuido radicalmente en los últimos veinte años. Al reducir los cultivos, automáticamente se disminuirá la producción de droga; de otro modo, seguiremos con una dependencia brutal que daña todos los valores del país como Estado, como gobierno y como población.

////////////

Vamos por el satélite (LA PRENSA)
No es precisamente el mejor momento para gastarse un montón de plata cuando en un país con tantas carencias otras son las prioridades.

Sin más esfuerzo que levantar dócilmente la mano, el pleno de la Cámara de Diputados —donde la mayoría oficialista lleva la voz cantante— acaba de dar luz verde al contrato de préstamo para la compra del satélite de comunicaciones Túpac Katari, que le costará al Estado boliviano la friolera de $us 250 millones que serán financiados por el Banco de Desarrollo de China. Es posible deducir que será cuestión de mero trámite que la operación pronto sea aprobada en su totalidad.

Se tiene informado de que para la cobertura del millonario emprendimiento se echará mano de las reservas internacionales mientras se espera que Naciones Unidas facilite la asistencia técnica sobre las posiciones en órbita y bandas de frecuencia del satélite.

Las explicaciones de la ministra de Planificación del Desarrollo, Viviana Caro, a los parlamentarios sobre los alcances de la operación financiera y las bondades del costoso artefacto que construirán los chinos para permitir a los bolivianos comunicarse alcanzando los niveles del Primer Mundo, terminaron apagando los cuestionamientos de la bancada opositora, que cuestionó la inversión en el satélite por su excesivo costo para el país.

El satélite chino junto al avión presidencial representan las más elevadas erogaciones de recursos económicos encaradas en los últimos tiempos por el Gobierno nacional, aunque para la compra de la aeronave, que es la principal “herramienta de trabajo” del Jefe de Estado, no se siguió los procedimientos que son de rigor en estos casos.

Otra millonada, unos $us 100 millones, se prevé gastar en equipamiento militar y de logística encargado a Rusia para las Fuerzas Armadas bolivianas. Queda por negociar el monto final del crédito y sus condiciones. En tanto, y como para desterrar las susceptibilidades del vecindario en el continente ante la anunciada operación, el Gobierno ha descartado que esté ingresando en una carrera armamentista, indicando que el acuerdo con los rusos únicamente permitirá la reposición de material obsoleto de las Fuerzas Armadas.

Es conveniente hacer notar que la próxima incorporación de Bolivia a la “era satelital” viene a cristalizar un sueño del presidente Evo Morales en el marco de unas “políticas macro” en beneficio de todos los bolivianos y que él describió sin mayores detalles.

Nadie en su sano juicio podría oponerse al desarrollo tecnológico del país. Los entendidos en el asunto han explicado que poseer un satélite propio facilitaría y abarataría los costos para los bolivianos en muchos sectores, como el de las telecomunicaciones, el acceso a la internet, además del fomento a las actividades científicas y económicas.

Vamos por el satélite. Aunque no es precisamente el mejor momento para gastarse un montón de plata cuando en un país de tantas carencias otras son las prioridades. Cuando en imagen y credibilidad se ha registrado un brusco descenso del Gobierno, mientras entre su hartazgo y angustia la ciudadanía sigue formando largas colas detrás de un kilo de azúcar o de una bolsa de cemento en la mayoría de las ciudades del país.

En tales circunstancias y otras igualmente preocupantes, como el agio y la especulación en los centros de abastecimiento, o el brote mortal de la epidemia del dengue en Beni, anteponer la compra de un satélite suena a desconocimiento de la lacerante realidad nacional.

////////////

Advertencia preocupante (EL DEBER)
Los organismos internacionales están advirtiendo sobre la inminencia de un grave déficit alimentario en el mundo, como resultado de la combinación de diversos factores, comenzando por el incremento de la demanda.
Los gobiernos deberán tomar las previsiones más inteligentes para enfrentar esta situación, poniendo énfasis en medidas que lleven a mejorar la producción de alimentos, lo que implica que deberán descartar todas aquellas que perjudiquen al sector productivo.
Los problemas climáticos que se han presentado en diferentes regiones del mundo han hecho que crezcan los precios de los alimentos esenciales como el maíz y el trigo. Las estadísticas de los organismos internacionales señalan que los países más eficientes en la producción de alimentos podrían no dar abasto a toda la demanda.
Los agricultores de Estados Unidos, que son responsables de la mitad de todo el maíz y un tercio de la soya que se exportan en el mundo, están preparándose para una siembra nunca vista, pero está claro que no se puede confiar en la producción de un solo país.
Mientras Rusia y China enfrentan problemas de producción creados por el mal tiempo, otros países productores han reducido sus expectativas para las próximas cosechas debido a dificultades referidas a las políticas económicas que aplican sus gobernantes.
En nuestra región las cosas no están mucho mejor. La capacidad argentina de participar en la provisión de alimentos se ha reducido al mínimo como resultado de una mortal combinación de factores negativos: medidas que desalientan las exportaciones y un devastador efecto de La Niña.
Venezuela, que hasta hace poco participaba en algunas exportaciones, como es el caso del café, se ha convertido en un país que importa el 80% de los alimentos que consume, con la perspectiva de que ese porcentaje aumente. En efecto, los últimos decretos del presidente Hugo Chávez contra los productores de la región del Zulia podrían acabar con la poca producción interna de granos y de carne que queda.
El caso venezolano sirve para ilustrar otra faceta de esta situación. Es un país que sólo exporta petróleo, pero los precios de los alimentos que importa suben más rápido que el precio del crudo. Esto pone a ese país en la urgencia de prestar atención a su sector productor de alimentos. Y obliga a sus gobernantes a desechar la tesis de que la única ‘vocación’ de Venezuela es  la producción de petróleo.
En Bolivia, entretanto, se dan todos los factores mencionados respecto de otros países, pero otros más, que complican la situación. Está el caso de la excesiva dependencia de la exportación de materias primas, pero también se debe mencionar la vigencia de políticas que desalientan a la producción, ya sea con caprichosas prohibiciones de las exportaciones como con amenazas contra la propiedad de la tierra.
Importar azúcar, importar GLP, diésel y  gasolina, importar papa y frutas, porque la producción nacional ha bajado, pone al país en la perspectiva de vivir de la venta de las materias primas, si no fuera que también ese sector está en crisis.
En este momento, Bolivia es un catálogo de situaciones negativas para la producción de alimentos. Alguien debería mirar este panorama con la intención de dar soluciones, no nuevos problemas, que son lo único que sobra.
La joya más valiosa
Oso Mier * ®® Sonría Plis
Amada mía:
Es cierto que en Navidad fui a comer pavo a tu casa y me olvidé el regalo, que en vez de vino llevé una gaseosa familiar. Es también verdad que en Año Nuevo me hice pepa porque me fui a pescar a Villa Montes y te dejé con tu traje planchado. Pese a esas pequeñas cosillas, obviadas unas veces por mi timidez y otras por mi crónico estrés, sé que me amas y, por lo tanto, me perdonas.
No es fácil perdonar a alguien como yo, que descuido de algunos detalles, como esa vez que te regalé en tu cumpleaños un par de guantes para soldar que me había sacado en una rifa en la fábrica. Sé que no te gustó ese año cuando te dije que las fiestas íbamos a pasarla en Río y tramitaste pasaporte, porque no te aclaré que era en Río Grande, donde vive mi tío con su mujer y 12 hijos y que tuvimos que dormir en camas separadas. Es más, te tocó la hamaca y los mosquitos bebieron como dioses privilegiados de tu preciada sangre hasta que te dio dengue.
Pero sabes que en el fondo soy un pan de Dios. Buen tipo. Te ayudo a sacar las bolsas de basura y te llevo el periódico cada vez que te visito, aunque sea ediciones atrasadas, pero siempre es bueno leer.
Cuando hacemos churrasco en tu casa siempre llevo algo, mejor decir siempre llevo a alguien, porque no me vas a decir que la última vez la pasamos bomba con mi primo vegetariano, que canta y toca la guitarra como José Feliciano.
Todas esas cosas, paloma del alma mía, serán borradas con el regalo que hoy te ofrendo. No me gusta hablar de dinero, pero no te escandalices si se me fue la mano. Te amo tanto, querida mía, que cualquier sacrificio por adquirir la joya más preciada de los tiempos, lo hago inspirado en tu cuerpo de diosa y ese espíritu siempre decidido a comprenderme y no dejar de amarme.
El collar sobre el cual colgará tu joya, envidia de toda la gente que con ella te topes, es medio especial. Es un diseño digamos animalista, moderno, dramático, pero más que todo seguro.
Lo hice con la cadena con la cual aseguro mi bicicleta y con el candado de mi garaje para garantizar que las piedras preciosas microscópicas y brillantes de la joya no te sean arrebatadas.
Te envío un saquillo de azúcar, un ex producto de primera necesidad que ahora es una verdadera joya.
Con ella endulza tu vida, amorcito eterno, y lúcela en el barrio. No seas botarate, no se te ocurra utilizar para endulzar tu café, porque como todos, bebé ahora el café amargo socializado con tanta eficiencia por nuestro plurigobierno.
Te ama
Tu flaco diabético
* Coleccionista de misivas románticas de poetas michis que ni pa’ azúcar tienen

///////////

EEUU Y EL VALOR DE LAS PALABRAS (LOS TIEMPOS)
La experiencia estadounidense muestra que las palabras, dependiendo de cómo se las use, pueden ser instrumentos de odio o de reconciliación

El discurso pronunciado por Barack Obama el miércoles pasado en Tucson, Arizona, durante el acto de homenaje a las víctimas del ataque dirigido el pasado sábado contra la congresista demócrata Gabrielle Giffords ha marcado un hito en la política estadounidense contemporánea. Con razón ha sido calificado de manera unánime por los principales diarios de ese país como el mejor de los últimos tiempos y no han faltado los editoriales periodísticos que han llegado a compararlo con el de Abraham Lincoln en Gettysburg en 1863 o con el famoso “I have a dream” de Martin Luther King por el estremecimiento que causó en el espíritu estadounidense, por su capacidad movilizadora y por su potencial fundacional de “una era de civilidad política nueva”.

Ha sido tan fuerte el impacto causado por el mensaje de Obama que hasta los medios y los políticos que más se destacan por su oposición a su gestión gubernamental, como el Wall Street Journal o muchos de los más importantes líderes republicanos, cambiaron por una vez su posición y se sumaron a los elogios.

Aunque no hizo ninguna mención directa, como muchos esperaban, a la retórica belicista del Tea Party y su líder Sarah Palin, Obama puso especial énfasis en la importancia de las palabras, de los términos que se usan en las lides políticas y en la vida cotidiana. “En un momento en el que nuestro discurso se ha vuelto tan fuertemente polarizado, en un momento en el que estamos demasiado dispuestos a echar la culpa de todo lo que aflige al mundo a los que piensan diferente a nosotros, es importante hacer una pausa y asegurarnos de que estamos hablando entre nosotros de una manera que cure, no de una manera que lastime”, dijo,
El primer y principal impacto de las palabras de Obama ha sido duda subjetivo. Ha servido para serenar los espíritus, morigerar los ánimos y hacer una pausa en el camino que estaba conduciendo a todo su país, pero sobre todo a los estados más identificados con la ola ultraconservadora que sube desde el sur, hacia una vorágine de enfrentamientos verbales y físicos. La pausa servirá, es de esperar, para que toda la sociedad estadounidense, al mirarse tan descarnadamente frente al espejo, pueda reconciliarse consigo misma y con el mundo al que pertenece.

Pero es también previsible que el sacudón provocado por el pistolero de Tucson y por la reacción presidencial tenga también efectos prácticos. Debilitará seguramente a las corrientes que teniendo a Arizona como su bastión principal se propusieron bloquear los proyectos de cambio de Obama entre los que se destaca la reforma migratoria.

Es también probable que algunos congresistas republicanos revisen su rechazo a los urgentes cambios que necesita su país y, espantados por los extremos a los que pueden llevar el racismo, la intolerancia cultural y el fundamentalismo conservador, den la espalda a los más fanáticos de sus correligionarios.

Así, si bien parecería una exageración comparar el discurso de Obama con los emblemáticos de Lincoln y Luther King, no lo es afirmar que ha logrado revitalizar lo mejor de la cultura estadounidense y desalentar a quienes quisieran que su país retorne a los tiempos que hicieron necesarios a esos personajes y sus discursos.

////////////

El contrabando, una asignatura pendiente (OPINION)
Una de las justificaciones del Gobierno, dicha expresamente por el presidente Evo Morales, para la dictación, luego anulado, del decreto supremo que elevaba los precios de combustibles hasta más del 80%, fue el aumento del contrabando.
En los datos que daba su administración estaban la subvención al diésel, la gasolina y el jet fuel, el Estado pagaba 380 millones de dólares por año y que 150 de éstos se perdían por el paso ilegal de las fronteras a los países vecinos.
La anulación de la dura medida, por presiones no sólo opositoras, sino del mismo partido del gobierno y movimientos sociales que son su sustento político, más allá de la explicación oficial de que el Gobierno ha escuchado la voz del pueblo, es la admisión tácita del fracaso, o por lo menos, la ineficiencia de la lucha contra el contrabando.
Es inadmisible que un delito sea la principal justificación de una medida drástica para la gran mayoría de la gente que no tiene nada que ver con tal infracción. Una de las funciones del Estado es, precisamente, mantener la tranquilidad social enfrentando con éxito la delincuencia, y en ese marco, el contrabando.
El ciudadano se pregunta si la Dirección de Desarrollo Fronterizo creada en este Gobierno y presidida por el ex ministro Ramón Quintana, tiene también la tarea de controlar el paso ilegal de mercaderías de cualquier tipo por las regiones en las que ese funcionario ejerce autoridad. Si no es así, debiera serlo.
Este negocio criminal que da réditos millonarios parece crecer, en lugar de disminuir. Los combustibles son algunos de los productos contrabandeados, de los miles que transitan de ida y vuelta por unas fronteras desprotegidas o deficientemente controladas. Si vamos más allá, podemos presumir que la corrupción también hace de las suyas.
Está comprobada la masiva salida de productos bolivianos baratos comparados con lo que cuestan en Perú y otros países vecinos, pero también lo está la internación masiva de mercadería -incluidos electrodomésticos, que no debe ser difícil detectar-  de esos países, de la que están llenos los mercados y varias calles de las principales ciudades bolivianas. No sólo eso. Este tipo de delincuencia comete doble delito al introducir en nuestros mercados millones de artículos, especialmente discos de películas, música y programas informáticos,  que se venden en puestos tolerados y hasta promovidos por las alcaldías.
Tampoco se debe olvidar que policías de la unidad específicamente creada para la lucha contra el contrabando -el Comando Operativo Aduanero-, conocidos como coas, han dado su vida y, alguno ha desaparecido, en regiones prácticamente tomadas por este delito.
Este panorama no es ciertamente una demostración de una eficiente lucha contra el contrabando. Al contrario, autoridades de todo tipo parecen estimularlo. Un país que protege su industria, estatal o privada, y por consecuencia las fuentes legales de trabajo, debe ser drástico con la gente dedicada a las ilegales importaciones y exportaciones de mercaderías.
Una vez más la desatención de la Policía especializada y la Policía a secas, tiene limitaciones evidentes para enfrentar las bandas organizadas cada vez más grandes, dedicadas a este ilícito.  Adoptar medidas como el famoso decreto del alza de carburantes, no es sino la rendición explícita del Gobierno ante el delito.
La sangría de dinero y la pérdida de empleos por el cierre de industrias debe parar. Como debe parar la salida delictiva de combustibles, importados legalmente por el Estado. La rectificación de la medida llamada “gasolinazo” está precisamente en la lucha seria y efectiva al contrabando.

////ANF////
.

Etiquetas