26 de diciembre, 2011 - 07:11
Por JUAN LEÓN CORNEJO
“Annus horribilis”, diría yo, fue más bien el de la mayoría de los bolivianos. Y como van las cosas, se me hace que todo seguirá igual en estos tiempos de cambio en que no cambia nada. Estamos viviendo de salto en salto y no porque tengamos vocación de rana. Ni porque todos sean muchachos rana, en este país. Sino porque de sustos está hecho el pan nuestro de cada día. Y el susto, dice la sabiduría popular, había sido peor que la borrachera. Porque los borrachos no saben a dónde van, pero llegan igual porque tienen su Dios propio. Nosotros en cambio no sabemos si llegaremos a alguna parte, algún día.
Miren nomás el lío ese del gasolinazo, que nos tiene un año como desojando margaritas: ¿habrá, no habrá?, ¿será, no será? Tras el regalito de la navidad del 2010, ¿se acuerdan?, nos bajaron la calentura afirmando que no había aumento porque esos es “gobernar obedeciendo al pueblo”. Un año después nos dicen que dicen las encuestas que la mayoría del pueblo quiere eliminar la subvención. No vaya a ser cierto eso de que se gobierna “obedeciendo al pueblo”, que se decida nomás hacerle caso y se venga el gasolinazo. Porque parece que ahora que conviene las encuestas son ciertas y los medios que las publican dicen la verdad, ¿no ve?
Más o menos igualito que el lío del caminito por el TIPNIS. Estamos sobre ascuas porque cuando creíamos que ya no se lo haría parece nomás que se lo hará. Parece que todo el asunto ese de la ley corta (que creíamos que era corta por la extensión de su texto y no por su corta vigencia) y el verso de la intangibilidad eran para hacernos creer, nomás. La cuestión es que tras la marcha de los tipnis para impedirlo, ahora está en marcha la marcha de los que dicen que quieren el caminito. Vaya uno a saber si esos que quieren caminito por el parque pasarán por Yucumo. O si alguien intentará bloquearlos y majarlos a palos para que ganen apoyo, aunque dicen que estos son los buenos. No vaya a ser que tengamos nuevo ministro y que esta vez le toque también al comandante. O que tengamos que hacer después otra marchita de desempate.
Total, podemos siempre decir que el cambio está en marcha. La cuestión es que si seguimos así, de tropezón en tropezón y de susto en susto, tendremos otro “annus horribilis” y estaremos con el ceño fruncido, lo cual es peligroso. Porque eso de andar jochando al toro, como dicen en el oriente, tiene sus riesgos. A la mayoría de la gente, se me hace aunque no lo digan las encuestas, no le gusta perder en la mesa lo que ganó en la cancha, No vaya a ser que a alguien se le ocurra decir cambio y afuera, antes de tiempo, como en Quillacollo o en Sucre.
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