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Opinión

Más sobre el Mahometismo

19 de Diciembre, 2017
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IGNACIO VERA

Estas gentes sí que son de lo más increíble y fascinante. El solo hecho de ver la forma y el color de sus vestidos, en especial de los de las mujeres, es algo que causa un verdadero placer. Burkas y sandalias, allá un shaylab y aquí un khimar, telas de colores apagados y que no dejan evidenciar los contornos de los cuerpos y miradas penetrantes que solo llegan a decir un poco, casi nada, del ánimo de las fieles de Allah… Es una cultura fuerte e indestructible, y a la vez una religión ultradogmática y celosa.

Uno puede aquí templar las clavijas del enfoque humanista mejor que en cualquier otro lugar del mundo. Los musulmanes tienen una concepción de la vida de veras profunda; diríase que los luteranos ganan en explicación erudita de muchos hechos bíblicos, pero los musulmanes vencen en profundidad conceptual de la vida.

Pero ¿qué hay del Antagonista de los islamistas?, ¿qué del Demonio musulmán?

La tradición y el dogma de los cristianos y judíos dice que la naturaleza demoníaca de Lucifer nace junto con la acción de rebelión del mejor y más bello ángel jamás creado, y esta acción no es otra que la soberbia, pero lo cierto es que esas tradiciones y dogmas judeocristianas no nos hablan nada acerca del motivo de esa soberbia. John Milton habla en sus versos algo de estos motivos, pero él era poeta.

¿Por qué, entonces, el Diablo se insubordinó? Porque no quiso jamás adorar al Hombre. He aquí la gran respuesta de todo. Recuérdese que la anterior semana habíamos dicho, parafraseando las palabras del Corán, que Dios, al momento de la Creación, había pedido a Eblis que adorara al ser humano. ¡He aquí una gran llave de este libro! Criatura angélica como era, ¿por qué debía rendirse a los pies del hombre? Pero hay otras cosas más que el Corán nos dice sobre el motivo de la existencia del ser humano en la tierra, como que su presencia no solamente es debida al deseo de Dios de que le canten loas y alabanzas, sino además de que tenga en el mundo seres que hagan rivalidad con los ángeles, para hacerles entender que ellas no son las solas criaturas salidas de su seno.

Comprendiendo bien las palabras de este libro sabio, se tiene que la insubordinación de Eblis (el Demonio) no encierra tanta arrogancia como se creería a primera vista, porque Eblis no tenía ciertamente motivo alguno para rendirse ante un ser inferior como Adán que no fuera el mandato del mismo Dios. (Digresión: el ser humano solamente se iguala a los ángeles cuando alaba a su Creador).

He aquí el motivo, según Giovanni Papini, por el que el Diablo siempre trata de vengarse de los hombres y de hacerles caer en el mal. En este sentido, el Corán tiene una explicación de los hechos primigenios que trasciende el plano objetivo y superficial.

En el momento de la rebelión, cuando Alá le reprochaba sus rebeldías, dijo Eblis: “Yo valgo más que él (refiriéndose al hombre). A mí me formaste del fuego y a él del barro”. Y Alá contesóle: “¡Sal de aquí y que seas apedreado! Mis maldiciones permanecerán sobre ti hasta el Día del Juicio”. Eblis suplicó a Dios que le concediera una espera, hasta que llegara el día en que los seres humanos fueran liberados de sus tumbas, pero el Creador se negó rotundo a tal petición. Entonces Eblis sentenció: “¡Yo juro, por tu grandeza, que los seduciré a todos!”.

Y no hay quién como el Demonio musulmán que haya cumplido tan fielmente su promesa hasta el día de hoy.

Ignacio Vera-Rada es estudiante de latín en la Universidad de Salamanca

Twitter:@ignaciov941

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