
La semana pasada el Presidente Arce ha sugerido, o anunciado, que entre los planes para la reactivación económica del país, estaría la construcción de una fábrica de pasta dental de coca, la idea parece original, pero ni siquiera lo es.
Partamos porque aunque mucha gente se mete hojas de coca en la boca, y otra toma el famoso mate de coca creyendo que le ayudará para el mal de altura, es un sabor que difícilmente puede competir con la menta a la hora de comercializar un dentífrico. La gente se lava los dientes por un concepto de higiene, porque sabe que así evita caries y otros males, pero también porque así evita tener un amargor en la boca, la sensación de frescura es importante, y esa sensación no la dará la coca, no en vano la menta es el sabor casi universal.
No es una idea original, no solo porque ya fue propuesta hace mucho tiempo, es más si, mal no me equivoco, hasta ya hubo un intento. Y porque eso de meter coca a otros productos para lograr su industrialización fuera del muy beneficioso (económicamente) mundo del narcotráfico, es un ejercicio absurdo. Hay tortas con harina de coca, y hasta hubo pasta ,la de los italianos, hecha con harina de coca, eso si, con muy poca coca, para que no se sienta un sabor amargo. Hace casi 20 años, yo compré una vez unos espagueti hechos con harina de coca para invitar a amigos, fue una suerte que la salsa pudiera ocultar ese fuerte gusto amargo.
El problema está en querer forzar las cosas, la coca fue siempre un gran negocio, porque desde siempre hubo mucha gente que gustaba de mascarla, eran un hábito prehispánico, que se mantuvo muy vigente hasta nuestros días, y que increíblemente se ha expandido en el último tiempo enormemente a zonas donde era poco usual. Me refiero por ejemplo a Santa Cruz, donde en las noches uno casi no se puede topar con un taxista que no esté acullicando, y no se trata de un asunto de migración solamente, hay cruceños de los de antes en el mismo afán. Pero tratar de darle otra utilidad, es simplemente absurdo.
El problema además es que podríamos temer que el gobierno querrá usar nuestro dinero para hacer la tal fábrica, y para colmo no le interesará si esta tiene ganancias o no, de hecho es capaz de dedicarse además a repartir el producto, digamos en las escuelas, haciendo creer que hasta tiene aceptación y venta.
Genuinamente creo que un dentífrico de coca no tendría éxito, más fácil sería, considerando la existencia de Papelbol, tal vez producir un papel higiénico hecho con hojas de coca, pero igual, de seguro que sería más caro que el normal.
El estado no debería dedicarse a producir cosas, le irá siempre mal, aunque parezca que le está yendo bien, eso porque en realidad no le interesa tener ganancias, sino rédito político. El caso del dentífrico de coca, es completamente ilustrativo, y desnuda el contenido demagógico de cierto tipo de programas económicos.
La producción de coca, que lleva a la producción de cocaína, sigue siendo un enorme problema en nuestro país, la sacralización de la hoja de coca, (como casi cualquier sacralización), solo agranda ese problema.
La lucha contra el narcotráfico y todas sus horrorosas secuelas es posible de ser ganada solo si el consumo de drogas, y su comercialización son legalizados, eso lo sabemos hace más de treinta años, pero también sabemos que no sucederá.
Mientras tanto a seguir produciendo coca para el gran negocio, y a marear la perdiz con pasta dental, espaguetis, y como sugerí, papel higiénico verde, y nos hacemos a los del otro viernes.
Agustín Echalar es operador de turismo