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Opinión

Volver a Bolivia en tiempos del Covid 19

12 de Abril, 2020
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AGUSTÍN ECHALAR ASCARRUNZ

Todos sabíamos, a excepción de los enceguecidos creyentes, que la realidad boliviana no era la que pintaba y proclamaba el gobierno del MAS, el país con mayor crecimiento de la región, algo que porcentualmente puede hasta ser una verdad, sigue siendo el país más pobre de la región, el exportador de mano de obra barata a países vecinos que son más ricos. De ahí viene uno de los dramas que se está viviendo estos días en una inhóspita frontera.

La crisis del Covid 19 nos está enfrentando con nuevas situaciones inimaginables, y también con nuestros propios fantasmas, con nuestras carencias, con nuestra pobreza no solo material sino humana, y posiblemente en algunos casos, también con algunos rasgos de grandeza.

Esta situación de excepción, nos está llevando a reflexiones íntimas, sobre el verdadero sentido de la vida, pero también a reflexiones corporativas, y comunitarias, esto último con grandes dificultades, porque la búsqueda de soluciones, y el poder encontrarlas, se da casi siempre a partir de poder interactuar.  Hoy los actos de solidaridad, aunque si pueden darse, y seguro se están dando, se ven restringidos por la falta de movilidad que pueden tener quienes en otras circunstancias estarían dispuestos a colaborar.

Lo dramático de esta situación es que las formas más tradicionales de empatía, están de alguna manera cortadas, o totalmente disminuidas, inclusive las ideas de una olla común, las posibilidades de donar lo que se tiene demás, o aún de dinero, (porque muchos de quienes tienen una cierta reserva, no saben a veces cuando volverán a tener ingresos).

Se ha puesto en evidencia la enorme debilidad del Estado, ese Estado que tiene que ocuparse de la salud de los ciudadanos y que no hizo ni de lejos lo suficiente en la época de las vacas gordas. Estamos a las puertas de un período que posiblemente contenga escenas inimaginables de dolor.

Las muertes por el virus llegarán antes  y con más fuerza que el hambre, y por eso,  es una buena política la de tratar de contener la enfermedad a costa de la economía. Sistemas de apoyo para que no lleguemos a la inanición en la población más vulnerable pueden irse implementando.

En los últimos días la presión en la frontera chilena ha ido creciendo, en el primer momento  eran 150 los compatriotas que solicitaban cruzar las fronteras cerradas, lo han hecho 480 que están en el campamento de Pisiga, pero hay aparentemente más de 1000 pidiendo hacerlo.

Es posible que esto sea una muestra de la crisis que ya se avisora en los países donde nuestros compatriotas estaban trabajando, es posible que haya mucha gente que esté perdiendo sus empleos y en esas circunstancias les toca retornar a su patria.  Bolivia tiene que recibirlos,  y con la mayor amabilidad posible, aunque con firmeza, Chile debería poder despedirlos con una prueba que los muestre como libres del virus, también porque debería ser su responsabilidad cuidar de ellos en caso de estar contagiados.

Armar y mantener una cuarentena pasa por tener fronteras bien controladas, la cuarentena es una de las opciones y lo que está haciendo el gobierno en Pisiga parece sensato, aunque por las mismas circunstancias, no podemos tener una información verdaderamente imparcial, y las quejas llegan hasta La Paz.

Creo que el drama de los bolivianos que retornan tiene que ser manejado con mayor información y con mayor cuidado, no puede bajo ningún punto de vista convertirse en un tema disputado entre masistas y gente del gobierno, debe ser una preocupación del Estado. Cuidando por supuesto el detalle de impedir cualquier tipo de falta de disciplina que pudiera llevar a siquiera un contagio más.  

Agustín Echalar es operador de turismo

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