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Opinión

He for She, ( él por ella), cuento Navideño

23 de Diciembre, 2018
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AGUSTÍN ECHALAR ASCARRUNZ

La semana pasada ha tenido su dosis de extrema sordidez, el brutal asesinato de una joven en una discoteca de El Alto, y las noticias de un caso que ha venido a llamarse la “manada boliviana”, serían suficientes para no sentir la menor gana de festejar la Nochebuena, y participar de una velada de paz y amor que esta debería ser. Sin embargo me rehúso a publicar en la víspera de la fiesta más amable de este lado del mundo, un artículo que nos llene de desazón. Para eso tenemos el domingo previo al año nuevo, y los siguientes cincuenta también.

Una casualidad me ha llevado, no a enterarme, pero a darle más importancia a una leyenda del bagaje cristiano, esta se me hace acorde a estos días, y a estos tiempos. Me refiero a la historia de José, obviamente no el hijo de Jacob, tan trabajado largamente trabajado por Thomas Mann, sino al más modesto carpintero que fue padrastro de Jesús.

Lo interesante es que en un escrito que tiene más de 1800 años, (para ser conservadores), aparezca esa figura. En un mundo en que las mujeres eran lapidadas por ser infieles a sus maridos, una novia queda embarazada sin haber “conocido” a su novio, este, José, él , “He”, (en inglés, o jerga de Naciones Unidas), decide primero no hacer escarnio público de ella, lo que tal vez pudiera haberla llevado a la muerte, sino simplemente hacerse discretamente a un lado, luego, gracias a un sueño, da un paso importante y comprometido, decide cobijar a la joven embarazada para luego criar al hijo de ella como propio.

Ese detalle, que es tremendamente importante y que ha causado enormes desacuerdos dentro de la cristiandad, tiene implicaciones muy interesantes, por un lado refleja, siempre considerando la época en que fue creada la historia, un gesto de solidaridad de un hombre hacia una mujer que como lo infiero en el título de esta columna, ilustra de la mejor manera el “He for She”  ( él para ella), actual, cuestiona de paso, la excesiva demonización de las llamadas estructuras “patriarcales”, discurso tan en boga en estos tiempos de feminismo acérrimo.

Para un católico-cultural-no-creyente, como me autodefino, estos detalles de las llamadas “sagradas escrituras” no dejan de ser fascinantes, la idea de un dios que nace en un hogar humilde, que es uno más, que no es un rey o un noble, sino el entenado de un artesano, es ya de por sí, revolucionaria, el que ese niño (dios), tenga que huir a refugiarse en un país ajeno porque su sobrevivencia en su patria estaba en enorme peligro, lo convierte en un mito casi diseñado para la actualidad.  La idea de un dios que predique la generosidad, el amor al prójimo, que rechace el linchamiento y la condena fácil, sobre todo en lo que respecta a comportamientos sexuales, lo coloca en la mejor parte de la modernidad.

El Cristo con ideas de igualdad ha sido trabajado ampliamente y a veces con demasiadas licencias por los teólogos de la liberación del siglo pasado. El padrastro del Niño, este personaje secundario, pero de primer orden que es San José, ha sido un poco ignorado fuera de las cofradías de carpinteros y de algunas asociaciones de socorros mutuos católicas, pero no es un adorno, en realidad, puede ser visto como un paradigma, como un héroe moderno, acorde a las exigencias del nuevo desafío que se ha ido perfilando en las últimas décadas respecto a las relaciones entre hombres y mujeres.

Mañana, cuando prenda las velitas del pequeño altar familiar donde colocamos al Niño de yeso heredado por generaciones, y que mantengo en mi casa consiente de la importancia de la tradición, más allá de la fe y de su divorcio con la racionalidad, lo haré con más gusto, y con más simpatías hacia esa tradición que a veces es vapuleada sin clemencia. Feliz Navidad, y que viva San José!

Agustin Echalar es operador de turismo

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