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Opinión

Loa a los autos usados

30 de Agosto, 2021
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AGUSTÍN ECHALAR ASCARRUNZ

Mientras todas las miradas se centran en la aberrante situación a la que ha sido sometida la ex presidenta Añez, hay algunos temas menos escabrosos, y no tan de fondo, que quedan relegados aunque están en plena vigencia. Uno de esos es el de la legalización de los autos chutos, algo que está levantando mucho polvo, y que merece ser analizado lejos de ortodoxias, y por supuesto de ciertos intereses privados.

Uno podría estar en contra de cualquier perdonazo, porque este tipo de gracias que concede el estado, fomenta el no cumplimiento de las leyes, por lo que a primera vista, uno podría estar completamente en contra de las aspiraciones de quienes ingresaron un coche de contrabando, o quienes compraron uno que llegó al país de esa manera.  Pero las cosas no son tan simples.

Vayamos por partes, tener a disposición un carro propio, o no tenerlo, (más allá de la moda anticonsumismo, y  de la conciencia ecologista), implica una enorme diferencia en la calidad de vida de las personas, sobre todo si se vive en el campo, en zonas alejadas, tener un auto, no solo puede hacer la vida más placentera, y más eficiente, sino que puede también en un momento dado ser una asunto de vida y muerte, por ejemplo para llegar oportunamente a un hospital.

No es una mala aspiración para los individuos, ni para los estados, el desear que la mayor parte de la gente pueda tener acceso a un coche, y por eso, lograr que los coches sean económicos sería en realidad una política que ayudaría en la cadena productiva, y reitero en la calidad de vida de las personas.

Bolivia tiene un mercado automobilístico totalmente perverso,  los coches de segunda mano son enormemente caros comparados con países del primer mundo, donde la gente gana varias veces más que acá.  Esa distorsión se da por la “bendita” intervención del estado, que ha prohibido la importación de coches de segunda mano, esto ha llevado al ingreso ilegal de carros, y la aberrante situación de que una enorme cantidad de coches, especialmente en el mundo rural, no tienen papeles, y eso hace a sus propietarios aún más vulnerables a los estamentos corruptos del país.

Un  representante  de la asociación de importadores de autos del país, se ha manifestado vehementemente en contra de la legalización, diciendo que eso perjudicaría enormemente el negocio de ese rubro, tiene razón, aunque es delirante decir, que el sector da empleo indirecto a 72.000 personas.  Lo cierto es que es verdad que las importadoras de coches nuevos, perderán con una ley que permita la importación de coches usados, pero no tanto, porque quienes compran coches usados, tal ves nunca tendrían la posibilidad de comprar uno nuevo. Son dos mercados.

Bolivia tiene que abrirse a la importación de coches usados, y con impuestos justos, los cuales no son idénticos a los de un carro nuevo, sino que deben representar el porcentaje del costo de estos. Si alguien cree que así estaríamos importando chatarra, hay que recordarle que el parque automotor actual está lleno de vejestorios, que podrían ser cambiados, por autos usados, pero más nuevos, sin endeudar tremendamente a las personas, sean estas privadas, o sean transportistas.  Si se preocupan por volver a Bolivia un país lleno de chatarra, debemos aclarar que la chatarra que “produce” Bolivia, se exporta al Perú, aquí no quedan fierros viejos.

Creo que la ley que prohíbe la importación de autos usados es dañina a los intereses de alrededor del  99 % de los ciudadanos bolivianos, es una restricción insulsa a sus derechos como consumidores, y los convierte en ciudadano menos felices y más vulnerables.  Y es económicamente un absurdo. Coches más baratos hacen que una serie de servicios sean también más baratos, incluyendo por ejemplo, el cacareado turismo. Los autos nuevos tienen un mercado, la gente de gran poder adquisitivo y posiblemente el estado, el resto podemos vivir muy bien con autos buenos de segunda mano.

Creo que aparte del perdonazo, debe haber una modificación inmediata de esa ley antieconómica y discriminatoria. 

Agustín Echalar es operador de turismo  

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