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Opinión

¿Qué hacer?

30 de Abril, 2025
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El título de la columna no hace referencia a la conocida obra de Lenin (una de la más importantes que escribió, junto con “El Estado y la revolución”), en la que planteó la necesidad de construir el partido político que haga posible que el proletariado se politice, tome el poder y trascienda el marco meramente reivindicativo de sus luchas. Formuló de ese modo, en 1902, la tesis del partido vanguardia, que se debía situar un paso adelante del proletariado, para guiarlo al poder y permitir la construcción del socialismo. Desde entonces, todos los partidos políticos funcionan así, como vanguardia de un pueblo al que suponen ignorante y al que deben salvar. Claro que la situación es peor ahora, porque vemos partidos que subastan su sigla para que algún aparecido los devuelva al poder del que alguna vez gozaron, o los lleve por primera vez al mismo; tiempos en los que algunos candidatos se ofrecen por carta, diciendo que no son salvadores, pero que tienen un plan de salvación para Bolivia. Degradación total. 

Pues bien, nada de eso ocupa nuestra atención en esta oportunidad, sino algo más mundano, que está muy lejos de adentrarse en razonamientos como los de Vladímir Ilich Uliánov. Estamos haciendo referencia a dos casos puntuales, de ciudadanos comunes que se las tienen que ver con una realidad inadmisible, pero realidad al fin. 

El primer caso se refiere al peregrinar de un súbdito extranjero radicado en Bolivia desde hace algún tiempo, que cuenta con una visa de objeto determinado y con la cual obtuvo un trabajo de docente en una universidad privada. Dado su excelente desempeño, la universidad en cuestión, decidió contratarlo a plazo indefinido.

Pero, he ahí que, en el Ministerio de Trabajo, no visarán su contrato si es que no presenta su visa de residencia definitiva y en la Dirección General de Migración no pueden darle visa de residencia definitiva sino hasta octubre de 2025, dos semanas antes de que fenezca su visa de objeto determinado. Más: en esta última repartición estatal, no quisieron hacerle conocer los requisitos para tramitar su visa de residencia definitiva, porque “pueden cambiar”, según le explicó un burócrata de base, amable pero incapaz de entender la situación del interesado.

En suma, en el Ministerio de Trabajo restringen a esta persona el ejercicio de su derecho al trabajo, que él quiere ejercer de manera legal, porque carece de una visa de residencia definitiva, y en la Dirección General de Migración, lo hacen porque aún no es tiempo de cambiar su tipo de visa.

El otro caso tiene que ver con un señor que sufre una enfermedad complicada, que le impide desarrollar sus actividades de manera normal y requiere de un certificado médico que le permita acceder a un servicio notarial en su domicilio. Una conocida notaria de La Paz, decidió que no puede dar curso al pedido, porque está prohibido sacar documentos de su oficina; si lo hace, DIRNOPLU la puede castigar. Los burócratas que trabajan en la notaría son incapaces de entender la situación del señor.

Por otro lado, una secretaria del ente de seguro del cual debe obtenerse el certificado médico para servicio notarial a domicilio, le dijo a la esposa del enfermo, que había llevado la solicitud, que, por disposición de “Legal” del Seguro, para recoger el documento, debe presentarse en persona el interesado (que no puede desarrollar sus actividades con normalidad, como ya se ha dicho) o la señora llevar un poder notariado.

Maravilloso, ¿no es cierto? En la Notaría exigen la presencia del enfermo porque DIRNOPLU puede sancionar a la notaría si sale algún documento de sus oficinas, o un certificado médico que acredite que requiere servicio notarial a domicilio, y, en el seguro de salud, exigen la presencia del enfermo o poder notarial para que su esposa recoja el certificado.

De ahí la pregunta del título de esta columna: ¿Qué hacer? Un súbdito extranjero, muy capaz, ve restringido su derecho al trabajo por el accionar de personeros de dos entidades estatales; y un enfermo ve restringidos varios de sus derechos por burócratas de una notaría y de un seguro de salud.

En ambos casos, los personeros de marras son sujetos insensibles, ocupados en poner trabas al ejercicio de los derechos de las personas que llegan hasta ellos, en lugar de facilitarles las cosas. 

Es la concepción del poder como dominación y no como servicio, que tanto ha criticado el papa Francisco cuando dijo que el verdadero poder en la Iglesia y en el mundo no reside en la dominación o el control, sino en el servicio a los demás, como lo hizo Jesús.

¿Qué hacer? Echar a estos personeros al diablo, por incapaces, dogmáticos e insensibles, a la espera de que san Francisco de Borja los ilumine a todos y nos permita pasar del poder de dominación al poder de servicio. 

El autor es abogado