MARCELO AREQUIPA AZURDUY
Esta columna no se trata de una clase de economía o administración de empresas, no es similar a eso que sabemos como sigla que son las compañías SRL, en lo que sigue cuando hablo de la Sociedad de Responsabilidad Compartida (SRC) me refiero a todos nosotros en general enlazando con los tristes sucesos de la semana pasada del conflicto entre cooperativistas y el gobierno nacional.
Dicen los griegos antiguos que algo que forma parte de nuestra naturaleza humana es que a menudo solemos manejarnos por el siguiente principio: la manera más ventajosa de vivir es respetar la ley cuando se está ante testigos, pero seguir los mandatos de la naturaleza cuando nadie nos observa.
Desgraciadamente hoy ese principio que hacía referencia a una persona en particular se ha extendido a nivel de grupo, entonces la complicidad en la SRC amparándose en lo que pensamos qué es o no legítimo resulta ser el principal motivo de agregación de intereses, incluso llegando a niveles en los que se actúa al margen de las leyes.
Como ciudadanos nos hemos dividido o puesto en el plan de que buscamos culpables y queremos ver sangre en las redes, intentamos buscar explicaciones del tipo: ellos siempre se comportaron así en el Estado, en el año tal o cual ya hubo un acuerdo con otro gobierno; cuando lejos de hacer una introspección colectiva no nos damos cuenta que en la SRC nuestro gremio al que pertenecemos nos gustaría que tuviera las mismas o mejores prerrogativas que los otros.
El extractivismo y el abuso de poder que vimos reflejados en los cooperativistas mineros no es para hacernos sentir mejor a nosotros y pensar que ellos son el diablo reencarnado, ellos son una pequeña muestra del tipo de sociedad que somos, donde la ventaja mediante la ley del máximo beneficio con el mínimo esfuerzo es la que predomina y donde agremiarse es la vía para forjarse un futuro. Frente a un problema similar una experiencia que puede servirnos es la que Robert Putmann dijo en 1993 para el caso italiano, si tu sociedad es corporatista y los lazos de confianza colectiva son débiles entonces se debería fomentar que una persona no pertenezca a una sola corporación, que se agremie a más de una porque de esa forma se pueden tejer lazos de responsabilidad compartida.
Por otra parte, no hay duda que eventualmente existan responsables de los sucesos y que deben responder a la justicia, pero como todo poder de gobierno es temporal, no deberíamos centrarnos en esta especie de circo romano en la que exigimos la cabeza de uno de los mejores gladiadores para saciar nuestra sed e irnos tan contentos a nuestros hogares.
Porque si seguimos pensando que la culpa de todo lo tiene quien esté administrando el Estado entonces es que no hemos aprendido nada desde los antiguos respecto al sentido de responsabilidad directa que deben tener los ciudadanos en un Estado y más bien les estamos dando la razón a aquellos críticos contra la democracia que postulaban que la masa es desafecta e incapaz de ser auto gobernada por sí misma, por lo que siempre necesita de alguien que la dirija porque no nos gusta reconocer que al final de cuentas somos una Sociedad de Responsabilidad Compartida.