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Opinión

Servicio militar femenino, no gracias

6 de Febrero, 2018
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AGUSTÍN ECHALAR ASCARRUNZ

El jueves pasado se ha iniciado una vez más el reclutamiento para jóvenes que están en edad de hacer el servicio militar obligatorio. Esta vez hay una innovación, también han sido llamadas las jóvenes, aunque eso sí en forma voluntaria, y solo serán reclutadas alrededor de 200 jovencitas. El  director general militar territorial de las FFAA ha explicado que eso es en función de la igualdad de oportunidades independientemente del género de los ciudadanos, y claro, una vez más lo que se puede ver es un saludo a la bandera, un decir una cosa por otra, aunque en este caso podamos alegrarnos de que sea así.

Quienes siguen esta columna saben que uno de los temas recurrentes que he tocado en estos casi 20 años, y que ya me preocuparon en publicaciones previas es no solo el absurdo del servicio militar obligatorio, sino todas sus perversas consecuencias. Quiero reiterar mi preocupación por este tema, en ocasión de este nuevo llamamiento, y sobre todo porque al incluir a mujeres en este llamado, solo se están empeorando las cosas, más allá de la buena voluntad que puedan tener algunos militares involucrados en esta iniciativa.

El servicio militar es un espacio machista por naturaleza, y solo con un trabajo muy profundo de revisión de todos los componentes ideológicos de éste, dejará de serlo. De hecho el que se incluyan en ese esquema a mujeres no quiere decir nada, y puede además crear más aristas y mayores deformaciones machistas, más allá de que se debería dar el beneficio de la duda a nuevas iniciativas.

Aparte del machismo inveterado incrustado en lo militar en general, y en el servicio militar obligatorio en particular, aparte de que es posible que el maltrato hacia las mujeres en la sociedad boliviana tenga una relación directa con el aprendizaje de brutalidad que hacen los jóvenes bolivianos mientras aprenden a usar armas por si se de una guerra que sería indefectiblemente perdida en un dos por tres, lo importante es pensar que ya es tiempo de hacer cambios sustanciales en la estructura de nuestra sociedad, y que uno de los puntos por donde se podría empezar es precisamente por el que nos ocupa.

Aunque el pequeño batallón o los pequeñísimos batalloncitos de soldadas bolivianas no son mucho más de lo que dije antes, un saludo a la bandera, lo cierto es que eso demuestra una capacidad para hacer modificaciones interesantes y hasta novedosas, y es en esa línea que lo importante debería ser ante todo pensar en las verdaderas necesidades del país, y en la forma en que los jóvenes, de ambos sexos, podrían ocupar mejor su tiempo y eventualmente elevar su potencial vocación humanitaria.

Me refiero ya sea a un servicio, militar y civil voluntarios en el mejor de los casos, o a uno obligatorio, de ambos sexos, pero que sea civil, de apoyo en hospitales, en hogares de ancianos, y en el mantenimiento de cierta infraestructura, en apoyo a la reconstrucción de lugares afectados por turbiones como ha sucedido esta semana en Tupiza, y de espacios verdes, que requieren de mano de obra que el estado no puede pagar a pesar de ser el país con más crecimiento en la región.

Agustín Echalar es operador de turismo. 

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