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Opinión

EL NIÑO DE SCHRÖDINGER

29 de Febrero, 2016
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FRANCESCO ZARATTI

La tragicomedia nacional “El zapatazo” ha llegado a niveles que ni el más imaginativo guionista podría imaginar. Las consecuencias son una polarizada opinión de los ciudadanos acerca de cómo interpretar cada episodio.

Ahora bien, la ciencia puede ayudar a esclarecer objetivamente o mediante la lógica aspectos que generan controversia. Es el caso de las discusiones acerca de si hace frío o calor: un termómetro puede dirimir la cuestión, aunque no puede resolver la subjetividad que hace que un congolés en el verano de La Paz sienta frío.

Aplicaré métodos científicos a dos episodios de esa tragicomedia: el estado civil del niño (vivo o muerto) y la lógica vicepresidencial acerca de la CAMC.

Como ha hecho notar una aguda tuitera, el caso del niño Fidel Ernesto se parece al famoso “gato de Schrödinger”, cuya estado de vida o muerte no se puede comprobar, según la Mecánica Cuántica, hasta abrir la caja en la cual ha sido colocado con una probabilidad de 50% de sobrevivir. 

En nuestro caso, al estado actual de la información, el niño tiene 50% de probabilidad de estar vivo (las declaraciones de la tía y de los abogados, refrendadas aparentemente por la madre del niño) y 50% de no estarlo (declaraciones de Evo y de sus informantes). La verdad se sabrá sólo abriendo la “caja” o sea destapando la olla de mentiras de este episodio. Incluso podríamos imaginar el experimento con dos gatos. En ese caso, según la Física, uno estaría vivo y otro muerto.

A su vez, el tema de la CAMC  es relevante por la sospecha de tráfico de influencias de las máximas autoridades. Por eso es necesario demostrar que el Gobierno no es amigo de CAMC y que la presencia de la Zapata en esa empresa es atribuible a un mal cálculo de los chinos, y no a un designio del Gobierno.

¿Cómo demostrar eso? ¡Fácil! Antes de las denuncias públicas de Carlos Valverde ya el Gobierno decidió ejecutar dos boletas de garantía de esa empresa. Ergo, afirma el Vice, no hay tráfico de influencias ni negocios turbios con los chinos.

Sin embargo, la lógica no está del lado del Vice.

Primero, las boletas no fueron ejecutadas a su debido tiempo. Hay rumores de que se le dio tiempo a la CAMC, alterando incluso normas  bancarias, a la espera de una sentencia muy sospechosa de tráfico de influencias de abogados masistas. Sólo después de que saltó la liebre el TCP resolvió, con asombrosa rapidez, la causa a favor del Gobierno. ¿Lo hubiese hecho igualmente y a la misma velocidad de no existir el escándalo?

En segundo lugar, a pesar de conocer las deficiencias de CAMC y la presencia de la expareja de Evo, no se investigó a G. Zapata hasta que estalle el escándalo.

Y, los más importante, en tercer lugar, rescindir boletas de garantías de UN contrato, mientras se mantienen otros SEIS, no demuestra nada. Si la empresa incumple descaradamente, aun cuando hubiese ganado el contrato por tráfico de influencias, el deber de un ministro (que incluso pudiera no estar involucrado en ese tráfico) es rescindir el contrato e investigar el origen y el estado de los otros contratos millonarios del Estado con esa empresa.

En fin, queda mucho más por investigar.


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