
El pasado 11 de octubre, en el Día de la Mujer Boliviana, las flores que circularon y las felicitaciones del Comandante General de la Policía Boliviana Jhonny Aguilera ilustran las contradicciones que existen en nuestra sociedad sobre la violencia de género. Dado el alto número de feminicidios, las flores parecieran representar los funerales y el sufrimiento de las familias y los deudos. Las felicitaciones del Comandante Aguilera constituyen paradójicamente la legitimación de la violencia y la complicidad del Estado.
En su saludo, desde la comodidad de su sillón jerárquico, el Comandante Aguilera dijo: “Me refiero a tí, hermosa y maravillosa creación del universo, a tí que tiene capacidad, talento, experiencia (...) Juntos queremos luchar para tu inclusión, para tu igualdad, para rescatar de ti todo el amor, la paciencia y sabiduría”. Sus palabras denotan un encasillamiento de lo femenino y un tácito reconocimiento de la primacía masculina. Son los varones los que van a “incluir” a las mujeres. También el comandante glorifica la subordinación femenina. Así reconoce: “abnegada labor (de las mujeres policías) por dejar tu familia, por dejar tus hijos para brindarte a tu pueblo y tu sociedad”. Palabras que enfatizan el rol “natural” de las mujeres como madres. Palabras además que obvian el abandono de hogar de cientos de policías que irresponsablemente dejan a sus hijas/os a su entera suerte. Mientras el énfasis de lo maternal define a una mujer en las palabras de Aguilera, éste silencia el abandono de hogar por parte de los policías, así como su participación en actos de violencia de género.
El Comandante añadió: “Juntos quememos el miedo, juntos terminemos la violencia". Esta frase no entra en sintonía con la realidad de la violencia policial dado que muchos policías tienen denuncias por violencia de género. Según una nota del diario Los Tiempos, entre enero y agosto del 2020, 222 policías fueron denunciados ante la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen. La revista Muy Waso hace unos días recopiló 31 casos mediáticos en los cuales están involucrados policías por abusos sexuales, tentativas de violación, violación sexual y tentativa de feminicidio entre 2016 – 2021. Los datos exactos son de difícil acceso porque la información recae en la Policía Nacional y se presume que hay encubrimiento y complicidad. Para la Policía Boliviana reconocer hechos violentos cometidos por sus uniformados sería aceptar el carácter jerárquico, machista y patriarcal de la institución. Por ello, el Ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, minimiza los hechos de violencia de género que involucran a la Policía Nacional.
El caso de María Fernanda Paucara interpela las palabras del Comandante Aguilera. Sus restos mortales fueron encontrados en una celda de la Estación Policial Integral (EPI) en Chasquipampa en la ciudad de La Paz. Estos hechos ocurrieron el 6 de octubre de este año. La Policía alega que María Fernanda se suicidó; familiares y amigos dudan de esa versión y señalan que la vejaron sexualmente y la asesinaron. Organizaciones feministas y familiares de María Fernanda se han pronunciado estos últimos días cuestionando el trabajo de la Policía Nacional. Esta institución está muy desacreditada por su pobre respuesta a los altos índices de violencia de género que ocurren en el país. También estas colectivas consideran que la Policía Nacional protege a varios de sus miembros acusados de violencia de género.
La frase que a gritos se escuchaba en la movilización por María Fernanda decía “La policía no me cuida, nos viola y asesina”. Esta demanda tiene mucho sentido porque esta institución ha perdido desde hace mucho tiempo legitimidad. Mientras la Policía Nacional tenga el poder de la información sobre los delitos cometidos por sus uniformados y no contribuya al esclarecimiento de sus crímenes, la sociedad boliviana tiene todo el derecho de desconfiar. Se necesita de forma urgente una reforma policial y la transparencia de sus investigaciones. Una comisión que acompañe estos casos y que combata el encubrimiento policial a sus efectivos sería un gran paso en la lucha contra la violencia de género.
En Bolivia, la Seguridad Ciudadana es una de las grandes problemáticas que aquejan a la sociedad y más aún a las mujeres. El Comandante Aguilera debe dejar de lado ese falso discurso de subordinación y mensajes edulcorados sobre la mujer boliviana. En su lugar debe esclarecer el caso de María Fernanda. Ella como muchas mujeres bolivianas víctimas de violencia de género exigen justicia.
Evelyn Callapino Guarachi es politóloga, docente universitaria y fundadora de Mujer de Plata.