EVELYN CALLAPINO GUARACHI
Este 20 de octubre de 2019 marca un nuevo ciclo del sistema político boliviano, en el que nuevamente la participación del pueblo es determinante para mostrar y reclamar un desatino más del Órgano Electoral Plurinacional (OEP).
Las manifestaciones son claras por parte de la ciudadanía. Muestran la disconformidad y el rechazo al funcionamiento de las instituciones democráticas manejadas por el Gobierno.
La legitimidad del sistema democrático recae en el buen funcionamiento de sus instituciones, quienes deben garantizar independencia y estar al servicio de la ciudadanía y no mostrarse servil a un partido político, y es en lo que no hicieron los representantes del OEP.
Actores políticos del oficialismo y oposición se sienten ganadores e instan a la defensa de la democracia, eso significa una confrontación. El pueblo tomará nuevamente las calles, supuestamente para rescatar el sistema democrático, lo que implica que el sistema político boliviano está en peligro y dentro de una grave crisis de la que nos costará salir.
La OEA, veedor internacional mostró preocupación por el conteo de votos, pues a las 19:40 del día de las elecciones el TREP paralizó su funcionamiento, y el 21 de octubre se reactiva el sistema de conteo y los resultados dan una ventaja de casi 10 puntos porcentuales entre el MAS y CC.
A partir de ese momento, la incertidumbre se apodera de la población, por lo que se incrementan las movilizaciones en todos los Departamentos, incendiándose los Tribunales Electorales Departamentales en Chuquisaca y Potosí además de duras confrontaciones violentas en diferentes regiones del país. El mensaje detrás de estos incendios y movilizaciones es la disconformidad frente al accionar del OEP. El fuego es símbolo de la rabia de una población que está cansada de ser utilizada y del desgaste de nuestro sistema político.
En el caso de Potosí, región con muchas demandas sociales y el Departamento más relegado a nivel nacional, a pesar de diversas manifestaciones sociales nunca logró ser atendido a cabalidad por el gobierno actual.
Las llamas son un mensaje de revolución, cansancio, denuncia y rechazo al Gobierno, y el papel que ahora tiene este Departamento quizá sea el mismo que tuvo El Alto en 2003, derrocar al Gobierno y salvar el sistema democrático.
Durante la marcha del 21 de octubre, convocada por el Comité Cívico Potosinista, se escucharon gritos como “El pueblo se va a parar y los vamos a sacar”, “Potosí se respeta carajo” o “No tenemos miedo” “Mi voto se respeta” por un momento hubo una confrontación entre policías y ciudadanos que, enardecidos, gritaban “Fusil, metralla, el pueblo no se calla”, mientras que otros grupos cantaban emocionados “Potosino soy de la rica tierra”, como una forma de hacer sentir su presencia.
Un protagonista importante fue el Comandante de la Policía Williams Villa, quien se negó a reprimir a la gente, ganándose el cariño y respeto del pueblo.
En su discurso, Marco Pumari, Presidente de COMCIPO, insta a la unidad boliviana diciendo: “o nos unimos o nos hundimos”, y el Gobierno no se da cuenta que está despertando la ira de los potosinos, convirtiendo a Potosí en el principal defensor de la democracia, porque esta defensa es un factor que rebasa a todas las demandas de esta región.
En estos últimos 37 años hubieron grandes movilizaciones, y no se puede permitir la destrucción de sus conquistas. El comportamiento del gobierno y del OEP es una afrenta directa al pueblo, y la historia nos muestra que intensas opresiones, desencadenaron grandes revoluciones.
No defendamos a un grupo ni a un partido, defendamos nuestro sistema político, lo que implica la defensa de nuestra Bolivia.
Evelyn Callapino Guarachi es politóloga, docente universitaria y coordinadora de Mujer de Plata).
Twitter: @EvelynCallapino