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Opinión

Etnofascismo

6 de Diciembre, 2021
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AGUSTÍN ECHALAR ASCARRUNZ

No tengo simpatía por las marchas  y mucho menos por los bloqueos, aunque sean “friendly”, como lo fueron los de los denominados pititas, lo de los bloqueos tiene que ver con mi oficio, no hay peor cosa para el turismo que un bloqueo, y es por eso, que Evo es seguramente el enemigo natural de ese rubro, no olvidemos que él mismo se declara experto en bloqueos. Aparte de arruinar el laburo, he vivido muy de cerca la situación de una visitante alemana que estaba con todos los síntomas de un infarto, y que tuvo que aguantar rezando, porque en el 2005 el bloqueo de Pallcoco no dejaba pasar ni siquiera ambulancias hasta el Lago Titicaca.

Lo de las marchas me desagrada también, porque aunque tengan buenas intenciones pueden degenerar en cualquier cosa, participe una vez en una a favor del Tipnis, y mi bloque terminó gritando estribillos homofóbicos contra el vicepresidente en frente de sus oficinas, y yo obviamente haciéndome a un lado.

No, me gusta la tradicional democracia representativa, con debates y discusiones parlamentarias, y con un espacio para la opinión pública, por más que el micrófono abierto, en radios o en redes,  sea también a veces aberrante.

Ahora bien, una marcha convocada por el gobierno, huele mal desde el principio, su referente es el fascismo, y ese es su espacio natural, una marcha convocada por un gobierno es un sinsentido, no tiene nada de reivindicatorio ni de justa protesta, es simplemente una convocatoria a los miembros y simpatizantes del partido para hacer una demostración de fuerza en las calles. Una demostración de fuerza de los que detentan el poder. 

En ese sentido, mientras más convocatoria tenía esta marcha, en realidad era un peor síntoma, más aún si se considera a la cantidad de gente que se siente obligada a participar de esta orgía de poder, sin estar muy convencida, a veces sin que sea necesario que se la obligue directamente. Hablo por supuesto de la enorme y variada gama de empleados públicos y de miembros de asociaciones poco respetuosas de la individualidad.

Pero si a eso añadimos una discursiva prepotente y regionalista, y con un fuerte contenido etnicista, estamos presenciando un espectáculo que en realidad pone en evidencia el lado oscuro   del gobierno del señor Arce.

La concentración en Plaza San Francisco fue muy grande, es posible que haya superado los 100 asistentes, decir que fue más de un millón de personas, quita seriedad a quienes lo hicieron, y no es importante. Está completamente claro que el MAS tiene una gran clientela política, y que por el motivo que sea, hace poco más de un año, el 55 % de los electores bolivianos optaron por una forma de gobierno al estilo de esa tienda política. Lo que debe tener claro sin embargo al gobierno, es que hay un 45 % de la población, que no está de acuerdo con esa forma de ver el mundo,  y estos ciudadanos, son tan bolivianos como lo son quienes están de su lado. La convivencia entre quienes piensan distinto, es solo posible si se respeta al otro, y eso no ha sido parte de discurso de la jornada azul.

Hay un detalle que además causa terrible resquemor, es el uso y abuso del sentimiento patriótico, el llamar “marcha patriótica” a ese mitin partidario es un exceso. En momentos como este vale recordar la gran sentencia dicha por Samuel Johnson  “El patriotismo es el último refugio de los canallas”, los discursos de la jornada del lunes, la confirman plenamente.

Estoy convencido en que si la política se aleja de la calle, de eso que algunos llaman la democracia directa, si se vuelve a usar correctamente el parlamento, tendríamos menos chances de hacernos más daño. Bolivia pese a sus enormes problemas, a sus incongruencias, y a sus injusticias sociales, (que tienen que seguir siendo combatidas), es un entorno pacífico, y no se debe exacerbar diferencias, y reyertas, sean locales, étnicas, o aún sociales. La jornada del lunes pasado no fue una jornada feliz, y el país no salió ganando con la misma. 

Agustín Echalar es operador de turismo

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