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Opinión

Pedofilia, Evofilia, y cosas peores

24 de Agosto, 2020
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AGUSTÍN ECHALAR ASCARRUNZ

Partamos por la definición de las palabras, la pedofilia es un instinto sexual, que sienten algunas personas por niños (o niñas)  prepúberes, (no por infantes), sino por esos niños que están aproximadamente entre los 6 y los 11 años de edad, ese instinto que puede ser considerado peligroso y altamente predatorio, porque puede dañar enormemente a la víctima si es que se materializa, mientras eso no sucede, no puede ser juzgado ni condenado. Tiene que ser controlado y reprimido, de ahí, la importancia de controlar por ejemplo la pornografía que tenga ese tipo de elementos, y que pudiera “normalizar”, para los pedófilos esa situación, o reforzar esos instintos.  Pero reiteremos, mientras el pedófilo no actúe, no ha cometido ningún delito. Se llama pederasta,  a quien pasa a la acción, y consuma una relación de acercamiento sexual, con niño o una niña de la edad y características arriba mencionadas, esa acción está penada por ley, e implica una condena de entre 15 y 20 años en la mayoría de los países.

Es por eso, que resulta, profundamente equivocado asociar las palabras pedófilo, o pederasta con el comportamiento del ex presidente Morales, (el hermano Evo, para los Evófilos),  en relación a la que llamaremos, “la joven de la vagoneta robada”.

Eso no quiere decir que Morales no hubiera cometido un delito. Aunque no está probado, hay demasiados indicios que llevan a la presunción de que el hombre de casi sesenta años, siendo la figura más poderosa del país, inició una relación con una menor de edad, y eso se llama estupro y tiene cárcel, de 2 a 6 años, ( considerando la situación del sospechoso, se podría creer que la condena debería ser la mayor que se dicta por ese delito), por lo demás existen algunos antecedentes muy importantes .  Pese a las enormes mentiras vertidas en el caso Gabriela Zapata, se puede estar seguro que la relación entre Morales y la mujer de marras se hubiese iniciado cuando ella tenía 17 años, en el año 2005. Morales ha dicho no solo públicamente que él desdeña la ley, y que le mete nomás, y que espera que luego los abogados arreglen sus violaciones a la ley. Tambien ha dicho que su aspiración una vez terminado su mandato es irse al Chapare, y vivir allí con una quinceañera. (de haber sido un lapsus, tenía que haberse disculpado del exabrupto).

En esta historia, el principal responsable ante la justicia es el ex mandatario, pero hay una serie de otros detalles que deben ser investigados a fondo, como es la vagoneta robada al Estado y que llegó a manos de la joven, pero también el entorno permisivo que ha rodeado a este ser que de alguna manera gracias al exceso de poder se ha convertido en un monstruo.

Me pregunto si no tenía un solo asesor, una ministra, un socio-vicepresidente, una defensora del pueblo colocada por él, un edecán, un ministro de comunicaciones, que no le pudiera decir, que eso no solo era potencialmente peligroso, por la ilegalidad que implicaba, sino que simplemente estaba mal.

La relación ilegal de Morales con una menor de edad, es en realidad la secuencia lógica de una bola de nieve que se arma a partir del abuso de poder, el increíble triunfo electoral del año 2005, se les subió a la cabeza a quienes formaban la cúpula del Mas y obviamente a su jefe símbolo, venía ya de un mundo que relativizaba la legalidad y el bien de la sociedad, apoyando a quienes producían materia prima para el narcotráfico, y mentía al respecto, creía que el asesinato de un policía y su mujer podían quedar impunes, y que bloquear a todo un país se justificaba plenamente, pero luego de las elecciones, él y su gente creyeron que podía cambiar ese país a su gusto, hicieron una constitución que podía ser modificada de acuerdo a su conveniencia en forma inmediata, y la cosa no paró allí:  museo, palacio, avión, Morales se alejó de la realidad de una manera espantosa, se creyó más allá del bien y del mal, pero eso no surgió espontáneamente,  eso fue parte de un sistema donde el halago, el llunkerio, y luego el temor, no conocieron ningún límite. Esta no es una historia privada, es una historia del poder, que mancha a  buena parte del gobierno de entonces.

Agustín Echalar es operador de turismo

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