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Opinión

La Paz, su parte antigua

19 de Julio, 2021
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AGUSTÍN ECHALAR ASCARRUNZ

Aunque los daños cometidos por la enfermiza megalomanía del expresidente Morales y de su vicepresidente fueron enormes para el casco viejo de la ciudad, lo cierto es que a pesar de las heridas, este se puede salvar. Un recorrido por las calles aledañas a la Plaza Mayor, hoy llamada Plaza Murillo, si se lo hace con buena voluntad, puede ser reconfortante y agradable, más allá de todos y cada uno de los detalles que pueden herir la vista, y a veces el corazón.

No tengo grandes quejas contra el gobierno municipal anterior, de hecho creo que tuvo grandes aciertos, pero creo que hubo un cierto descuido precisamente en ese casco viejo, que deberíamos cuidar con mayor atención. Que durante casi tres años, la plaza principal de la ciudad hubiera sido afeada por una casa cuya fachada se derrumbó, nos muestra esa suerte de descuido, o parsimonía al respecto.

Por supuesto que hay espacios que han ido mejorando, hay casas que se han restaurado recientemente, por ejemplo en la calle Bolivar, la calle Linares al otro lado del rio, está también viviendo urbanísticamente su mejor momento, pese al silencio comercial que ha impuesto la pandemia.

Estoy convencido que La Paz sería una ciudad menos bella, o más triste, si pierde su centro histórico, o si lo devalúa al extremo, y hay algo más, lo que sí se puede demostrar, es que con buena voluntad, y con las políticas adecuadas, lo que queda puede ser recuperado de la mejor manera.

Uno de los síntomas de un barrio que no está perdido, es la presencia de buenos cafés, la existencia de uno de los mejores de la ciudad en la pequeña plaza Frías, es un testimonio de que esa zona puede revitalizarse.

El rescate del casco viejo de una ciudad es importante ante todo para los habitantes de esta, para que puedan entenderse a si mismos, y para que puedan inclusive amarse más. Si las calles antiguas de La Paz estuvieran protegidas, y fueran tratadas con cariño, no solo harían felices a quienes las habitan, sino a todos, inclusive a los alteños, que son tan paceños, como los de la hoyada, y es posible que además podrían servir de ejemplo para reproducir armonía urbanística en el resto de la ciudad.

Aunque por el momento el turismo internacional está muerto, La Paz es un destino que apenas pase la pandemia se recuperará, un centro histórico bien mantenido, no solo mejorará la oferta, sino que podría convertirse en un subproducto que alargue las estadías.

Las propiedades en el centro de la ciudad tienen un valor altísimo, deben pagar por lo tanto impuestos altos también, estoy convencido que de allí puede salir parte del dinero para mejorar esos espacios, pero creo también que si se valoriza el uso de esos inmuebles, con remodelaciones internas para hacerlos verdaderamente habitables, todos saldríamos ganando.

Los cambios de gobierno son importantes para la democracia, la permanencia demasiado larga de una administración siempre tiene bemoles, eso lo saben hasta los alemanes con el excelente gobierno de la señora Merkel, y lo sufren duramente los habitantes de una isla. El nuevo gobierno municipal tiene ante todo eso de bueno, que es nuevo, y que puede traer aire fresco, esperemos que este alcance para ventilar las casonas de las empinadas calles alrededor del centro de poder del país.

Ideas relativamente originales, pero que existen en latitudes cercanas,  como crear un espacio municipal que promueva asociaciones  entre dueños de inmuebles e inversionistas, para trabajar en la restauración y revitalización de esa importante parte de la ciudad, podrían ser uno de los caminos.

La Paz debe conservar su patrimonio, a pesar de la falta de criterio de los poderosos circunstanciales de Plaza Murillo.

Agustín Echalar es operador de turismo 

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