
Este año la pequeña y polvorienta ciudad de Uyuni ha sido noticia en varias ocasiones, primero porque una joven desorejada de vida, publicó un desdichado comentario respecto a la estética del lugar, luego porque un joven de blonda cabellera, empezó con una fenomenal iniciativa, levantar la basura que otros tiran en un paisaje tan especial como es el cementerio de trenes de la localidad.
El salar de Uyuni es un lugar excepcional, y significa un capital turístico de primer nivel, mucha gente en el mundo ha oído hablar del mismo, y quieren visitarlo, y casi todo el mundo queda maravillado con el mismo, es un producto ganador se podría decir. Dicho sea de paso, la única vez que me topé con una opinión negativa respecto al Salar fue de boca de un conocido mío, muy tuerca él, muy de autos de carrera y de ralleys, que me comentó que el lugar no le parecía nada espectacular. Había ido al Salar, por el Dakar. Repito, esa fue la única opinión negativa en miles de otras que he escuchado, tan llenas de fascinación.
Uyuni fue tal vez el único proyecto urbano de la era republicana, y fue planificada como una ciudad moderna, tan moderna, que ni siquiera le construyeron una plaza, al estilo español, sino anchas calles y avenidas, por donde el viento podía pasearse a sus anchas. Lo logró consolidarse posiblemente por ese viento y el terrible frio que se siente casi durante todo el año, y por lo agreste de la zona, pero tuvo su boom a principios del siglo XX, y en realidad empezó a languidecer cuando el ferrocarril dejó de ser importante.
A partir de los años 90 empezó primero una tímida actividad turística, y esta fue creciendo hasta marzo del año pasado, cuando fue frenada de golpe, y ahora solo hay algo de la misma, gracias a algo que era impensable hace un cuarto de siglo, el turismo interno.
De cualquier manera, el flujo es mínimo, y uno pudiera pensar que esa zona estaría hoy en ruinas, pero he tenido la oportunidad de estar en Uyuni la semana pasada y he comprobado allí, una frenética actividad, los mercados llenos, la oferta de perecibles, que es un buen medidor del movimiento económico, muy grande, el tráfico constante, si Uyuni, pese a no tener turismo bulle.
¿Que quiere decir esto? En términos generales, que el turismo es importante en la zona,pero que no es la actividad principal, toca hacer un estudio serio al respecto, tanto para apoyar iniciativas en forma responsable, como para evitar crearse ilusiones en torno a una actividad.
Quepa preguntarse por supuesto, ¿de dónde vienen los ingresos que hacen de Uyuni hoy una ciudad intermedia, con una calidad de vida que tal vez es mejor que la de los lugares no centrales de urbes como El Alto o Oruro?, La respuesta es que hay muchas actividades más, la minería, la quinua, el comercio, el comercio informal, y last but not least, tal vez el comercio de sustancias prohibidas.
El turismo es una bella actividad, y puede dar buenas ganancias, tiene además efectos colaterales muy positivos, (y algunos negativos), pero para trabajar seriamente en su favor, tiene que poder tomarse en cuenta su verdadera importancia, sin desmerecerla, ni exagerarla.
Mientras tanto, lo triste es que la suciedad está volviendo, las bolsas de plástico siguen por doquier en los alrededores, es una confabulación entre seres humanos poco cuidadosos, y un viento que no perdona.
De todos modos, en estos tiempos de fronteras cerrados y de aeropuertos atiborrados, hacer un viaje a Uyuni y visitar su hermoso salar, es un programa para todo aquel que pueda costearse una pequeña vacación. Y obviamente un viaje así, ayuda a amar la patria un poco más, y eso estamos necesitando con urgencia, por las razones que son de público conocimiento.
Agustín Echalar es operador de turismo