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Opinión

El 20-10, Evo se enfrentará a la indignación colectiva

16 de Septiembre, 2019
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ROLANDO TELLERIA A.
Como habíamos enfatizado en columnas anteriores, las elecciones del 20 de octubre tienen particulares características con tendencias plebiscitarias. No son elecciones típicas, en la que compiten tradicionalmente candidatos, programas de gobierno, estrategias comunicacionales y estructuras partidarias.

No obstante el descomunal esfuerzo del oficialismo de enterrar el 21F, estas elecciones están, por así decirlo, preñadas de las secuelas que dejo el trauma del engaño y el escamoteo del voto. En el acto más democrático que invento la democracia participativa (el referéndum), retorcieron su voto, burlándose de su voluntad y decisión.

Este engaño, donde dicho sea de paso se malgastó 180 millones de bolivianos, ha incidido notablemente en la credibilidad del régimen masista, además de marcar, en términos gramscianos, el inicio de una aguda fase de declive hegemónico. La tozuda postura de no respetar los resultados de esa consulta, afecto seriamente la legitimidad y credibilidad, sobre todo, de Morales, quien quedo como uno de los más insignes mentirosos, entre los presidentes que ha conocido el país. Seguido, claro, del “profesional” matemático, para quien la mentira es un recurso de moneda corriente.     

Paralelamente, a esa suerte de estriptis, que desnudo las grandes miserias del presidente y del régimen; en la ciudadanía se ha ido generado un sentimiento creciente de indignación, que se inflama, con la forzada “habilitación” inconstitucional e ilegal del caudillo. Procedimiento –elecciones primarias- donde otra vez se despilfarran cerca de 30 millones de bolivianos. La obstinación de mantenerse en el poder, de cualquier forma y a cualquier costo, ciertamente, atizo esa creciente indignación colectiva. 

Los casos que a diario se destapan, dando lugar a una sensible percepción sobre la presencia de una gigantesca corrupción; alimentan esa indignación colectiva.  El atroz estado de la justicia, dirigida a castigar inocentes y premiar con impunidad a los corruptos, enardece más aún el descontento ciudadano. Ni que decir de los vínculos con las mafias del narcotráfico. Además, el fuego de la indignación ciudadana, se acrecienta a diario con ese estilo cínico y descarado de ejercicio del poder. 

Ahora bien, al margen de destapar una siniestra y desvergonzada repartija de tierras, como con “gasolina de aviación”, la quema de bosques en la Chiquitanía, por ellos mismos provocada; ha inflamado aún más el estado de esa indignación colectiva. 

Inevitablemente, la impotencia colectiva ante tantas arbitrariedades, abusos y tropelías del régimen corrupto, autoritario y ecocida; se expresará en las urnas el 20-10. Estas elecciones, entonces, se constituirían en el único camino que tiene la ciudadanía para expresar esa indignación acumulada.   Pero, cómo podrían expresar esa indignación, si en la papeleta está el Evo frente a ocho candidatos de oposición? Veamos.

De esos ocho, seis tienen una presencia absolutamente marginal, sin ninguna capacidad de competir. Incluso ya tendrían su respectiva “acta de defunción”. Con relativa capacidad competitiva, aunque el segundo con menos posibilidades, están Carlos Mesa y Oscar Ortiz. Empero, con signos de liderazgo tradicional, que no garantizan cambios sustanciales. Sus discursos son tibios y acomodaticios.  Sin embargo, uno de ellos tendría que condensar a su favor esa indignación colectiva.

El más indicado para esa sencilla tarea, por lo que expresan las últimas encuestas, es Carlos Mesa. Sin embargo, este candidato, lamentablemente, no demuestra que está a la altura de los desafíos de esta singular coyuntura. Con un discurso endeble, nada agresivo, más bien a la defensiva; es incapaz de interpelar y desportillar al caudillo, capitalizando a su favor el enorme descontento. Sus asesores, creo, ni siquiera han estudiado y comparado experiencias cercanas de presidentes elegidos, más allá de sus cualidades, solo por el descontento popular. 

Frente a la papeleta, entonces, el elector tiene el gran desafío de expresar su indignación. No obstante la complejidad de la decisión, con gran madurez y discernimiento, no desecharán su participación en las urnas con el voto nulo o blanco. Se inclinarán, obviamente, por el candidato mejor posesionado de la oposición, más allá de sus afectos y desafectos.

Por ello, estas elecciones, no son normales, son más bien atípicas. Pues se habrían constituido en la única posibilidad para que el ciudadano impotente exprese esa acumulada indignación. 

Las sorpresas pueden ser enormes.

Rolando Tellería es profesor de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Mayor de San Simón

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