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Opinión

Resistencia social y nuevos desafíos ¿Qué Bolivia queremos?

3 de Diciembre, 2019
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EVELYN CALLAPINO GUARACHI

Es loable recordar lo que afirmaba Santayana “Aquel que no conoce su historia, está condenado a repetirla”, es un momento para no olvidar las crisis político-sociales bolivianas y aprender de ellas, rompamos con estos patrones de confrontación e intolerancia.

Una vez más Bolivia se manchó de sangre en un contexto violento, nuevamente salimos a las calles para defender los valores democráticos que ya habíamos conquistado desde 1982. Otra vez nos damos cuenta que el Estado no ha tenido la capacidad de garantizar el bien común de la población entrando a un periodo de ingobernabilidad que nos aqueja a toda la sociedad.

Nuestra historia está íntimamente ligada a los movimientos sociales, a la toma de las calles por parte de la población que por diferentes circunstancias ante la carencia de satisfacción de necesidades y falta de voluntad política debe confrontar a los gobiernos cuestionando su accionar.

Los movimientos sociales según Raschke hacen referencia a un actor colectivo que interviene en un proceso de cambio social. En Bolivia este actor es parte esencial para manifestar las demandas sociales, que con cierta continuidad y sobre las bases de una alta integración simbólica, persigue una meta consistente en llevar a cabo cambios sociales fundamentales, utilizando formas organizativas y de acción variables. Bajo estos aspectos podemos comprender el contexto.

La integración social boliviana tuvo como objetivo común el derrocar al gobierno de Morales, donde la bandera nacional fue el símbolo de unidad. Con todo esto, podemos ver los objetivos que nacen de estas protestas acompañado de una conciencia de pertenencia común que se desarrolla sobre la base de un nosotros.

El hito que marcó el inicio de las movilizaciones fue el 21F, contraviniendo lo dispuesto en la CPE, y posteriormente con la decisión que tomó el TCP. Como punto culminante fue el desarrollo y resultados fraudulentos de la elección del 20 de octubre lo que condujo al descontento social y posteriormente a la renuncia de Evo Morales. Lo que ineludiblemente conllevó a la confrontación con resultados nefastos como fue la pérdida de vidas humanas.

Dichas movilizaciones se intensificaron ante la incapacidad del sistema institucional que no cumplió con las demandas sociales, además, se evidenció un rechazo a los partidos políticos que perdieron su legitimidad, en consecuencia, el rol protagónico lo asumieron los Comités Cívicos a nivel nacional, la constitución de plataformas y colectivos mostrando la debilidad del Estado.

A raíz de ello, es imperativo una reconfiguración del sistema político boliviano. Hay puntos que se deben trabajar como sociedad para evitar futuras confrontaciones llenas de intolerancia. Es necesario puntualizar nuevos retos que tenemos, pues debemos generar espacios de diálogo, debate y apostar por una investigación crítica, donde se fomente la integración a partir de las diferencias ideológicas para una articulación social conjunta.

La política debe dejar de ser envilecida, es trascendental recuperar su verdadero significado. Con lo acontecido se demostró una vez más que hay un rotundo rechazo a los políticos reciclados. Debemos buscar nuevas formas de hacer política y nuevos protagonistas políticos, es necesario reconstruir el sistema de partidos.

Urge optimizar la participación ciudadana y apostar por una mejor cultura política, lo que implica mantenerse al tanto de lo que ocurre en el plano público y hacer seguimiento a la agenda política. Esto nos enlazaría a una conciencia colectiva comprometida con el desarrollo del país, exigiendo responsabilidades a nuestros representantes, demandando políticas y programas acordes a las necesidades sociales.

Ya no debemos apostar por más caudillos, es necesario fortalecer el sistema institucional. Los actores políticos deben entender que no queremos más discursos que fomenten revanchismos innecesarios. Rompamos con el patrón de confrontación, porque una mejor Bolivia es posible con el aporte de todos y todas.

Evelyn Callapino es politóloga, docente universitaria y coordinadora de Mujer de Plata.

Twitter: @EvelynCallapino

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