ROLANDO TELLERIA A.
Cualquier análisis prospectivo sobre los escenarios y resultados de los próximos comicios generales de octubre, previamente y de modo imperativo, debe enfatizar el carácter de la transparencia de los resultados; pues estos análisis, por más “sesudos” que sean, podrían quedar “fuera de lugar” si, como se sospecha, los resultados, ya estuvieran cocinados. Todos los análisis, entonces, deben comenzar advirtiendo “… sí las elecciones fueran limpias y transparentes…”.
Si, así fuera, más allá de las tendencias que reflejan los diferentes sondeos electorales publicados hasta ahora; los resultados del 21F, estarán presentes, además de modo mucho más pronunciado, en los resultados finales de estos comicios.
Aunque a muchos estudiosos y analistas sobre comportamientos electorales, no les agrada extrapolar resultados de procesos eleccionarios distintos, creo yo, que, en los comicios de octubre, las características más importantes del comportamiento electoral del 21F, estarán presentes y se replicaran en las papeletas. También, obviamente, en los resultados.
De partida, en ese contexto, sin contar con los nuevos electores que están en proceso de empadronamiento, el oficialismo parte con un 51,30% de rechazo. Los 2.682.717 electores que votaron por el NO el 21F, en ningún caso, votarían por el binomio ilegal, rechazado. Tal vez, su voto se incline por otro candidato o fuerza política. O, mejor, por aquel candidato que se posesione como el potencial competidor.
Claro, podrán decir que una cosa fue el 21F, y otra, absolutamente distinta, son las elecciones presidenciales. Empero, lo cierto es que, más allá del objetivo capital del oficialismo, de enterrarla definitivamente; estas elecciones están, por decirlo así, “preñadas” del 21F. Si bien han logrado habilitar al caudillo, con la Ley de Organizaciones Políticas y la posterior realización de las insólitas elecciones primarias “vinculantes”; con la pretensión de “enterrar” al 21F: éste, transformado en un rechazo generalizado, estará presente en la votación del 20 de octubre.
Si consideramos al 21F como el punto de inflexión, a partir del cual, de modo gradual y consistente, la hegemonía del MAS, habría ingresado en un declive sostenido; estas elecciones estarán impregnadas con las consecuencias políticas de lo que significa su tácito desconocimiento e incumplimiento. Es difícil, por tanto, “desembarazar” a los comicios de octubre, de los resultados del 21F. Vanos son, en ese sentido, los esfuerzos del gobierno para “enterrar” al 21F. La visita y el execrable apoyo de Luis Almagro, Secretario General de la OEA, más bien, habrían exacerbado los ánimos del electorado contrario a la re-re-reelección.
Ahora bien, desde aquella terrible derrota, está claro que las urnas ya no se constituyen en el mejor camino en la estrategia de reproducción permanente del poder. Tal es el miedo a las urnas que, para habilitar forzosamente al caudillo, soslayaron ese camino, apelando al cínico expediente de los “derechos humanos”. Lo correcto, con todo lo que puedan decir y criticar, era, nuevamente, consultar al soberano.
Por ello, en estas elecciones, siguiendo las tendencias del “punto de inflexión”, el comportamiento de ese electorado (51,30%), independientemente de los candidatos y sus propuestas; será de rechazo a la continuidad del gobierno. A este porcentaje se debe añadir otro, relativamente significativo, que se fraguo sistemáticamente por el desconocimiento al mandato del referéndum y la ambición, sin límites, de poder.
En el presente, gran parte del electorado rechaza esas perversas intenciones de “poder perpetuo”. En ese sentido, las urnas, podrían más bien constituirse en el “entierro” de esa pretensión. Ante esa potencial posibilidad, el oficialismo con el Tribunal Supremo Electoral (TSE) sometido, ya habría tomado sus previsiones, incluso para evitar la segunda vuelta.
Esto, imperativamente, exige un replanteo en las demandas de las plataformas y los movimientos ciudadanos. La demanda crucial, ahora, en defensa de la democracia, es: elecciones transparentes con un TSE, idóneo y confiable.
Rolando Tellería A. es profesor de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Mayor de San Simón