ROLANDO TELLERIA A.
Las fuerzas opositoras al Movimiento al Socialismo (MAS) que hoy reflotan, gracias al movimiento ciudadano, que con una tenaz e intensa lucha en las calles logro derrotar al caudillo, nunca pudieron, desde el 2005, enfrentar a Evo Morales en las urnas. Es más, son coautores de ese abominable engendro. Con su pobre y pésimo desempeño, en el ciclo de la democracia pactada, le preparan el camino para la toma del poder.
Incapaces de asimilar sus errores históricos, propician además, en las elecciones del 2009 y 2014, el triunfo de Evo con más de dos tercios, convirtiéndose en cómplices de la inédita concentración de poder, en manos de una persona y un partido.
Si bien, dada la coyuntura, no tenían posibilidades objetivas y materiales de constituirse en auténticas alternativas frente al candidato y el partido del denominado “proceso de cambio”; con responsabilidad, renunciamiento y algo de patriotismo, podrían haber evitado aquello que se constituyó en lo más nocivo para nuestra democracia: esa descomunal concentración de poder que otorga el control del órgano legislativo con más de dos tercios.
Luego del proceso constituyente, en ambas elecciones, el accionar de las fuerzas políticas y líderes de oposición, comulgó con la meta masista de los dos tercios. Desprovistos de proyectos y propuestas políticas, sin visión y sin norte, considerándose -como siempre- “presidenciables”, contribuyen a esa estrategia de reproducirse en el poder, con mayoría calificada. El 2014, ese extremo podría haberse evitado si colocaban candidatos comunes, solo en diez circunscripciones uninominales citadinas. Empero, su “retardo mental”, les impide ese básico razonamiento y estúpidamente dispersan el voto. De las 63 circunscripciones uninominales, el MAS consigue 51 escaños, es decir el 81%. Las fuerzas políticas que hoy son vitales para evitar el retorno del MAS, en ese momento aglutinadas en Unidad Demócrata y el Partido Demócrata Cristiano, logran apenas 12 curules.
No obstante, esa necedad, hoy, la historia, de cara a las elecciones de mayo próximo, los coloca como actores centrales para consolidar el alejamiento del MAS del poder, luego de su derrota en las calles, protagonizada por los movimientos ciudadanos, hastiados de tanta arbitrariedad, abuso y corrupción. El descontento acumulado, después del 21F y el fraude, es la fuerza que impulso a organizarse y unirse en las calles. En ese movimiento, donde la juventud juega un papel central, los líderes de las fuerzas opositoras al masismo, no tuvieron ningún protagonismo. Sin embargo, circunstancialmente, son beneficiados del resultado. Irónicamente, la fuerza política que hoy administra este proceso de “transición”, apenas obtuvo el 4%, en la última votación.
Desconociendo el papel histórico que les toca desempeñar, por ambiciones personales, ilegítimamente, desconociendo el mandato, deciden ir a la búsqueda de reproducirse en el poder, traicionando a la “rebelión de las pititas” (en ningún caso, se puede hablar de revolución).
Ahora bien, el contexto de las próximas elecciones es sustancialmente distinto a las tres últimas. Hoy, cerca de dos tercios del electorado es antimasista. De manera que existe, como en ninguna otra, la posibilidad de sepultar al MAS en las urnas; incluso en primera vuelta.
Irónicamente, sin embargo, las fuerzas opositoras, en sentido contrario, traicionado al movimiento ciudadano, desaprovechando la oportunidad histórica, con sus miserias, escaso sentido común y estúpido accionar; están propiciando el triunfo del MAS, con mayoría relativa –con solo su voto duro-, en primera vuelta.
La conformación y la cantidad de binomios, así como las listas de candidatos a la asamblea legislativa, sin ninguna renovación cualitativa, pues casi en su totalidad son los mismos de siempre, cínicamente reciclados; refuerzan esta hipótesis. Claro, a lo mejor están pensando que necesariamente uno de los binomios opositores al MAS ganara en segunda vuelta. Olvidan, empero, que la composición de la asamblea legislativa se define en la primera y lo más probable, como están planteadas las cosas, es que el MAS obtenga, en esa determinante instancia, la mayoría absoluta.
De qué sirve, luego, articular estrategias conjuntas para la segunda vuelta? Claro, como imbéciles, están pensando solamente en la toma del poder ejecutivo, ignorando que, para conformar un gobierno fuerte, se requiere el control del legislativo. Para el eventual candidato ganador en segunda vuelta, con mayoría absoluta del masismo en el parlamento, gobernar será un infierno. En ese escenario, sin grados mininos de gobernabilidad, la inestabilidad política, social y económica, será una constante. Precisamente eso, pretende el masismo.
En que queda entonces todo el movimiento ciudadano que expulso al caudillo? Realmente, la estupidez de los políticos tradicionales, opositores al MAS, es infinita.
Rolando Tellería es profesor de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Mayor de San Simón