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Cuidado de la casa común

Expansión de la frontera agrícola en Beni transforma la vida económica y ambiental de la gente

Una investigación devela que la producción a gran escala está creando desigualdades sociales. Se incrementó la frontera agrícola en vez de la productividad en ese departamento.
27 de octubre, 2023 - 11:21
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Terreno listo para ser alquilado en la  TCO Sirionó, noroeste del Beni. Foto: Cedla.
Terreno listo para ser alquilado en la TCO Sirionó, noroeste del Beni. Foto: Cedla.
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La Paz, 27 de octubre de 2023 (ANF).- El avance de la agricultura “capitalista” desde Santa Cruz hacia el sudeste del Beni ha provocado cambios en la vida de campesinos e indígenas de ese departamento y ha transformado lo que antes era una zona netamente ganadera y campesina de autosubsistencia a una extensa región agrícola maquinizada.

Los cambios que se evidencian producto de la expansión de la frontera agrícola, para la producción de arroz y soya a gran escala, son en el uso del suelo y sus tierras, en su economía, en su vida social y en su entorno medioambiental.

Una estudio del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA) denominado “Agricultura capital y transformaciones en comunidades indígenas y campesinas del Sudeste del Beni” presentado en Trinidad, capital de ese departamento, dio a conocer que la expansión de este tipo de agricultura generó además una serie de cambios en la tenencia de la tierra y en las formas de producción, en la venta estacional de la fuerza de trabajo de los benianos, generó nuevas desigualdades sociales y un nuevo entramado social.

La investigación – cuyos autores son Enrique Ormachea y Walter Arteaga- se realizó en septiembre de 2022 en base a un trabajo de campo que recogió información cualitativa –entrevistas en profundidad- con los mismos habitantes y autoridades locales, públicas y privadas.

Se indagó en seis comunidades: Puente San Pablo, Nuevo Horizonte, Nueva Betania, Casarabe, Pedro Ignacio Muiba y la colonia menonita Río Negro, además de dos TCO (Territorio Indígena Originario Campesino de Bolivia), los Sirionó y los Canichana, y los municipios San Javier y San Andrés, en las provincias de Marbán y Cercado. 

Todos estos sitios están conectados a la carretera Santa Cruz-Trinidad- San Javier, cuya pavimentación se entregó hace unos 15 años, según el estudio, este hecho sentó las bases para que esta región se transformase en lo que es ahora, una zona mecanizada a gran escala de arroz y soya.

“Queremos aportar e informar que una región del Beni está sufriendo cambios socioeconómicos desde hace mucho ¿Quién se está beneficiando de este proceso socioeconómico vinculado al arroz? El Beni es uno de los departamentos más pobres del país, el Beni expulsa mucha población”, dijo Walter Arteaga, director ejecutivo del Cedla.

De acuerdo a esta institución- con datos del Ministerio Rural y Tierras (MRyT)- la producción de arroz con cáscara en el Beni se incrementó en 254% entre 2013 y 2021; es decir, de 50.872 toneladas métricas a 122.880; mientras que la superficie cultivada en hectáreas se duplicó, en ese mismo periodo, de 18.959 a 36.794 (Ver cuadro).

“Hoy estamos en 44.000 hectáreas. En estas dos provincias se da esta producción de arroz, específicamente en los municipios de San Javier y San Andrés. Esta zona, antes del boom del arroz, se caracterizada por la presencia de haciendas ganaderas extensivas y una agricultura campesina pequeña que producía para su autoconsumo y su pequeño mercado”, señaló Ormachea, investigador del Cedla.

Este medio buscó la contraparte con el Ministerio Rural y Tierras (MRyT). Lamentablemente no se tuvo respuesta hasta el cierre de esta nota.

Según el investigador existen tres ciclos de apoyo estatal –no así con los mismos benianos- que desarrolló la agricultura capitalista en el país. El primero empieza en 1952 y termina en 1984, con la producción de la caña, el algodón y el maíz, concentrado fundamentalmente en Santa Cruz.

El segundo gran ciclo es de 1984 a 2005, en estos años se prioriza la producción masiva, principalmente de soya y el tercer ciclo se inicia a partir de 2006 y aún no ha concluido, que es el avance de la agricultura hacia la Amazonía.

¿Qué está ocurriendo con las comunidades campesinas en este escenario de expansión tan fuerte?

El investigador aseguró que la extensión de esta agricultura mecanizada principalmente arrocera, se dio además por tres razones: por la existencia de esta carretera asfaltada (1), porque en la zona existen tierras aptas para este tipo de agricultura (2) y por una oferta de tierra en venta o alquiler que promueve la migración de empresarios o colonizadores extranjeros, hoy llamados interculturales y colonia de menonitas (3). “Todos estos actores son los que están permitiendo este desarrollo”.

Esto a su vez ha llevado a la aparición de nuevas clases sociales, con la presencia de empresarios agrícolas, de los nuevos terratenientes que alquilan las tierras de los campesinos y los indígenas, volviéndose éstos últimos sus obreros agrícolas. Asimismo, los empresarios que se dedicaban solo a la ganadería, hoy han decidido también trabajar en la crianza de ganado y en este tipo de agricultura.

Debido al arrendamiento de tierras para la producción masiva de arroz muchos provincianos ofertan su fuerza de trabajo como peones asalariados estacionales y están “sufriendo” procesos de urbanización importantes.

“Han llegado los empresarios a la comunidad y otras comunidades cercanas. Esto desde el 2010, para producir arroz y soya. Ellos vinieron primero a mirar, luego a alquilar tierras, han cultivado y les han faltado más tierras, por eso han saltado a otras comunidades y TCO. La mayoría de nosotros ha dejado el chaco, por nuestra economía estamos obligados a trabajar y emplearnos como obreros de ellos. La preocupación es la cuestión de la salud, que los empresarios nos puedan priorizar el tema de la salud si se sufre accidentes”, indicó Miguel Ángel Cagua, cacique de la comunidad de Casarabe.

De acuerdo con esta autoridad, el salario que ganan está entre Bs 2000 y Bs 2500, siendo que un 70% del personal tiene contrato sin seguro social. La demanda laboral, en su mayoría es para obreros que sepan manejar tractores y gente que coseche.

El estudio da cuenta también que los trabajos tienen corta duración, como el chafreo -labores de limpieza del campo-. Las remuneraciones corresponden al nivel fijado para el jornal diario, entre Bs 70 y Bs 80 con alimentación y Bs 100 sin alimentación. También trabajan bajo el método de cuadrillas (cuatro personas) con un sueldo de $us 55 por hectárea.

“Esta producción está llevando a su vez a tierras que no son aptas para la agricultura, como son los bosques, con el costo -además- de la deforestación. También se ha generado empleo estaciones sin derechos sociales y laborales”.

Debido a este crecimiento, Beni no ha podido dedicarse a la agroindustria por temas económicos y falta de apoyo estatal. Las altas temperaturas también conspiran contra una mayor producción, pues se torna difícil seguir cultivando de manera manual en esas condiciones.

Según la investigación, esta producción de arroz y soya sale para su transformación industrial hacia Santa Cruz, lo que implica un trasiego de excedentes a este departamento.

“Y ante la ausencia del apoyo del Estado también se insertan a esta actividad de manera subordinada. En el caso de las comunidades campesinas, de igual manera pasa lo mismo, venta de sus tierras, venta de su fuerza de trabajo y un impacto ambiental muy fuerte como consecuencia del proceso de expansión”, dijo Ormachea.

Verónica Espíndola, presidenta de la Central de Mujeres Indígenas del Beni (CMIB), denunció que debido a los agroquímicos que se usan para estos cultivos extensos, sus lagunas ya no producen pescado, como años anteriores. Igualmente, los animales silvestres con los que convivían migraron o hay otros conviviendo con ellos.

Así consideran que están siendo invadidos por la fauna del lugar (puercos de tropa, taitetús, monos y aves de distintas especies) que, en su búsqueda de alimentos –destruyeron su hábitat-, consumen y depredan cultivos y frutales de otros lugares. 

La presidenta, quien también pertenece a la TCO Canichana aseguró que intentaron comunicarse con los capitalistas, pero no pudieron encontrarlos o sus empleados les decían que estaban de viaje

“No fuimos consultados (por los empresarios), cuando teníamos derecho a ello.  Ellos no miden las cantidades que destruyen, ellos siembran y cosechan, vemos pasar por el pueblo las toneladas de grano (hacia Santa Cruz)”, enfatizó.

Evania Malve, ejecutiva de la provincia Marban aseguró que son las autoridades locales las que están involucradas en estos negocios, por lo que hay acuerdo entre ellos.

No se sabe con exactitud quiénes son los propietarios, si son bolivianos o si son extranjeros. La investigación señala que otros actores relevantes en el desarrollo de esta agricultura son los colonizadores nacionales, hoy llamados campesinos interculturales.

Sus lugares de procedencia son diversos: desde aquellos que, asentados en las exzonas de colonización del norte cruceño, están migrando fundamentalmente a la provincia Marbán por haber vendido o alquilado sus tierras a medianos y grandes empresarios, hasta aquellos que, manteniendo sus predios en el norte cruceño, acceden a nuevos predios en el Beni vía dotación, alquiler o compra de tierras. En este caso, se trata de un proceso de acumulación de tierras que los convierte en medianos y grandes propietarios.  

Construcción de silo en Pata de Águila - TCO Sirionó. Foto: Cedla.

“Por otro lado, también hay evidencias de que una parte de los denominados “campesinos interculturales” no son tales, pues se trata de personas allegadas al partido de gobierno que viven habitualmente en áreas urbanas, que conforman “comunidades campesinas” fantasmas y que acceden a tierras que posteriormente arriendan o venden a medianos y grandes empresarios (véase

“Pero en el sudeste del Beni no solo están presentes los colonizadores como actores empresariales importantes del desarrollo de la agricultura de granos, sino también colonos extranjeros, como los menonitas de la colonia Río Negro que, asentados ilegalmente en tierras fiscales en las cercanías de San Javier, son un actor central en el incremento de la producción de arroz y soya en la región, abasteciendo también el mercado local de leche y derivados lácteos”, se lee en la investigación.

Camiones en la Ruta 9 a la altura de Puente San Pablo. Foto: Cedla.

“No hay beneficio, solo dejan desastre”, aseguró Espíndola. “Beni no tiene ese apoyo para producir, solo se produce para la alimentación, a veces hacemos trueque para tener carne, aceite y otros. Ellos (los empresarios) no nos benefician, hasta traen gente de otros departamentos para trabajar. Los funcionarios ediles de la autoridad local son arroceros y por ello no se preocupan por este tema”, protestó Malve. 

“Antes dejábamos nuestras puertas abiertas y no pasaba nada, ahora hay gente extraña para nosotros y ya no es lo mismo”, finalizó Cagua.

/MVL/NVG/

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