
Mientras el mundo está inmerso en el futbol, en Sudamérica hemos visto un golpe de estado fallido y un juicio que ha condenado a una ex Presidenta a seis años de prisión. En el ámbito doméstico estamos viviendo unos momentos bastante interesantes debido a que el partido que tiene secuestrada a la democracia parece ser que ha entrado en etapa terminal, y aunque milagros hay, es posible que estemos asistiendo a su muerte.
Aunque indudablemente una organización como la del MAS tiene características inherentes a sus fundadores y a quienes la manejan, lo cierto es que también, la ocasión hace al ladrón. Si un partido político tiene exceso de poder, vale decir gana elecciones con más de un 50 %, y en algún momento llega a tener un congreso con más de dos tercios de representantes, entonces se tienta por abusar del poder, uno puede imaginarse que algo así le pasaría a cualquier partido.
El MAS se ha alejado completamente de un ideal democrático, que además solo había abrazado como una estrategia para llegar al poder, como lo dijo, en su otra vida, Fernando Molina en su hermoso libro Conversión sin Fé.
Evo Morales ha acusado de traidores a miembros de su partido que han llegado a un acuerdo con los partidos opositores, un acuerdo solo para emitir una ley que dicho sea de paso, permitía la estructuración justa del proceso democrático. Para que las elecciones reflejen verdaderamente la voluntad de la población se deben saber lo más exactamente posible el número de representantes que merece acreditar cada región ante la Asamblea Legislativa, y contra ese ejercicio estuvo y está el ala dura del MAS, obviamente porque saben que el área donde tienen más aceptación es donde se van a perder algunos diputados.
Lo interesante es que vivimos en una terrible paradoja, por un lado, no quepa la menor duda que el MAS es el partido favorito de la gente en Bolivia, aún desde que evo subió al poder, ese partido siempre ha ganado las elecciones presidenciales, incluida la elección que luego fue anulada por Morales luego de reconocer que hizo fraude, en el 2019, (aunque solo en primera vuelta), y sin embargo es un partido que desprecia profundamente la democracia, de modo que la gente vota en democracia, para tener menos democracia.
Hasta antes de la pelea entre el sector de Evo y el del actual gobierno, era difícil imaginar que la hegemonía del MAS dejara de ser. Pero ahora hay una luz de esperanza. La pelea interna del MAS, no solo muestra la confrontación de dos grupos de poder que quieren hacerse cargo de la repartija de la torta, sino que eventualmente implica también una visión menos autoritaria del manejo del poder.
Uno podría parecer ingenuo al plantear esta hipótesis, considerando el brutal autoritarismo del gobierno de Arce, por ejemplo en relación a los juicios contra la señora Añez, pero las peleas internas llevan a reflexión, y muestran a los líderes como lo que verdaderamente son, y eso hace que también la clientela política de un partido se desencante.
Los golpes bajos que se están dando los masistas, acusándose de todo, los están desportillando de manera muy efectiva. Y reitero, esto es algo que va a terminar siendo muy favorable para la vida política de nuestro país, porque se da una remota posibilidad de fortalecer la democracia.
El que en el Congreso se haya logrado un consenso en una ley que era importante para siquiera no ahondar heridas entre Santa Cruz y el gobierno central, es una clara muestra de ese fortalecimiento.
Mientras tanto toca ayudar a ambos bandos a desacreditarse mutuamente, haciéndoles recuerdo de todos los detalles que podrían engrosar los prontuarios de los protagonistas de ambos grupos. De seguro que Evo y los suyos salen perdiendo, pero los del otro lado también recibirán fuertes rasmilladuras.
Evo es una figura histórica de gran importancia en nuestro país, pero no es un referente democrático, y es bueno que vaya perdiendo poder, tanto para el MAS o lo que quedará de él, como para Bolivia
Agustín Echalar es operador de turismo