
Aunque el mes de marzo me es entrañable porque personas que quiero mucho cumplen años en este mes, también me resulta antipático, eso por el bendito día 23, la fecha en la que Bolivia se rasga las vestiduras una y otra vez, recordando el heroico acto de Eduardo Abaroa tratando de defender la heredad patria durante la guerra del Pacifico. En ese terrible año de 1879, hace 143 años. Hacer luto está bien, pero tampoco hay que exagerar.
Aunque uno puede sentir cierta simpatía por recordar a los héroes caídos, lo cierto es que los bolivianos nos hemos hecho mucho daño armando esa cultura de la derrota. No se trata aquí de minimizar el daño causado a Bolivia en aquel entonces, sino que esta historia es simplemente demasiado vieja, y aún sin olvidarla, conmemorarla con tanta parafernalia, es algo que realmente merece ser analizado, revisado y eventualmente superado.
Durante el gobierno de Evo Morales, los 23 de marzo nos causaron algunos estremecimientos, porque en medio de la emoción del recuerdo de la derrota de entonces, al presidente se le ocurrió iniciar una demanda ante la Corte Internacional de Justicia. La demanda era ridícula, porque tiraba por la borda toda la dinámica de la cultura de la diplomacia internacional. Además costó una millonada y era en realidad parte del paquete de medidas mediáticas para eternizar a Morales en el poder.
Un resultado mínimamente ambiguo hubiera sido utilizado por el gobierno para ese fin, pero el balde de agua fría recibido con el fallo de la corte, fue total. En realidad, lo bueno de esto, a pesar del costo, fue que pudo haber sido una oportunidad para cambiar nuestra postura, no respecto a Chile sino respecto a algunos de los traumas de los que nos hemos hecho a lo largo de nuestra historia.
El triunfo de un presidente de izquierda en Chile, ha hecho pensar al presidente boliviano, que podía haber una oportunidad para volver a hablar del mar, y en calidad de cuate, ha partido a Valparaíso y Santiago para asistir a las ceremonias de cambio de gobierno. A pesar de que nuestros países no tienen relaciones diplomáticas.
El señor Boric ha sido clarísimo y no ha dado ninguna esperanza sobre el tema del mar como lo reclama Bolivia, de paso ha sugerido algo tremendamente sensato, empezar por tener relaciones diplomáticas como los dioses mandan, (incluida la Pachamama). No es una propuesta descabellada ni ofensiva.
Algunas personas dirán que no trae ningún beneficio a Bolivia el entablar relaciones diplomáticas con Chile, puede ser que sea verdad, (en la medida en que tampoco le haría daño el establecerlas). Lo importante sin embargo es que sería un paso muy importante para genuinamente ir viendo hacia adelante, para librarnos del trauma de la pérdida del mar, y para negociar de la mejor manera posible el más irrestricto acceso a los puertos más cercanos y eficientes de Chile.
En los próximos meses Bolivia también recibirá el fallo de la corte de marras respecto a las aguas del Silala, esta vez no irá una comparsa a recibir el fallo, no solo porque se aprendió del proceso anterior, sino porque en este caso también, parece ser que no nos asiste la razón.
Una vez terminado ese proceso, y pagados los honorarios a los abogados, (otra cuenta carísima), creo que sería un buen momento para comenzar una nueva relación con Chile, con embajadores acreditados, con misiones diplomáticas que no tengan que hacerse pasar por misiones consulares. Creer que el no tener relaciones diplomáticas es un gesto para alertar al mundo de nuestro descontento es absurdo, eso simplemente no es percibido así. La Corte Internacional de Justicia con su veredicto nos ha dicho que el mundo no nos ve como víctimas de una injusticia.
Agustín Echalar es operador de turismo